9: Dos tipos distintos de infiltrados

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Primero, el silencio reinó la sala.

Luego, estalló el caos.

Todos los cazadores mayores a nuestra generación empezaron a exclamar que era una misión suicida. Los más adultos, como los anteriores a Marcus y a Diego, discutían entre ellos con disconformidad. Muchos cazadores sentados a nuestro lado tenían la cara pálida y la boca cerrada. Ram bufaba y negaba, furioso y hablando para él mismo. Mi mirada cayó en Matt, y lo descubrí observándome con el rostro serio. Aguantó mi mirada, pero después de unos segundos giró su cabeza hacia un compañero que tenía al lado.

Ni siquiera me preocupé demasiado en analizar su comportamiento.

—¡Silencio! —Bramó Marcus. Todos se callaron al escuchar su grito—. Esta no ha sido una decisión tomada a la ligera. Necesitamos saber información sobre los demonios. Nuestras vidas corren peligro.

—¡Es una locura! —Exclamó una cazadora sentada en los primeros escaños. Volvió a formarse una conmoción en la sala, mientras los decanos intentaban apaciguar a la masa. Por suerte, estaba demasiado ocupada como para escucharlo todo. Mi cabeza se hallaba en otro sitio, muy lejano a la Tribuna de los Cazadores.

Tragué saliva mientras empezaba a maquinarlo todo para que encajase. La idea no sonó descabellada en mi cabeza, si no que cobró un increíble sentido.

Esta era la oportunidad de mi vida. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Si yo me infiltraba con los demonios, eso significaría que no traicionaría a la Academia al aceptar el trato de Luke. Y también significaba que podría salvar a Matt y Valerie. Todo encajaba. Era perfecto.

Dentro de la desesperación, era perfecto, me corregí. Trabajaría para Luke, y le pasaría información que fuese conociendo sobre los demonios a la Academia. Si tenía cuidado, todo saldría bien. No tendrían por qué pillarme, ¿no? Y si me pillaban, podría darme por muerta. Aun así, no me arrepentiría por haber escogido ese camino. Haría lo que hiciese falta para proteger a mis amigos, y a la Academia. Además, era lo suficientemente inteligente como para engañar a dos bandas.

Bueno, quizás no lo era, pero tampoco había mejor alternativa. Seguía encerrada en un callejón sin salida, y esta parecía una forma de escapar perfecta. Dentro de mí, sentía que era lo correcto.

—Aún estamos pensándolo bien —aclaró Marcus por encima de todos los susurros—, pero es la mejor opción que tenemos hasta ahora. Tampoco es la primera vez que utilizamos este recurso. Diego ya se infiltró, hace veinte años, en un núcleo urbano de demonios, y aquí lo vemos: sano y salvo —bromeó. Diego sonrió un poco, sin dejar de tener los brazos cruzados sobre el pecho. Nadie más rio en toda la sala.

—¿Y qué pretendes? —Preguntó Ram, levantándose y alzando la voz. No había salido elegido como nuestro decano, pero yo ya lo veía preparado para el puesto—. Vosotros no podríais participar en esta misión suicida, porque los demonios ya os conocen. Por lo que veo, todos los adultos —señaló a los escaños de la mitad de la sala— están demasiado escandalizados como para aceptar esta misión. Sólo quedamos nosotros. Es estúpido mandar a cazadores jóvenes, posiblemente futuras estrellas en nuestro mundo, a su inevitable muerte. Porque morirán si los mandáis. Los demonios ya no son tan tontos como antes.

—Jamás hemos dicho que mandaremos a los cazadores de la nueva generación —negó Marcus, con incredulidad.

—¡Es lo que hacéis siempre! —Exclamó mi amigo, con la mirada llena de odio y resentimiento.

—Ramírez, cálmate —le ordenó Diego, utilizando su famoso tono de mentor: frío y cortante—. No pensamos mandar a un cazador a una muerte segura sin más.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora