7: Matt y yo sólo somos amigos

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—¿Qué tal dormiste anoche? —Me preguntó Valerie, apareciendo detrás de mí. Acababa de llegar de sus clases de yoga, y mostraba una gran sonrisa en sus labios, la que tenía siempre que hacía algo que le apasionaba.

—Bien —contesté, frunciendo un poco el ceño.

—Hm... —su tono no auguraba nada bueno—. Dormiste con Matt, ¿no?

Suspiré durante unos largos segundos y me prepararé para lo que se avecinaba. Ya me había preparado para enfrentarlo pidiéndole a Matthieu que me diese excusas para encubrir nuestra guardia de ayer, pero él, incapaz de mentir, no pudo ayudarme demasiado. Matt nunca mentía, porque para él, el honor era ser honesto y veraz. Para mí, el honor era cumplir tus deseos, costase lo que costase.

—Sí —admití. Val se sentó a mi lado en nuestro sofá y me lanzó una mirada incriminatoria.

—¿Y dormiste bien? ¿Descansaste a gusto? —Cuestionó, fingiendo despreocupación, aunque yo sabía qué quería preguntar en realidad.

—¿Adónde quieres llegar con esto? —Demandé. Ella se encogió de hombros:

—Sólo quería saber en dónde y con quién pasó la noche mi amiga, quien sorprendentemente me avisó que no vendría a casa a la una de la mañana, mientras yo me moría por la preocupación que estaba sintiendo.

Hice una mueca y desvié mi mirada, con culpa. Val no mentía, seguramente lo había pasado mal ayer, esperándome, porque la cantidad de llamadas suyas que recibí lo demostraban.

—La próxima vez que ocurra eso, puedes avisarme antes para que no me alarme, ¿sabes? —Añadió, con indignación.

—No tenía el móvil, Val —le expliqué, lo cual era verdad—, lo siento. Salí con Matt y me dejé el teléfono en su casa.

—¿Saliste con Matt?

—Sí, quedamos para tomar algo —mentí—. Lo acompañé a su casa, me olvidé el teléfono allí, pero por suerte él me acompañó al trabajo y...

—¿Tomar algo? ¿Los dos? —Me interrumpió—. ¿Solos? ¿Cómo amigos?

—Claro —respondí. Justo entonces, me llegó una notificación anunciando un nuevo mensaje de Matthieu.

¿Mañana entrenamos juntos?

Y, prácticamente un segundo después:

Echo de menos nuestros combates cuerpo a cuerpo.

Yo echo de menos patearte el culo, respondí, sonriendo levemente. Aunque mañana probablemente perdería contra él, porque tenía que dar una clase con Ramírez temprano por la mañana.

La última vez que comprobé, fuiste tú la primera que terminó en el suelo.

Solté una risita sarcástica al leer su mensaje, recordando cómo hizo trampas para tirarme primero. Valerie indagó por encima de mi hombro, intentando leer la conversación. Aunque aparté el móvil de su vista, pudo ver el nombre de Matt, porque exclamó:

—¡Increíble! No entiendo vuestra relación, de verdad —farfulló, negando—. No comprendo cómo no estáis casados y tenéis cinco hijos.

Eso pensaba todo el mundo. En nuestra adolescencia, incluso los mismos profesores del instituto creían que estábamos saliendo, porque nuestra relación... era especial.

Tanto Matt como yo mataríamos el uno por el otro; y si llegásemos a perder al otro luchando, preferiríamos la muerte. Este tipo de conexión no era normal entre cazadores, porque, aunque amásemos muy intensamente, teníamos reticencias a entregarlo todo a nuestros seres queridos.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora