32: Culpabilidad y redención

4.4K 451 111
                                    

Gabriel.

El arcángel Gabriel.

¿Ese chico con el que hablé era el famosísimo arcángel? No sé por qué me sorprendía tanto. Todo era posible en esta vida tan surrealista que tenía.

Levanté mi mirada y me encontré con los ojos grises de Lucifer, quien me observaba con atención. Estaba viendo un patrón de comportamiento que no me gustaba nada en él: Luc tendía a ignorarme hasta un punto, explotaba, y luego volvía a ignorarme porque se arrepentía. Y sabía que sería así una y otra vez. ¿Cuánto podría aguantarlo?

—Me dijo que le caías bien —conseguí decirle, como si eso lo explicase todo.

—Claro que te dijo eso —bufó, con ironía—, y tú te lo crees.

Decidí ignorar su comentario mordaz.

—¿Crees que él sabe algo sobre mi familia?

Luc se encogió de hombros.

—Y aunque lo supiera, ¿para qué te lo iba a contar? —Inquirió, dejando espacio entre nosotros—. No gana nada haciéndolo.

Lucifer gruñó y pasó una mano por su pelo. Ahora que ya no lo tenía cerca podía pensar con claridad. Tras una semana sin su toque me había olvidado de lo mucho que me afectaba, lo cual ya empezaba a cabrearme.

—¿Qué estará planeando? —Exclamó para sí mismo—. Quiere tenerte cerca, pero ¿para qué?

—¿Y si sólo quiere ayudarme?

Quizás Gabriel era un buen ángel y Luc sólo estaba sobreactuando.

—¿Crees que si sólo quisiera ayudarte dejaría que me hiciesen saber que te ha encontrado? —Me preguntó, con una risa seca—. Porque no, no me enteré por arte de magia como tú crees. Un demonio irrumpió en el club de repente diciendo que había conseguido atrapar al arcángel Gabriel, pero que una cazadora mató a su compañero y lo salvó. Imagínate mi sorpresa cuando el demonio describió a la cazadora como: alta, morena, con el pelo rizo negro y con gran destreza lanzando dagas.

Sonreí un poco, sintiéndome arrogante. Un demonio pensaba que tenía mucha destreza...

—No te halagues a ti misma —me reprochó—. Si el interés de Gabriel fuese genuino, habría matado al demonio que se te escapó, y querría mantenerse en secreto.

Luc tenía razón.

—No sé qué quiere de ti, ni de mí, pero tengo que descubrir qué es. Y tú tienes que mantenerte alejada de él —declaró, con un tono que no dejaba lugar a quejas.

Mordí mis mejillas y aguanté mis ganas de montarle un espectáculo. Aunque Gabriel tuviese intenciones ocultas, quería hablar con él y preguntarle sobre mi familia, y lo iba a hacer. Si a Luc no le gustaba, pues que se aguantase.

—Eres un descarado —comenté, con tranquilidad—. Me has ignorado durante siete días y ahora vienes aquí a demandar que haga lo que tú quieras.

Lucifer bajó su mirada, y justo cuando pensé que estaba arrepentido, soltó un bufido cansado parecido al de una vaca.

—Ya sé que lo que hice está mal, pero necesitaba pensar —se excusó.

—¿Pensar el qué?

Sus ojos me lanzaron una mirada escéptica.

—Pensar sobre lo irracional que es esto —nos señaló como si eso aclarase todo.

Esto es atracción física —le dije mientras recogía algunas cosas del suelo, como mis dagas. Intenté que mis palabras sonasen despreocupadas—. No es para tanto.

INFERNO: Pacto con el Diablo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora