33: Provocando al Diablo

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Jueves, 13:00:

El viernes, Luc me permitió volver al club, donde estuve bailando toda la noche en la sala de los balcones. Asmodeus y Deva estaban castigados por lo ocurrido dos semanas atrás, por lo que se habían quedado en la habitación que tenía Deva en la planta de la Lujuria.

Si Luc pretendía mantener a Deva pura, estaba haciendo un mal trabajo.

Durante esa noche bailé con Baal, quien se había mostrado muy atento conmigo. Él no se drogaba tan a menudo como Asmodeus, y esa noche estaba limpio. Gracias a él descubrí que las drogas no causaban el mismo efecto en demonios que en humanos. El alcohol no alteraba sus sistemas, y las drogas fuertes tenían el mismo efecto que el alcohol en humanos.

Dante y Lucifer, por su parte, se quedaron sentados toda la noche. Hablaban entre ellos o con otros demonios mientras nos miraban. Sentir los ojos de Luc mientras bailaba fue extrañamente liberador.

Cada vez que cruzábamos miradas, Luc se estiraba, o se mordía el labio, o parecía decirme con los ojos: «Ven aquí». Y me costaba toda mi fuerza de voluntad no lanzarme a él.

Mis hormonas estaban muy alborotadas.

El sábado, soñé con él, y fue ahí cuando empecé a preocuparme. Estaba desarrollando una obsesión con Lucifer, pero no podía evitarlo.

El sueño se sintió tan real... me desperté sudando, jadeando y con el cuerpo ardiendo. Me costó horas volver a reconciliar el sueño.

El lunes, el martes y el miércoles, durante los entrenamientos, no podía despegar mi vista de él. Luc tampoco conseguía ignorarme tanto como antes, pero al menos sabía disimular mejor que yo. Cada vez que sus manos rozaban mi piel yo necesitaba minutos para recomponerme.

Mi plan de provocar a Lucifer no estaba funcionando bien, porque al final quien acababa sin respiración cada vez que nos veíamos a los ojos era yo, no Luc.

Además, durante nuestros entrenamientos reducíamos las conversaciones a simples órdenes, y el resto del tiempo, Luc desaparecía de mi vista. Así no podía utilizar mi (inexistente) encanto con él.

Un día, después de entrenar, le pregunté a Luc sobre la herida que se había hecho al matar al ángel que me apuñaló.

—Cicatrizan rápido —contestó.

—¿Y no te dolió?

Luc se encogió de hombros. Yo me quedé embelesada viendo cómo jugaba con el piercing de su labio.

—Es un tipo de dolor extraño. Parecido al que sientes cuando grabas algo en tu piel con fuego. Ya estoy acostumbrado.

Por sus palabras, supuse que en algún momento de su vida había experimentado ese tipo de dolor. Cuando quise pedirle perdón, Luc puso un dedo sobre mis labios. Luego, acarició mi mejilla con suavidad.

—No te disculpes. Yo tomé el riesgo, y no me arrepiento —me murmuró.

Poco más habíamos hablado. A pesar de todo, yo seguía intentándolo. Necesitaba distraerme de todos mis problemas con algo que ocupase mi mente, y Luc era ese algo. Si no me obligaba a pensar en él, recordaba mi conversación con Gabriel (a quien aún no había contactado), o el incidente con Ram, o la conversación con Daniela, la ex prometida de Matt...

Mi cabeza era una carrera en la que mis preocupaciones jugaban a ver cuál conseguía desmoronarme antes.

—Nina —me llamó una voz que no quería escuchar nunca más. Me giré con una bandeja de comida en mis manos y una mueca desafiante. Ramírez me miraba con ojos de cordero degollado en medio de la cafetería de la Academia—. ¿Podemos hablar?

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora