29: Estoy con él porque quiero

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Viernes, 22:00:

LUC

Mientras veía la foto que tan bien conocía, en la que salía una niña de rizos oscuros, un niño de rizos claros, y dos adultos felices, pensé en lo mucho que se habían torcido las cosas.

Antes de buscar a Nina, nunca imaginé que me encontraría con alguien como ella. Sólo sabía un par de cosas sobre la cazadora, como su nombre, su edad y su pasado. No quisieron decirme nada más, y con razón.

Si hubiese sabido que en realidad era comprensiva, constante y tolerante con mi raza, jamás me habría acercado a ella. Porque, cuando llegase el momento...

Suspiré y guardé la foto. Nina no se merecía el daño que era capaz de hacerle, por lo que había llegado a una conclusión: tenía que olvidarme de toda esa tensión que se instauraba entre nosotros cuando estábamos juntos, por nuestro propio bien.

No podía contarle nada, por mucho que quisiera, y sé que, cuando ella descubra toda la verdad, me odiará y querrá matarme. Lo mejor era que, para entonces, no se hubiese encariñado demasiado conmigo.

Este nuevo propósito de enfriar nuestra relación iba a suponerme un problema... y más aún teniendo en cuenta que, para hablar con Brassil, tendría que mostrar a Nina como algo que no era: mía. El mero pensamiento hizo que me retorciese del asco.

No me gustaban todas esas ridiculeces de mostrarse posesivo con una humana, pero era algo que los demonios solían hacer para mostrarse superiores. Nuestra especie sólo sabía hacer dos cosas: matar y dominar. Si no le dejaba claro a Brassil que Nina era intocable, la mataría a la menor oportunidad.

Alguien llamó a la puerta con suavidad, cortando de golpe mis pensamientos fatídicos. La cazadora asomó la cabeza cuando le di permiso para pasar.

—Hola —me saludó mientras entraba. Me quedé mirándola fijamente, como siempre hacía.

Nina llevaba un vestido largo negro, que se ajustaba a su cuerpo, con una gran abertura en su pierna que dejaba al descubierto su tatuaje. Fijé mi vista en toda la tersa y morena piel que mostraba. Su pelo rizo estaba recogido en una coleta. Me imaginé tirando de él mientras...

Pero, ¿en qué estaba pensando? Fantasear con Nina era mediocre, mundano y estúpido. Más teniendo en cuenta quién era yo, lo que había hecho, y lo que me quedaba por hacer.

—Estaba esperando por ti —me dijo, apoyándose sobre la puerta y mordiéndose el labio con disimulo. A veces estaba convencido de que lo hacía a propósito.

Me acerqué a ella y cerré la puerta detrás de su espalda, la cual rocé a consciencia con mi mano. Observé cómo la cazadora tragó saliva mientras miraba mi traje y mi rostro.

—Quiero que tengas cuidado esta noche —le recordé, dejando mi mano sobre la puerta y acorralándola contra ella—. Tendrás que esperar a mis órdenes para contestarle a Brassil. No quiero que sueltes más información de la debida.

Ahora ya podía separarme de ella. Pero no quería. Mi cuerpo no quería. Mi mente, sí.

Nina asintió, con los ojos muy abiertos. Empecé a hacer recuento de sus pecas. Tenía muchas, pero una debajo de su ojo sobresalía, captando siempre mi atención.

Tenía que admitir que, cuando estaba cerca de Nina, mi mente cambiaba un poco. El aire se llenaba de electricidad, y de alguna molesta forma, eso me afectaba. Lo quise ignorar durante bastante tiempo, al menos, hasta la primera noche que pasamos en el Inferno. Nina y su estúpida idea de fingir que nos besábamos para escapar despertó una serie de emociones apagadas en mí que no sentía hace... siglos. Literalmente.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora