17: No todos los ángeles son buenos

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Mi mano, como si no me perteneciese, agarró el cuello de Luc con rapidez. Atacarlo fue un gesto natural, inconsciente y eficaz.

Su piel se sentía cálida contra mis dedos. Me volvió a extrañar esa sensación, aunque no era la primera vez que lo tocaba. En mi cabeza, siempre pensaba que su piel sería parecida a tocar mármol: de tacto frío y duro. Desde cerca, pude ver que los ojos de Luc se habían oscurecido, y el color era parecido al del metal del piercing entre sus cejas.

Me seguía sacando más de una cabeza y era el triple de fuerte que yo, pero estaba tan furiosa que no había podido reprimir mi ataque.

Me provocó. Sí, por eso ahora estaba sonriendo. Porque me provocaba a propósito para conseguir esta reacción en mí.

—Eres un capullo —exclamé, apretando mis dedos. ¿Cómo se atrevía a mencionar a mi familia? No me importaba tener que matar ángeles, porque estaba aquí para ello a cambio de la vida de mis amigos. Lo que sí me importaba era tener que soportar a Lucifer poniendo mi familia en su boca.

—Y tú no tienes miedo a la muerte —respondió, sonriendo un poco. Mi mirada se centró en el piercing de su labio.

—Estás enfermo —solté, con incredulidad.

—No soy peor que tú. Ahora suéltame, porque si te pongo un dedo encima, no conseguiré controlarme —gruñó, frunciendo un poco su ceño y haciendo que sus cejas escondiesen su piercing.

Atrévete, anda.

—Llevas dos semanas amenazándome constantemente, pero no veo que cumplas tus promesas —comenté, con tono insolente, como si fuese una niña pequeña.

¿Estaba loca por seguirle el juego y provocarlo como contraataque? Sí.

¿Me importaba? Muy poco.

—Sabes bien que no te he buscado tanto para matarte yo mismo —contestó, agachando su barbilla y manteniendo esa pequeña sonrisa fría en sus labios. Definitivamente, estaba demente—. No te infringiría ese tipo de daño.

Mi cabeza se había quedado procesando lo primero que dijo Luc, demasiado ocupada en eso como para pensar en sus otras palabras.

—¿Que me has buscado...? —Repetí.

—Eres tan valientemente ingenua, Nina —murmuró—. Mírate, provocando al Diablo en su propio hogar —con un movimiento fluido y ágil, apartó mi mano de su cuello y me giró en mi sitio con un brusco empujón.

Con su mano sobre mi muñeca, colocó mi brazo encima de mi pecho. Mi espalda chocó contra el torso Luc, y él me sujetó para que no me cayese hacia un lado.

—Esta valentía tuya va a matarte —comentó muy cerca de mi oreja, sin soltarme—. Suerte que nos tienes para impedirlo.

Tenía el rostro de Luc justo detrás de mi nuca. Cada palabra que soltaba pasaba por mi piel, y su tono grave no hacía nada por mejorar el cosquilleo que me provocaba en el estómago. Quise pensar que lo que sentía era asco.

—No me has respondido —le recordé—. ¿Cómo que me has estado buscando?

—Como siempre te digo: ahora no te hace falta saberlo.

Ya basta de estupideces, pensé con furia.

—¿Y cómo sabes lo que le ocurrió a mi familia? ¿Por qué lo sabes? —Inquirí, controlando mi voz para que no temblase.

—¿Por quién me tomas? Te dije que sé todo sobre ti—respondió—. Y también te dije que no miento. Usaré lo que sé en tu contra cuando quiera.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora