Tamaki se termina de colocar un piercing en la oreja izquierda, ya listo para salir con Mirio en unos instantes. Revisa que las ventanas se encuentren cerradas, y luego se asoma en la habitación extra que tiene su departamento; Kirishima aún se encuentra completamente dormido en la cama individual, cubierto torpemente con las mantas seguramente porque el pelirrojo se ha movido mucho durante su sueño. Amajiki entra con cautela y cubre mejor al menor, viendo como por la barbilla de éste escurre un poco de saliva. Debe estar realmente cansado como para tener la boca abierta, mojando la almohada.
El mayor rueda los ojos y sonríe, pensando en que, a pesar del gran tamaño de Eijirō, él aún es como un niño que necesita de cuidados. Piensa que el de dientes afilados estará bien sin su persona ahí, sobre todo porque él ya le ha comentado que no estará en la casa durante largas horas y, teniendo en cuenta el estado de Kirishima, éste no despertará por un buen rato, quizás para cuando Amajiki regrese.
El muchacho de alargadas orejas sale del cuarto, reafirma que tiene consigo todo lo necesario en una pequeña mochila negra y finalmente se retira de su hogar para ir directo al punto de encuentro con Togata.
...
Mirio observa la hora en la pantalla de su celular, reafirmando que aún faltan algunos minutos para la hora acordada en verse con el morocho. Mira alrededor, viendo a la gente que entra y sale de la estación donde se encuentra, esperando pacientemente a divisar el cabello ébano de Tamaki. Poco tiempo pasa para que el muchacho aparezca, con las manos embutidas en las bolsas de su chaqueta índigo y con el cabello cubierto por un gorro de color gris. Togata no puede evitar pensar que el estilo de vestir de Amajiki es minimalista y con colores neutros o muy suaves, pero de cualquier forma luce bien.—¿Llevas mucho esperando?— pregunta el menor una vez se planta frente al rubio.
—Acabo de llegar— miente, sonriendo—. ¿Listo?
—Sí. ¿A dónde iremos?
—A Sumida. Vamos.
Y entre la multitud de la estación de Shinjuku, se montan a un tren de la misma línea, el cual resulta ser solo la mitad del viaje pues requieren subir a otro tren en la estación de Sumiyoshi que, luego de 2 paradas, los deja en la estación de Oshiage. En ese punto, ya solo es necesario que caminen un par de minutos para llegar a su primer sitio de visita; el acuario de Sumida es un lugar muy bonito que Tamaki no ha visitado desde la escuela primaria. Los tanques son brillantes, de agua color azul de una manera impresionante y llenos de animalitos vivaces que nadan por todo el lugar. El ambiente está escasamente iluminado, dando una sensación de calma e interés. Amajiki se detiene cada mínimo instante para poder observar a los peces coloridos, a las medusas, etc. En completo silencio, casi olvidando la existencia de Mirio a su lado, porque la belleza del lugar le hipnotiza y solo puede apreciar el sitio.
—Es un buen lugar— musita Togata, en un tono de voz suave, a penas como un susurro y llamando la atención del de ojos negros—. Muy tranquilo.
Tamaki profiere un sonido de afirmación, seguido de un suspiro de alivio y mirando de nuevo al tanque.
—Se siente bien relajarse— piensa Amajiki en voz alta—. Es decir, Japón no es un sitio repleto de crímenes, pero sí tiene sus problemas de vez en cuando. Sobre todo sin la ayuda de All Might.
—Sí... Ser héroe no es un trabajo fácil.
—Un trabajo que te trae corriendo de un lado a otro— concuerda el morocho, sonriendo—. Aunque tú la tienes más difícil... Después de todo...
—Tamaki, no hablemos de eso— interrumpe Mirio—. El asunto con OverHaul terminó hace años y ya hemos resuelto todo. No pensemos en cosas que ya pasaron.
El menor asiente, cediéndole la razón al rubio, y camina con lentitud por los pasillos del acuario, llegando a la zona donde se encuentran los pingüinos, soltando chillidos y demás.
Observan todo las exposiciones, sin hablar demasiado y solo intercambian comentarios acerca de los animales que miran detrás del vidrio. Posteriormente, por sugerencia del más bajo, van a la tienda de recuerdos pues al morocho se le ha ocurrido la idea de comprar un pequeño peluche de tortuga.
Mientras él debate consigo mismo acerca de cuál animalito afelpado comprar, si el mediano o el chico, Mirio divisa una sección que poco tiene que ver con el tema acuático del recinto. Curioso, se acerca para saber qué productos se encuentran en esa sección, topándose con un par de pendientes que le llaman por completo la atención; una de las piezas posee una cadena relativamente corta de la cual cuelga una mariposa, o al menos las líneas que definen las alas de estos insectos, y la otra pieza es una rosa, pequeña, de color rojo escarlata. Ni siquiera lo piensa, quizás porque lo único que pasa por su cabeza en este momento es la cara de Tamaki, y compra el par de pendientes. Por suerte el morocho no se ha dado cuenta, ya que se encuentra fuera de la tienda, con sus compras hechas y mirando algunas cosas que se encuentra en exhibición.
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Sentimientos por la Luna
Fiksi PenggemarEl Sol estaba enamorado de la Luna, pero ella no sabía que brillaba por él.