Tras ducharme y vestirme, busqué a Luc. Quería hablar con él sobre los entrenamientos. No me había advertido de lo duros que serían, y eso no me hacía nada de gracia. ¿Tanto le costaba decirme: "Te van a patear el culo, así que prepárate"? Además, necesitaba saber por qué tenía que matar a ángeles. No le di la importancia suficiente a ese tema antes (porque siempre actúo sin pensar), pero ahora que ya trabajaba para Luc...
Tampoco me veía capaz de hacerlo porque los ángeles son inmortales, y si ya era difícil matar a un demonio, imagínate matar a alguien con alas. ¿Tendrían alas? Nunca había visto a un ángel en carne y hueso.
Mi cabeza siguió imaginándose la forma real que tendrían los ángeles mientras buscaba a alguien que me ayudase de nuevo, porque Dante me había dejado tirada.
El edificio era tan grande y tan encriptado que me resultaba imposible encontrar mi destino, y ni siquiera sabía cuál era este y en dónde encontrar a Luc. Tenía terminantemente prohibido ir a la oficina donde firmamos nuestro trato, y sólo conocía esa sala y la de entrenamientos de todos los pisos del edificio.
Di un par de vueltas más hasta que Baal apareció en mi campo de visión. Me tensé al sentir su presencia, pero luego me recordé que podía confiar en él... más o menos. Dentro del edificio, podía confiar en él.
Fuera, le clavaría una daga entre los ojos.
—Nina —saludó, al verme—. ¿Quieres que te ayude en algo?
Asentí, evitando mirarlo a los ojos.
—Estaba buscando a Luc... Lucifer —me corregí.
—Puedes llamarlo Luc —comentó al escucharme—. Es más, él prefiere que en público lo llames Luc. Ya sabes, tiene que mantener su identidad en secreto, y todo eso. No sé en dónde estará —admitió, pasando una mano por su cabello ondulado—, es un poco escurridizo, pero si quieres, te llevaré a su oficina. Se pasa la mayor parte del tiempo allí.
—Pero él dijo que no debía entrar en su oficina.
Baal sonrió e hizo un ademán, quitándole importancia.
—Esa es una de las oficinas que tiene aquí, la más privada —explicó—. A la que me refiero está abajo, en el club. ¿Dante ya te enseñó el club?
Negué, pensando en el tour que me había dado Dante: ninguno. El viernes me llevó a mi suite y me dejó en el hall, negándose a pasar más rato conmigo.
—Pues entonces seguro que te gustará —Baal volvió a sonreír. ¿Por qué lo hacía tanto? ¿Es que quería engañarme con su amabilidad?
Cuando comenzó a caminar lo seguí con paso rápido. El demonio era alto, y caminaba alegremente por el edificio, como si no supiese que su presencia asustaría a todos los cazadores más valientes de la Academia.
Al entrar en el ascensor, pulsó un botón con unos cuernos dibujados en él y señaló el panel de botones:
—Dante no te explicó cómo funcionan, ¿verdad? —Negué levemente—. Cada ilustración grabada en los botones es distinta. Todas las plantas para residentes —señaló los botones superiores— están bautizadas con nuestros pecados. Quiero decir, los pecados de los príncipes. Supongo que los conoces —añadió, mirándome a los ojos. Gula, avaricia, ira, lujuria, envidia, pereza, soberbia. Baal, Mammon, Amon, Asmodeus, Leviathan, Belfegor, Lucifer... Asentí distraídamente—. Tú habitación se encuentra en la misma planta que la mía y la de Dante, ¿lo sabías? En la planta de la Gula —señaló un botón con una ilustración de una gran mosca negra. Baal, o "El señor de las moscas", como era apodado.
Los botones que más me llamaron la atención fueron el de la Ira, que tenía estampado unos colmillos y dientes aterradores; el de la Lujuria, que era todo rojo con un simple dibujo de una puerta entreabierta; y el último botón, el de la Soberbia, me extrañó porque era todo negro, sin nada inscrito en él.
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INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)
FantasyNina, una de las mejores cazadoras de demonios de su generación, es obligada a hacer un trato con el Diablo en persona. Este demonio (cruel, irascible, demasiado honesto y también atractivo) sólo le pide una cosa a cambio de dejar a sus amigos y a e...