Third Side

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—Oye, Suzzi. Una cosa es que te de apuro quedarte en mi casa —Helena salió de la cocina para encontrarse con la pelirroja en la sala de estar—, y otra es que ya estés buscando un apartamento para irte. ¡Sólo han pasado cuatro días!

Suzzi hizo una mueca y se agarró del brazo de la rubia— Es bonito, ¿no?

—Hombre, si te gusta vivir en un edificio frío y desolado —dijo en tono despectivo.

—Me gustan los edificios fríos y desolados. Este es suficientemente frío, sí —comentó con sorna la hermana.

Helena suspiró— En fin. No estará tan mal cuando lo hayas decorado, supongo.

—Claro que sí. ¡Ah, por cierto! Me han llamado de uno de los periódicos a los que envié el curriculum.

—¿Tan pronto? ¿Qué periódico?

Suzzanne colocó las manos extendidas con una expresión emocionada— ¡The Review!

—¡No me digas! —Helena soltó un gritito y abrazó a su hermana.

—Cobraré el primer pago a final de mes, así que te devolveré el dinero para entonces.

—Mira, no quiero oír una palabra sobre dinero —negó con rotundidad Helena.

—Pero te lo tengo que devolver, no puedo dejar que lo pagues tú —la pelirroja hizo un mohín indignado. Recibió un gesto amenazante del dedo de su hermana, que le provocó la risa—. Demonios, qué tozuda.

—No más que tú, maldita pelirroja autosuficiente —le atizó un golpe con el puño en el brazo, tal vez demasiado brusco.

—Bueno, bueno. No me des una paliza por ello —se burló la chica sobándose el lugar del impacto.

—Tengo que irme ya, Suzzi. Charlie me espera en el Sefton para ir a comer —cogió su bolso sobre el sofá y se lo colgó—. ¿Quieres venirte?

—No, tranquila. Voy a llamar al periódico para preguntar a qué hora tengo que estar mañana y eso. Además quiero familiarizarme con mi nuevo apartamento —sonrió dentuda apoyando un brazo en la repisa de una estantería.

—Está bien —se resignó Helena—. No vayas a perderte, ¿eh?

—Claro que no, ahora vamos a ser vecinas como quien dice —se acercó a la rubia y la abrazó de nuevo—. Podemos ir a cenar mañana, ¿qué te parece?

—¡Genial! Te tomo la palabra —le dedicó una última sonrisa y salió del apartamento despidiéndose con la mano.

Suzzanne se quedó sola finalmente. Se sentó en un pequeño sillón de la sala. Observó la estancia con curiosidad y hastío. Todavía tenía muchas cosas en la cabeza, pero estaba satisfecha con el nuevo comienzo que estaba dando a su vida.





[...]





Una semana después, Suzzanne ya se había estabilizado en su nueva residencia. No terminaba de acostumbrarse a las diferencias que tenía la ciudad comparada con Londres, pero era la menor de las problemáticas.

—¡Ya voy, Helena! —dijo a voces desde la cocina ante el sonido del timbre en la puerta—. ¡Se me va a pegar el salmón por tu culpa!

Abrió la puerta apresuradamente con una cuchara de madera en la mano.

—¡Eso sería una calamidad, cuidado con ese salmón! —dijo bromista apoyándose en el marco de la puerta.

Suzzanne se sobresaltó ante la visita sorpresa que tenía ante ella—... ¡Collin!

—Hola, Suzzanne —le sonrió de medio lado con diversión—. Siento poner en peligro tu almuerzo.

—¡Claro que no! ¿Pero cómo es que estás aquí?

—¡Ya estoy aquí, Suzzi! No encontraba aparcamiento —Helena apareció por la escalera del edificio antes de que respondiera Collin. Se quedó mirándole cuando llegó hasta ellos.

—Ah, Helena —Suzzanne señaló al muchacho aún sorprendida—. Él es Collin. Collin, esta es mi hermana.

—Encantado —Collin le ofreció su mano a la rubia.

—Igualmente —dijo algo seca, no muy habilidosa con las presentaciones.

—Trabajábamos en la misma revista en Londres —explicó la pelirroja.

—Disculpad la intromisión, parece que he llegado en un mal momento —se disculpó el joven.

—No, hombre. Pasa. Pasad los dos —instó la dueña del apartamento recordando el salmón y volviendo a la cocina.

Collin dejó entrar primero a Helena y los dos llegaron a la sala de estar.

—Estoy aquí porque desapareciste de repente y estaba algo preocupado —dijo en voz alta él para que lo oyera la chica.

—Ah, ya veo. Disculpa por eso, tendría que haberme despedido antes de marcharme —respondió ella en la distancia.

—Me encontré a tu amiga Mary y ella me dio tu dirección.

—Suzzanne, eres un desastre. ¿Te fuiste sin decir ni adiós? —le riñó su hermana sentándose en el sofá cruzando las piernas.

—Fue precipitado, no lo pensé demasiado —se excusó ella sacando la cabeza por la puerta y haciendo una mueca.

—Esta chica... Siempre haciendo las cosas deprisa y corriendo —comentó Helena mordaz con sorna.

—¡No seas antipática! —Suzzanne volvió a asomarse, sacándole una risotada a Collin.

—No pasa nada, pero quería asegurarme de que estabas bien. Y como al parecer aún no tienes teléfono, decidí venir —siguió el muchacho sentándose frente a Helena en el salón.

—Gracias, estoy muy bien —la muchacha salió por fin de la otra habitación con una bandeja en la que había servido el almuerzo—. Te quedas a comer, ¿no?

—No quisiera importunaros —dijo el muchacho poniéndose en pie otra vez.

—Claro que no importunas, hombre —Helena se puso a su lado, siendo casi de su misma gran estatura, y le dio unos golpes con la mano en el hombro—. Ha venido desde Londres para ver a esta desconsiderada, tienes que quedarte a comer por lo menos.

—Así pruebas mi salmón —Suzzanne señaló el plato con un gesto divertido.

Collin volvió a reír y se aclaró la garganta— En ese caso, será un placer.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora