Forty-Third Side

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La pelirroja caminó más despacio de la cuenta hasta la puerta de su casa, hasta por fin llegar y abrir.

—Hola, Amanda. Pasa —dijo rápidamente, apartándose para dejarla entrar.

—Hola, Suzzi —dijo ella con una sonrisilla mientras pasaba al interior. Llevaba en las manos un paquete que parecía ser de alguna confitería.

Collin se levantó del sofá y se acercó a la entrada— ¡Hola, Amanda!

—¿Qué tal, Collin? —le saludó la morena alzando una mano con ligera torpeza.

—Bien, bien —asintió él sonriente—. Estaré trabajando un poco, no quiero molestaros.

—¡No, que va, si no molestas! —se apresuró a decir la invitada con apuro, mirando a Suzzanne.

—Es su forma educada de escabullirse con sus libros de Betty Crocker —dijo la pelirroja sacudiendo una mano.

—Oh... En ese caso —Amanda rió un poco.

—Nunca se sabe cómo de emocionante será una receta de salmón ahumado con miel —les guiñó un ojo a las dos, mirando un segundo más a Suzzanne antes de cerrar la puerta del despacho que compartían.

—Parece de buen humor —dijo tímidamente la morena en voz baja—. Me alegro mucho.

Suzzanne asintió y esbozó una sonrisa— Vayamos al salón —sugirió andando primero. Se arrepintió hasta la médula de haber invitado a Amanda a su casa, quejándose a cada segundo mentalmente por la irracionalidad que emanaba aquella situación, y sobre todo su actitud—. ¿Y Evelyne?

—Ha quedado con unos productores de teatro, o algo así —dijo la morena detrás de ella, dudando para sí misma.

—Ya veo —se sentó en el sofá y esperó a que su invitada tomara asiento también.

—¡Ah, sí! —dejó el paquete que había cargado en la mesa de café, recordando entonces su existencia—. He traído brownies. Espero que no se hayan machacado mucho, se me resbalaron antes en el coche de Evelyne... —apretó los dientes con gesto culpable.

Suzzanne rió un poco y observó cómo abría el envoltorio con cuidado. Suspiró para sus adentros. Recordaba la última conversación que había mantenido con Freddie, corta e inservible. El día después de la fiesta tras el concierto había quedado con él, echando humo por las orejas. No sabía si estaba molesta por cómo estaba siendo insincero con Amanda, o si estaba molesta porque se sentía en la obligación de corregir aquella situación. Freddie le había dicho que hablaría con ella pronto, pero no se lo había creído. No dejaba de repetirse que no era asunto suyo, en el fondo. Podría ignorarlo y dejarlo estar. Al fin y al cabo, se consideraba la mayor mentirosa de la Tierra, ¿quién era ella para hacer que los demás fueran francos?

—¿Suzzanne? —la mano de Amanda sobre su antebrazo la sacó de su desasosiego interno—. ¿Estás bien? Parecías muy preocupada por algo.

Sacudió la cabeza e hizo una mueca— ¡Nada, nada! Me he quedado pensando en mis cosas por un momento, perdona.

Otra vez se estaba preocupando demasiado, reflexionó. Amanda la miraba con intranquilidad.

—¿Un brownie? —se le ocurrió decir, acercándole el pequeño bizcocho, con una sonrisa ladeada que parecía gritar incomodidad por no haber sabido qué otra cosa hacer.

La pelirroja lo aceptó, preguntándose cómo iba a ser capaz de hablar con ella con calma, y de comerse aquel brownie. Se preguntaba si en las expresiones tan puramente naturales de Amanda encontraría también algún rastro de desazón por lo que sucedía a su alrededor. Pero estaba convencida de que no sabía absolutamente nada. Y la envidió.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora