Fifty-Fifth Side

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—Fred... Freddie, lev-levántate... —murmuré en un hilo de voz. Intentaba tirar de sus brazos, pero apenas conservaba un ápice de fuerza para llevarlo conmigo lejos de la carretera.

Los gritos de Evelyne no me dejaban pensar, sólo quería que Freddie reaccionara. No dejaba de mirar fijamente a la calzada, tirado de rodillas en la acera, como ausente.

—Freddie... —repetí, ya prácticamente inaudible. Lloraba y lloraba, y ya no podía respirar. ¿Era aquello real? ¿Una pesadilla?





[...]





Se levantó demasiado temprano, como cada mañana desde hacía mucho. No podía seguir durmiendo, malgastando el tiempo según su inconsciente. Estiró los brazos y se quedó sentada en su lado de la cama, con los pies apenas rozando la moqueta y la luz del amanecer entrando por los huecos de la cortina clavándose en su rostro. Suspiró y dejó caer la cabeza, pensando en la pesadilla que ya había tenido mil veces.

—¿Qué hora es...? —Collin giró hacia ella en el colchón, aún aletargado.

—Son las cinco, vuelve a dormir — dijo ella con voz suave, dándose la vuelta y acariciándole la espalda.

—Tú también tienes que dormir... —pronunció con voz pastosa alcanzando su brazo.

—Voy al baño, ahora vengo —le susurró antes de soltarse y levantarse de la cama.

No fue al baño, y en su lugar salió de la habitación despacio y cerró la puerta tras ella, dejando a Collin dormido de nuevo.

Entró en la cocina. Agarró un paquete de Rothmans y un mechero que descansaban en la mesita y salió por la puerta al jardín, que vagamente era iluminado por los rayos anaranjados del incipiente comienzo del día. Cogió aire profundamente, resultándole excesivamente complicado. Como si sus pulmones se cerraran con cada presencia y aire puro.

Tomó asiento en la mesa de madera que descansaba sobre el césped. Sacó un cigarrillo y lo encendió, dándole caladas largas hasta acabarlo y encender otro, simplemente mirando al cielo con ojos cansados. Aquel 17 de julio de 1983 no iba a ser mejor que el del año anterior. Ni del anterior. Un día más, pensó. Solo eso. Y estaba harta. Tener arrepentimientos era una de las cargas más pesadas que llevaba consigo.

—Hey —no sabían cuántas horas había pasado allí sentada, pero suficientes para haber acabado un paquete nuevo de tabaco y para que Collin apareciera detrás de ella después de despertar—. Buenos días.

—Hola —dijo soltando el mechero, al que llevaba un rato dando vueltas sin poder usarlo.

—Deberías haber intentado dormir un poco más, Suzzanne —Collin se sentó en una de las demás sillas libres—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—No podía dormir más —resumió ella sacudiendo la cabeza. Resopló y se esforzó por sonreír un poco—. ¿Quieres desayunar?

—Hoy me toca prepararlo a mí —el muchacho le cogió una mano y se la estrechó con cariño—. ¡No te muevas! Lo traeré aquí cuando esté listo.

—¿Antes de no moverme puedo ir al baño? —dijo en un intento de sonar bromista.

—Claro —Collin se rió y le dio un beso en la mejilla antes de dirigirse a cocinar.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora