Eleventh Side

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Se encontraban en la sala de estar de Marline. Suzzanne hacía unos momentos que sólo prestaba atención al vinilo de los Beach Boys del 66 dar vueltas sobre sí mismo, con la aguja del tocadiscos marcando su paso.

—Suzzanne, ¿quieres un poco más de té? —ofreció Marline alzando la tetera en su dirección. Suzzi tardó un poco en reaccionar del todo.

—Oh, sí. Por favor —sonrió aún distraída y le acercó su taza para que le sirviera.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Collin poniéndole una mano en el hombro.

—Aún estoy un poco desorientada por haberme dormido en el coche —dijo con una risilla divertida—. Tu casa es muy bonita, Marline.

—Gracias, Suzzanne. No es tan moderna como quisiera, pero está bien —la escuálida y risueña muchacha se dejó caer en el respaldo de su sillón. Era callada y seria, pero tenía cierta dulzura en la forma de mirar. Carraspeó de forma recatada y se encogió hacia delante con los codos sobre las rodillas, dejando caer su larga melena negra por un lado—. Collin me ha dicho que también eres periodista.

La chica asintió recolocando la manga derecha de su camisa— Estoy intentando conseguir un buen puesto en alguna revista musical de Liverpool.

—¿Por qué no te quedas en Londres? Aquí seguro que tienes más oportunidades —comentó Marline sin mala intención. Suzzanne sonrió buscando sus razones.

—Allí tengo a mi hermana, y...

—Liverpool es un sitio interesante para vivir también, Marline —intervino Collin con su taza entre las manos, sentado al lado de Suzzanne. Ella le miró y el muchacho le dedicó una mueca.

—No lo dudo. A ver si voy a visitaros en alguna ocasión, ¿no? —contestó la chica con una sonrisa tranquila, sin querer incomodar a su visita.

Los tres fueron a su pequeño jardín, a tomar un poco de sol y recibir aire fresco. Suzzanne tomó una gran bocanada de aire. Observó en tercer plano a Collin charlar tranquilamente con su hermana. Tenían una relación afable entre ellos, pero a la pelirroja le pareció distante. No sabía si en sus valoraciones influía su bajo estado de ánimo.

—¿Vamos a tomar algo? —sugirió la más joven de los tres con una expresión jovial.





[...]





La luz de la mañana se coló por las rendijas de la cortina, llegando hasta el fondo de la habitación. Suzzanne se desperezó bajo la fina sábana.

—¿Has dormido bien? —preguntó desde el baño contiguo Collin al oírla bostezar.

—Tengo resaca aún, pero sí... —dijo con voz lánguida la muchacha, sacando los brazos por encima de la tela.

—¿Quieres una aspirina?

—Desayunemos zumo de tomate y pasémonos el día en la cama —ella se giró sobre sí misma rodando por el colchón. Oyó a Collin reír un poco. Al momento regresó al dormitorio y se unió a ella.

—Me parece una buena idea —la abrazó y apoyó su barbilla en la coronilla de la muchacha.

—No sabía que eras un fiestero de los que aguantan hasta las seis de la mañana —Suzzanne se dio la vuelta para mirarle.

—Y yo no sabía que se podía beber tanto coñac de una sola vez —comentó con sorna agarrándole la nariz.

—¿Quién coño eres, Collin? —dijo de repente ella, con una expresión algo más seria y la voz ronca.

—Un enorme mentiroso. Igual que tú.

—Deja de llamarme mentirosa.

—Lo eres. Haces lo mismo que yo. Aguantar a los demás con una sonrisa falsa —declaró con parsimonia.

La chica hizo una expresión de ligero enojo. Luego bufó— Eres odioso.

—¿Qué te pareció mi hermana?

—Un encanto. Igual de odiosa que tú —soltó con una risa malévola al final.

—¿Verdad?

—¿Cuándo me he acostumbrado tan rápido a ser demasiado sincera contigo?

Le plantó un beso en los labios y le guiñó un ojo— Sé que quieres escapar de Londres lo antes posible. ¿Qué te parece si vendo mi casa y nos vamos los dos a Liverpool escuchando tus cintas?

—¿Y tu trabajo, Collin? ¿Y esta pedazo de casa? —dijo ella alzando ambas cejas.

—Todo eso me da igual si necesito conducir cuatro horas para verte.

—Vives en una maldita novela rosa —dijo seca para después sonreír de oreja a oreja.

Collin desapareció en dirección a la cocina para pedirle a Richard que les trajera el desayuno. Suzzanne se levantó y se puso una bata del dueño de la casa que colgaba del respaldo de una pequeña butaca. Se acercó a la ventana para observar la barriada y los alrededores que podían verse desde allí.

—Si mi vida fuera una novela rosa, yo ni siquiera sería la protagonista —murmuró con tono cómico con una sonrisa amarga, para después reírse de sí misma, achacando el comentario a la resaca y al aturdimiento con el que había despertado.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora