Thirty-Ninth Side

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—Muy... bien —Suzzanne sujetaba la manga pastelera con sumo cuidado, sacando la lengua como signo inconsciente de concentración. Intentaba rodear el borde de la tarta, pero con un ruido del exterior acabó saliéndose de la línea imaginaria que seguía—... ¡Mierda! ¡Joder! ¿Qué ha sido eso?

Soltó la manga pastelera contemplando el error en la nata sobre el chocolate de la base de la tarta. Murmuró más quejas y se pasó las manos por el delantal. Miró a la ventana de la cocina, que daba al jardín trasero de la casa. Se acercó suspicaz para descubrir quién había trastornado su abstracción con el reciente disco de T. Rex, Daddy in the Underworld, sonando desde la sala de estar. Abrió la ventana y asomó la cabeza frunciendo el ceño. No parecía haber nada raro, así que se dispuso a entrar. Y entonces se oyó un maullido.

—¿Eh...? —dijo girándose otra vez y encontrándose con un gato blanco, de cabeza anaranjada y diversas manchas marrones y naranjas por el resto del cuerpo y la cola, sentado en el pollete de la ventana alzando una pata hacia delante. Suzzanne puso los brazos en jarras y lo observó con detenimiento—. Así que tú eres el que me ha fastidiado la tarta.

Sorprendentemente el gato volvió a maullar como respondiendo, clavando sus felinos ojos verdosos en los de la chica. Suzzanne bufó.

—Es el cumpleaños de Collin, ¿sabes? No puedes venir aquí cuando te plazca y asustarme —dijo ella a modo de riña, obteniendo un par de maullidos más del gatito. Lo ojeó con curiosidad—. Es la décima vez que vienes este mes, ¿no tienes casa?

El animal pasó adentro de un salto, paseándose por la cocina con sosiego. Suzzanne frunció la boca vigilando a dónde iba.

—A lo mejor es que es un gato callejero... Pero está muy limpio, más bien parece casero —teorizó en voz alta agachándose junto al minino, que maulló otra vez sentándose—. Pero no tienes collar ni nada. ¿Quién eres, pequeño granuja? ¿Te has escapado?

Le acercó una mano para tantear si la dejaría acariciarle, siendo la resolución positiva con un maullido más. Le arrulló un poco la cabeza.

—Eres muy mono, pero si no acabo la tarta para Collin ya mismo, va a llegar y me va a pillar hasta las cejas de restos de bizcocho. Poco elegante, ¿no crees? —el gato volvió a maullar y Suzzanne rió—. Eres un gato, creía que le darías más importancia.

Se puso de pie y buscó un cuenco para servirle un poco de leche a su pequeño invitado. Adecentó el pastel como pudo, dándose por satisfecha con el indecente decorado que había quedado. Se encogió de hombros y llevó la tarta a la nevera bajo la atenta mirada del felino, sentado a un lado de la cocina. Justo entonces, el ruido de unas llaves en la entrada les alertó a los dos. Suzzanne se observó el delantal pringado de chocolate y se apresuró a quitárselo y esconderlo.

—¡Ya estoy aquí! Han dejado el correo en el suelo, casi se mojan todas las cartas con un charco —dijo Collin acercándose hasta la cocina y estornudando nada más entrar.

—¡Salud! —Suzzanne le dedicó una sonrisa y le dio un beso en la mejilla—. ¿Te has resfriado?

—No, estaba bien hasta —se detuvo abriendo la boca y estornudando de nuevo mientras se llevaba rápidamente la mano a la nariz—... hace un momento.

—Qué raro.

—Es como si hubiera un... un... un —estornudó otra vez— gato.

Suzzanne abrió los ojos comprendiendo la situación, y se giró al culpable que se lamía las patas junto al cuenco de leche ya vacío.

—¿Eso es un... gato? —preguntó Collin señalándole con una mano y tapándose la nariz con la otra.

—Lo parece, ¿verdad? —dijo ella con expresión culpable, yendo hacia el felino y cogiéndolo—. Es el que deambula de vez en cuando por el jardín. No sabía que tenías alergia a los gatos.

—Un poco, sí —se giró atrás a punto de estornudar de nuevo, pero deteniéndose a sí mismo—. ¿Sabes dónde vive?

—Ni idea, he pensado que a lo mejor vive en la calle —alejó lo máximo posible al gato de Collin.

—Es una pena pero —Collin volvió a estornudar sin remedio—... me acabarás echando a mí por estornudar demasiado si se queda más tiempo.

El gato saltó de los brazos de Suzzanne sin previo aviso, y regresó al alféizar de la ventana por donde había entrado. Maulló por última vez y de un brinco desapareció.

—Qué... considerado —dijo el muchacho, para después reír un poco y estornudar.

—Es un gato un poco raro, siempre hace lo mismo —Suzzanne se asomó para ver a dónde había ido el animalillo, pero ya estaba fuera de su panorámica—. Perdona, no le habría dejado entrar si hubiera sabido que tienes alergia a los gatos.

—No importa, se me pasará en cuanto —achinó los ojos y un estornudo más se escapó de su nariz— me de una ducha.

—Será mejor que no me acerque entonces, que debo de tener pelos por todos lados —dijo ella manteniéndose en el otro extremo de la rectangular cocina.

Pese a lo que había dicho, Collin se acercó a ella y le pasó un dedo por la mejilla, para después llevárselo a la boca bajo la mirada extrañada de Suzzanne, que entonces entendió de qué se trataba.

—Chocolate negro —sonrió complacido y se marchó estornudando un par de veces más.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora