12: Pacto con el Diablo (parte 2)

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En cuanto entré en la sala y noté la presencia de otro demonio mayor, casi salgo corriendo de allí, si no fuese porque Dante cerró la puerta detrás de mí. Lo maldije silenciosamente.

El demonio en cuestión estaba sentado en un sofá negro, situado a un lado de la oficina. Lo primero que me llamó la atención fue su pelo castaño caoba, con reflejos rojos repartidos por toda la cabeza, en un corte largo por la nuca y corto a los lados.

—Bien, ya estamos todos —anunció Lucifer, que se había sentado detrás del escritorio enorme y vacío. Había estanterías a ambos lados de las paredes, y un sillón que parecía de cuero a la izquierda, delante del escritorio. Era un despacho simple, antiguo y sobrio—. Esta es Nina, como ya sabéis.

—No dejaste de hablar de ella en medio año, claro que sabemos quién es. Tengo su nombre grabado en la mente —comentó el chico pelirrojo. Al notar que lo observaba, me dijo—: Asmodeus. Encantado de conocerte. Me levantaría y te besaría la mano, pero entonces Luc se pondría celoso. Es muy posesivo con sus amigos.

Luc ignoró al demonio.

—¿Asmodeus... —empecé, con la voz extrañamente débil— como el Asmodeus?

El chico bufó con diversión al escucharme:

—No creo que haya muchos más Asmodeus por aquí, ¿no? Al menos, no tan impresionantes como yo.

—¿Pero tú no... no tienes cuernos y cuerpo de cabra o algo así?

Asmodeus se echó a reír. Tenía una voz grave, atrayente, y relajante. Volvió a mirarme, y descubrí que sus ojos eran de color oscuro indefinido.

—Seguro que unos cuernos de cabra me harían más espectacular, pero no tengo de eso.

El demonio lamió sus labios y sonrió abiertamente, con genuino interés brillando en sus ojos. Tenía los labios muy perfilados y rosados.

Su belleza era peligrosa, como la de Lucifer. Podría perderme en sus ojos intentando discernir de qué exacto color eran. Poseía unos pómulos altos, y sus ojos también tenían un aspecto afilado, como si fueran los de un felino. Desde aquí también podía notar que olía bien. No tenía claro a qué exactamente, pero me recordaba al olor del calor que sentías al abrazar a alguien.

—Tienes que disculparnos el comportamiento de Asmodeus —comentó Baal—. Él es... en fin.

Asmodeus, me repetía una y otra vez. Escuchar ese nombre me recordaba a los años en los que Matt y yo estudiábamos las jerarquías de demonios, riéndonos de los estúpidos nombres que tenían, y rezando por dentro, rogando que nunca nos los encontrásemos. Porque, en la Academia, lo primero que te enseñaban era que, al ver a un demonio mayor, corriésemos.

Mis piernas querían correr. Tenía tan interiorizado ese mensaje, que sólo quería correr para hallar la salida. Baal no me había parecido una amenaza a tener en cuenta, y Lucifer no me mataría —por ahora—, pero Asmodeus, representante del pecado de la lujuria, me estaba sonriendo a pocos metros de distancia.

No tenía fuerzas contra ellos. Era inútil tratar de mantenerme callada, o parecer asustada, porque no tendrían compasión por mí. Tampoco podía luchar contra ellos, porque acabaría muerta. Ahora mismo, sólo podía mirar al frente y esperar a que todo aquello terminase.

—Se en lo que estás pensando —me dijo Asmodeus, sonriéndome. Evité su mirada con rapidez, temiendo que pudiese arrancarme la cabeza con la mirada—, no puedo ni quiero hacerte daño, porque si lo hago Luc querría arrancarme los ojos, y les tengo bastante cariño.

Luc levantó las comisuras de sus labios en una mueca irónica al escucharlo, pero lo ignoró.

—Ven aquí y terminemos con esto de una vez, Nina —al ver que me mantenía estática, me ordenó—. Acércate.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora