Forty-Sixth Side

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—¡Regina! —exclamé al aparato con la mirada de toda la gente de la cola clavada en mí a través del cristal—. ¿Me escuchas? El concierto empieza en una hora, creo. ¿Vas a venir al final? Que son los teloneros de Pink Floyd, ¡no te lo puedes perder! ¿Regina?

—¿No te oye? La cabina debe de estar estropeada —Mary miró con apuro detrás de ella al señor que tenía que llamar a continuación.

—Mierda —colgué el cacharro y resoplé. Ambas nos apartamos para dejar a los demás intentar llamar desde el aparato disfuncional.

—Podría haber venido con nosotros en la furgoneta de Roger —dijo algo apenada Mary.

—Creo que no le apetecía de todas formas. Lleva unos días haciendo jazzercise con un programa de la tele y tiene agujetas a rabiar —dije bromista recordando el traje de gimnasia que se había comprado Regina.

—¿Jazzercise? —se rió un poco llevando la mano a su boca—. Tengo que ir al servicio. ¿Vas con los chicos? —Mary señaló hacia el pequeño almacén que les habían dejado a nuestros amigos para arreglarse antes del concierto.

—Sí, pero si quieres te acompaño.

—Da igual, ahora voy para allá —sonrió y salió hacia los baños rápidamente.

18 de noviembre de 1973, y Queen tenía la oportunidad de ser el grupo telonero de Pink Floyd en un concierto. Estaba tan entusiasmada que podría ir dando brincos a todas partes. Ellos parecían tranquilos, pero los conocía lo suficiente como para saber que se morían de ganas por empezar.

Me cerré la chaqueta de cuero y sacudiendo los pantalones a cada paso me dirigí a donde se encontraban los cuatro muchachos, que no estaba muy lejos. Ya estaba casi a un metro cuando una chica de melena castaña salía despavorida por la puerta en dirección a la entrada del edificio. Alcé las cejas desconcertada y me apresuré a entrar.

—¿Pero qué les hacéis a las fans? —pregunté nada más asomar la cabeza adentro.

—Joder, Suzzi, qué susto —se quejó Roger agriando el gesto.

—Bueno, perdona, por no ser Marisa Berenson —solté una risotada seca y me senté en el sofá—. ¿Qué le habéis hecho a esa chica, eh?

—Pregúntale al violento de Freddie —el rubio señaló a Freddie al otro lado, que tenía una expresión de penuria.

—¡No soy violento! ¡Es que salió de la nada! —explicó a medias haciendo gestos con los brazos.

—Si vieras el placaje que le ha hecho —Taylor se sentó a mi lado con aire confidente.

—¿Un placaje? ¿Es que confundió a Roger con Rod Stewart y le has defendido? —dije con guasa recibiendo un empujón del mencionado.

—No ha sido ningún placaje, no le hagas ni caso a la rubia cuentista —Freddie sacudió una mano como dando aire a Roger—. Simplemente la he empujado al salir y se ha... desmayado.

—¡Desmayado! —rompí a reír sin querer—. Madre mía, empiezan pronto las groupies.

—No sabía ni quiénes somos, un auténtico desperdicio de desmayo —Roger negó con la cabeza decepcionado.

—Pobrecilla, en realidad se ha debido de asustar al verle —señalé a Rog con el pulgar mirando a Freddie, que soltó un hilo de risa.

—¡Eh, que el que le ha arreado el sopapo ha sido Freddie! Yo la he recibido amablemente.

—¿¡Pero qué sopapo, idiota!? ¡Sólo la he empujado sin querer! —el moreno arrugó la nariz y puso los brazos en jarras.

—¿Le has pedido el número de teléfono también? —dije yo a Roger alzando las cejas prediciendo la respuesta.

—No me ha dado tiempo, salió pitando antes. Pero sé que se llama Amanda —resolvió el rubio como un logro, haciendo que me riera otra vez—. Llevaba una camiseta de Pink Floyd.

—Como la mitad de la gente que ha venido hoy, Roger —dijo John entrando detrás de Brian por la puerta.

—Hola, chicos —saludé a ambos, que me devolvieron el gesto.

—Justo os vais a por comida y os perdéis a Freddie atacando a fans de Pink Floyd —Roger les observó con escrutinio—. ¿Y la comida?

—Fuimos a comer, no a traerte comida —replicó May sacudiendo los rizos y recibiendo un gruñido por parte del rubio.

—¿Qué le has hecho a las fans de Pink Floyd? —John se acercó curioso a Freddie.

Mercury abrió los ojos en demasía y se calló un momento hasta que alzó una mano hacia Roger— ¿Desde cuándo Roger cuenta las cosas como realmente han pasado y es una fuente fiable?

—Le hizo un placaje mortal a una chica llamada Amanda. Yo lo vi, soy el único testigo con vida —Roger llevó ambas manos a su nuca para apoyarse en ellas.

—Pobre Amanda, la fan de Pink Floyd misteriosa —dije con aire dramático.

—¿Un placaje? Freddie, entiendo que estés nervioso pero esas cosas no están bien —se burló un poco Brian apoyándose en la pared.

—Dime que al menos te quedaste la camiseta de Pink Floyd —siguió John con una risilla al final.

—Malditos seáis todos —Freddie les señaló con el dedo índice y corazón de la mano derecha entrecerrando los ojos.

—Bueno, venga. No seamos malos, ha sido un desafortunado accidente —intenté ayudar un poco con sonrisa gatuna—. Ella pudo escapar después de todo.

—Luego puedes ir a buscarla como un acosador para disculparte —sugirió Roger asintiendo.

—¡Claro que no! Que vergüenza —se escandalizó Mercury agitando las manos.

—No te da vergüenza llevar licra pero sí buscar a esa tal Amanda para pedirle perdón. Interesante —Brian se llevó una mano a la barbilla.

—No podemos juzgarle, le ha visto con Roger —dijo John escondiéndose detrás de unas cajas entre risas.

—Deacon, Deacon, que nos vemos las caras en el parking —amenazó Roger causándole más gracia.

—Ya me he hartado de vosotros, panda de botarates —Freddie se cruzó de brazos y se sentó en una de las sillas plegables que les había dejado el equipo técnico.

Me puse de pie y rebusqué en mi bolso— Venga, ¿queréis jugar a las cartas hasta que os vayáis a tocar? He traído una...





[...]





—Suzzanne. Suzzanne, despierta —me sacudían por el brazo levemente hasta que me acabé despertando. Collin sujetaba el teléfono con los ojos desorbitados.

—¿Qué...? ¿Qué pasa? ¿Quién es...? —pregunté pasándome el dorso de la mano por los ojos e incorporándome.

—Es Keith. Están en el hospital, Sienna se ha puesto de parto —dijo rápidamente apuntando al teléfono.

—¿De parto? Pero si le quedaban dos meses —me desperté del todo con aquella noticia. Llevé la vista a mi muñeca para comprobar que eran las siete de la mañana—. Vamos para allá.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora