26: Los D'Argent confiesan

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(Amoris et sanguis: amor y sangre)

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(Amoris et sanguis: amor y sangre)

Viernes, 7:00:

Besé a Luc.

Luc me correspondió.

Luc se separó de mí antes de que la verdadera diversión comenzase.

Se arrepintió, aunque sabía que le había gustado tanto como a mí.

¿Me arrepentía yo de haberlo hecho? No. En el momento sentí que era lo correcto, y más cuando Luc me contó que mató a un ángel, marcando así su piel, para vengarme.

No es que necesitara sentirme protegida por Luc. Lo que necesitaba era sentir que Luc confiaba en mí, y que me ayudaría aunque fallase en mi cometido. Y eso fue lo que hizo él: confiarme la vida de sus compañeros, y salvarme cuando fallé en el intento de protegerlos.

Tenía ganas de besarlo, y así lo hice.

Y él me rechazó.

Suerte que me había lavado a consciencia para borrar las huellas de los dedos de Luc en mi piel. Suerte que me obligué a olvidar la visión de todos sus tatuajes expuestos.

Me sentía estafada. Muy engañada. ¿Qué era aquello en la mirada de Luc? Yo noté que quería besarme. Entonces, ¿por qué se apartó de mí cuando respondió con tal... intensidad? La piel se me puso de gallina al recordar cómo me besó.

Mi humor empeoraba por momentos.

Bajamos juntos al recibidor en ascensor, envueltos en una atmósfera tensa y en silencio. Al llegar, nos encontramos con Dante, Baal y Asmodeus.

—¿Y Deva? —Cuestionó Luc, quien llevaba su chaqueta de cuero cerrada ya que no tenía camiseta debajo. Yo llevaba su camiseta, y su olor intoxicante no me dejaba respirar.

Dante crispó sus labios al escuchar el nombre de la chica.

—Se ha negado a venir con nosotros —respondió Asmodeus, quien parecía tan feliz como siempre. Igual se había metido alguna raya antes de venir. A mí también me vendría bien una.

—Casi se desmaya en medio del recibidor —comentó Dante, con su cara culo habitual, pero al menos con mejores palabras. Me fijé en su rostro, y la verdad es que estaba fatal—. Nina, tráela hasta aquí. Seguro que a ti te hace caso.

Luc hizo el ademán de acercarse a mí para acompañarme, pero se lo impedí.

—No hace falta que me sigas a todas partes —le solté, con frialdad.

Él respondió con un asentimiento, pero pude notar que mis palabras lo molestaron por la forma en la que frunció su ceño. Así que ahora se hacía la víctima, ¿no?

Encontré el baño de aquel motel de mala muerte tras dar varias vueltas. Estaba muy enfadada. Uno, era viernes y no tenía batería en el móvil. Dos, anoche me apuñalaron con mi propia daga. Y tres, Luc me había hecho la cobra de mi vida.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora