O: Un misterioso ruido

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(Pax, pacis: paz)

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(Pax, pacis: paz)

—Nina, ¿has escuchado eso? —Me preguntó Valerie, con preocupación. Me giré hacia ella, que se encontraba de pie al lado del sofá, extrañada por la súbita pregunta.

—¿Escuchar el qué? —Respondí, poniendo mi atención de nuevo a la serie que estábamos viendo. No quería perderme ni un glorioso segundo del guapísimo hombre lobo que aparecía en pantalla.

—Ese ruido —una de las pequeñas manos de Val me agarró la muñeca. Deslicé mis ojos hacia sus dedos como si quisiera arrancármelos de encima mientras me giraba hacia ella—. Por favor, dime que lo has escuchado.

—Val, deja de ser paranoica, por favor —le pedí, zafándome de su mano. Valerie era la persona más miedosa que conocía. Se cagaba del susto con cualquier mínima cosa, por lo que no me sorprendía su inesperado (e injustificado) miedo.

—Te lo digo en serio, Nina. He escuchado algo mientras volvía del baño —repitió—. Creo que venía de afuera.

—Sería algún gato callejero —contesté.

—No, sonaba a otra cosa —con pasos rápidos, se acercó hasta la televisión y la apagó. Abrí mi boca con indignación y la miré, con furia.

—¡¿Estás loca?! —Exclamé—. ¡Me voy a perder a Derek por tu culpa!

—¡Nina, podría haber ladrones ahí fuera esperando a que nos durmamos para entrar a robar! —Gritó ella, elevando aún más su voz. Suspiré con hastío y me levanté del sofá, porque sabía que Valerie no se cansaría de repetirme que fuese a ver qué ocurría hasta que le hiciese caso.

—Vivimos en un quinto piso, dudo que escalen hasta nuestro apartamento para robarnos a nosotras de toda la población neoyorkina. Te recuerdo que no somos ricas —comenté, con molestia.

—¿Podrías ir a revisar, por favor? —Rogó, juntando sus manos.

—¿Mientras tú te quedas aquí viendo mi serie? —Pregunté, con sorna. Ella asintió:

—Sabes que me podría dar un infarto si hay algo ahí afuera.

—¿Y si son ladrones y me dejan inconsciente? O peor, ¿y si me asesinan? —Ni siquiera me preocupé en parecer ofendida por su falta de consideración.

—La que sabe de peleas aquí eres tú —se defendió—. Yo no soy karateka.

—No hago karate —mascullé. Valerie sacudió la mano, quitándole importancia:

—Da igual —luego me empujó hacia el pasillo en el que se encontraban nuestras habitaciones. En la de Val se hallaba uno de los balcones, y el otro estaba en el salón—. Vamos, que ya podrían estar desvalijando nuestras habitaciones.

—Te odio —refunfuñé—. ¿Dónde dices que escuchaste el sonido? —Cuestioné, adentrándome en el pasillo oscuro. Valerie se acercó para encender la luz, pero se lo impedí—. En caso de que haya alguien, lo mejor es que no se entere de nuestra presencia.

—Claro, ¿ves? Por eso eres tú la que va a ver qué ocurre. Lo escuché cerca de mi cuarto —contestó—. Era un ruido raro, como un pisotón o algo así...

—Seguro que es un gato y te estás alarmando por nada —rezongué, aguantando la risa.

—Ve a ver, rápido —me apremió—. Yo... me voy a una zona con más luz. Este pasillo da miedo.

Suspiré con hastío y también diversión. Aunque no creía que hubiese ladrones intentando entrar por las ventanas de nuestros cuartos, cogí una navaja que solía tener escondida en mis pantalones y la guardé en el bolsillo de mi sudadera. Debido a mi trabajo, siempre llevaba cuchillos u objetos afilados encima. Nunca se sabe cuándo un demonio te puede atacar, ¿no? Al girar mi cabeza para ver si Val seguía cerca, ya no había rastro de ella en el pasillo.

Maldita cobarde.

La primera puerta en el pasillo era la del baño. La abrí, por si acaso, y descubrí que no había nadie dentro. La volví a cerrar y me dirigí a la segunda puerta, la habitación de Valerie. Con pasos sigilosos, entré en el cuarto vacío.

—¡Valerie, aquí no hay na...! —me detuve al escuchar un ruido casi imperceptible. Como si alguien estuviese rascando una pared, o una ventana. Quizás era un pájaro. O una corriente de aire.

Mi cuerpo se tensó de repente. Respiré hondo, quitándome la inesperada presión que tenía en los hombros. Maldita Val, me había lavado el cerebro con su irracional miedo.

Teniendo en cuenta que la mayor parte de la semana me dedicaba a cortarle la cabeza a demonios por la noche, ¿por qué ahora tenía miedo en mi propio apartamento? Era ridículo.

Al girar el pomo de mi habitación, un silencio sepulcral se apoderó de mis oídos. Ni siquiera escuchaba la televisión, que Val había vuelto a encender.

Esa reacción me indicó que algo iba mal. Intenté despejarme y alejar ese sentimiento hacia el fondo de la cabeza, y asomé mi cuerpo por el marco de la puerta. Suspiré dejando salir todo el aire contenido, con alivio y resignación.

No había nada.

Por supuesto que no había nada. ¿Cómo habría algo en un apartamento en los recónditos barrios de Brooklyn? No vivíamos en una calle peligrosa, ni tampoco éramos parte de los barrios ricos, así que nadie vendría a robarnos. Y, si alguien se atrevía, estaría yo para pegarle la paliza de su vida.

Me había asustado sin sentido. Soltando unas risitas tranquilas, encendí las luces y entré en la habitación. Seguro que había algo pegado a la ventana que hacia aquel ruido extraño. Corrí las cortinas para ver a través qué podría ser, con más tranquilidad en mi cuerpo.

La luz de la luna brillaba con una nitidez anormal. La noche era clara, sin ninguna nube, y toda la niebla que normalmente cubría el cielo había desaparecido, dejando ver la infinidad de estrellas esparcidas encima de mi cabeza.

Si no fuera por la ventana, habría seguido observando las estrellas con admiración.

Más bien, si no fuera por el reflejo en la ventana.

había alguien en la habitación.

Me giré con una rapidez que sólo se activaba en mi cuerpo en casos de peligro extremo. La navaja ya no se encontraba en mis bolsillos, si no que estaba firmemente sujetada en mi mano, preparada para ser utilizada. Mi corazón latía erráticamente con sorpresa y adrenalina. Mis ojos dieron con la figura situada en medio de mi cuarto, y mi respiración se detuvo.

Lo único en lo que podía pensar era dos claras, peligrosas y mortíferas palabras:

Un demonio.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora