11: Pacto con el Diablo (parte 1)

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¿Lucifer, el Diablo, tenía un club llamado Inferno? Qué ironía tan maravillosa.

—¿Por qué quieres llevarme a tu club? —Inquirí, acercándome un poco al coche.

—Porque es allí en donde trabajarás la mayor parte del tiempo —aclaró—. Ahora, sube, o te meteré yo dentro.

Me subí al todoterreno, refunfuñando, porque tampoco quería alargar mi contacto con Luc. Al sentarme en los asientos traseros, noté lo suaves y cómodos que eran. El coche parecía muy caro y de alta gama, acorde a la apariencia de Luc. También olía a demonio allí dentro, pero al ser mayores, el olor era soportable y poco perceptible. Al volante estaba un hombre (otro demonio) de pelo castaño, quien me saludó levantando la mano. Cuando Luc se apeó, el conductor comentó:

—La pintaste como alguien mucho peor.

Su tono era jovial. Parecía contento, algo que me extrañaba teniendo en cuenta lo que era. Luc bufó con molestia al escuchar sus palabras. El conductor se giró hacia mí, y sentí que me faltaba el aire.

El chico era... era como Luc, pero de alguna forma, más humano. Sus ojos, verdes oscuros, eran amables y simpáticos, al igual que el resto de su rostro. No tenía rasgos afilados como los de Luc, pero en conjunto, era igual de atractivo que su compañero. Su pelo castaño era corto y ondulado, casi rizo, y le daba un aspecto juvenil.

Pero, por muy guapo que fuese, era un demonio. Era malo.

—Soy Baal —se presentó. Mi corazón dio un vuelco, e intenté disimular mi sorpresa al escuchar el nombre de otro de los demonios más peligrosos de la historia—. Luc me dijo que eras gruñona y no muy inteligente —comentó, sonriendo de lado—. Y que eras abominable.

¿No muy inteligente? ¿Abominable?

—Lo dije para que no babeaseis por ella antes de conocerla —rebatió Luc.

Baal se echó a reír. Casi me atraganté con mi saliva. ¿Cómo un demonio se reía en presencia de su jefe, Lucifer? ¿Cómo era capaz de tratarlo con tanta... complicidad?

—Espero que te acostumbres a nuestra presencia —añadió Baal—. Supongo que ahora mismo quieres saltar a mi yugular —no le faltaba razón—, aunque debo advertirte que eso no terminaría conmigo, soy un poco más difícil de matar...

Baal masculló algo más con alegría mientras arrancaba el coche. Me agarré las piernas, regulando mi respiración. Estaba nerviosa, muy nerviosa. No sé qué podría encontrarme en el club de Lucifer, pero, tratándose de él, me esperaba a muchos demonios, puede que incluso un par de sacrificios humanos. ¿Habría pentagramas por todas partes? ¿Figuritas, o altares? Empecé a juguetear con mis dedos ante la idea.

—Tranquila —me dijo Baal tras unos minutos—, el Inferno es un club normal. Me extraña que no lo conozcas, teniendo en cuenta que eres joven y universitaria.

—No... —me aclaré la garganta al notar lo temblorosa que había salido mi voz— no me gustan los clubes nocturnos.

—Pues tendrás que acostumbrarte —comentó en respuesta—. Aunque seguro que te gustará.

—Tampoco te emociones —intervino Luc—. No la quiero por el club.

Baal le lanzó le una mirada extrañada, y yo mantuve mi boca cerrada.

—Pero...

—No —le interrumpió Luc—. Sé que Nina será una distracción, así que voy a minimizar su impacto al máximo. No necesita estar en el club.

¿Por qué iba a ser una distracción? Yo no pretendía hacerme amiga de demonios. Prefería clavarme un tenedor en el ojo. Por muy simpático que fuese Baal, sabía que esa era una faceta suya que cubría la maldad en su interior.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora