Thirteenth Side

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Suzzanne se preguntaba qué hacía allí

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Suzzanne se preguntaba qué hacía allí. Por qué había aceptado. Pero también se preguntaba por qué no habría de hacerlo. Mientras arrastraba la maleta por la avenida Columbus hasta el hotel Hudson, se hacía las mismas cuestiones sin cesar. Collin parecía entretenido con el ajetreo de las calles de Nueva York, quitándole hierro al asunto y sin comentar nada que pudiera importunar a su acompañante.

Cuando llegaron a la habitación, Suzzanne se acercó a los ventanales para contemplar el bullicioso y desconocido lugar al que había llegado a parar por deseos de la persona más problemática de su vida.

—Será divertido, no te preocupes —repetía ocasionalmente Collin con una sonrisa tranquila, pese a sólo poder adivinar cuáles eran los temores que acechaban a la muchacha. A Suzzanne llegó a irritarle en situaciones anteriores, pero se acostumbró a su forma de mantener el control de la situación en todo momento.

Al llegar la noche, los dos acudieron al lugar que les había dicho Brian por teléfono hacía unas horas. Se trataba de un salón de fiestas en el que se estaba llevando a cabo una celebración particular para Queen. Suzzanne sintió su estómago encogerse cuando entraron. Todos sus amigos estaban allí. Todas aquellas personas que había intentado dejar atrás sin éxito y sin verdadero deseo. Sonaba algo animado de Elton John.

—¿¡Suzzi!? —exclamó Amanda, que había sido la única en percatarse de que estaban allí. Su expresión se iluminó con una enorme sonrisa mientras se aproximaba a la muchacha.

—Hola, Amanda —Suzzanne también sonrió con calma. Se alegraba de verla. Quería alegrarse. Sin debatirse más, Amanda le dio un abrazo con ojos brillantes.

—Me alegro muchísimo de que estés aquí, Suzzi —dijo ilusionada trastabillando con cada palabra. Suzzi rió para sí misma, pues aquella chica y su cortedad seguían siendo inseparables. Cayó en la cuenta de que Collin seguía a su lado, y que Amanda no sabía quién era.

—Collin, ella es Amanda —la presentó rápidamente al muchacho, que permanecía sonriente con las manos a la espalda.

—Encantado, Amanda —le dio la mano con cordialidad, a lo que la muchacha contestó igual. Aunque parecía ligeramente incómoda.

—¡Eh, estás muy guapa! —dijo Suzzi entonces admirando su ameno conjunto y su pelo recogido de forma sencilla. Amanda torció una sonrisa.

—Tú también estás radiante —respondió con cariño. A Suzzanne le enterneció sentir que realmente la había añorado. Le sorprendió descubrir que ella sentía esa añoranza también.

—No puedo decir lo mismo, ¿tú comes algo? Estás más delgada que Brian —Roger apareció de sopetón al lado de Amanda con el ceño fruncido. Llevaba una boina y gafas de sol, las cuales bajó para mirarla. Acto seguido rió un poco y abrazó a la muchacha con entusiasmo.

—¡Roger! —Suzzanne se alegró infinitamente de reencontrarse con su viejo compañero de risas.

—Un minuto más y me olvido de qué pinta tienes, ¿¡dónde te estabas escondiendo!? —exclamó él fingiendo enfado.

—Siempre estás a punto de olvidarte de mi cara, ¿eh? —bromeó ella. Él soltó una risotada.

—¿Qué hay, Collin? —saludó entonces al muchacho con menos alborozo.

—Hola, Roger —respondió animoso Collin con extrema cordialidad.

—Roger, no les preguntes si tienen gambas que eres insufrible —dijo John Deacon aproximándose con una sonrisa achinada y una copa en la mano. Sonrió a la pelirroja—. ¡Suzzanne!

—¡Hola, John! —se dieron también un abrazo afectuoso entre risas—. ¿Todo bien?

—Todo estupendo —respondió con calma—. ¿Y tú?

—Contenta de veros —dijo con sinceridad. Deacy le puso una mano en el hombro para hacerle saber que también se alegraba enormemente de volver a verla.

—Hola, John —se adelantó a saludar Collin, al que John no tuvo inconveniente en dar la mano.

—¡Suzzi, ya has llegado! —apareció Brian con contentura al verlos a todos allí reunidos—. Collin, ¡hola!

El segundo asintió sonriente y le hizo un gesto con la mano, pero Suzzanne se apresuró a darle otro abrazo a su amigo.

—¡Brian, hola!

—Eh, Bri, ¿no crees que está más canija que tú? —comentó Roger.

—¡No seas bruto, hombre! Mira que puedes ser grosero —contestó el más alto, haciendo reír a Suzzi.

Amanda permanecía en medio con una sonrisa nerviosa y riendo de las ocurrencias que empezaron a soltar Roger y Brian entre ellos, mientras John ayudaba a un bando aleatorio con cada intervención para volver la discusión completamente absurda. Suzzanne se preguntaba por qué había querido alejarlos de ella. Se sentía como en casa a más de cinco mil kilómetros de donde se suponía que estaba. Y es que sus amigos eran su casa.

Sus ojos fueron a parar directamente hasta una persona en concreto, que se acercaba a paso raudo hasta ellos. Y entonces recordó por qué su corazón no le permitía estar allí. Por qué había escapado desesperadamente.

—¡Dejad de divertiros sin mí! —exclamó con falsa indignación con una sonrisa torcida.

—Oblígame —respondió en broma Roger llegando hasta él para darle ligeramente con el puño en el brazo, haciendo reír a los otros dos compañeros de polémicas.

—Hola, Freddie —dijo Suzzanne con toda la calma que fue capaz de reunir en cuestión de segundos. La sonrisa fue lo único que no tuvo que forzar, pues realmente se alegraba de verle. Aunque le doliera.

—Hola, Suzz —Freddie se aproximó a ella ignorando la guasa de Roger, abrazándola con delicadeza, como si pudiera romperla. Cuando se separaron apenas la miró un momento, para después girarse a Collin. Hizo una sonrisa perversa—. ¿Lograste recordar dónde habías visto nuestras caras, querido?

Collin soltó una risa relajada y sincera— ¡Debí de pareceros un auténtico capullo!

Todos se quedaron algo impresionados por su repentina claridad al expresarse, pero al cabo de unos segundos rieron con él y le disculparon por no haberles reconocido la primera vez. La velada dio comienzo de verdad cuando los recién llegados se unieron al grupo. Suzzanne no podía evitar querer llorar. Se contenía constantemente para no hacerlo mientras John le relataba incontables anécdotas graciosas de los muchachos en su ausencia, conmovida por la nostalgia y la pena de no haber estado presente. Cuando Evelyne la había abrazado con efusividad al verla, después de salir del baño, y la había arrastrado a bailar canciones de Sweet y Michael Jackson, añorando la de veces que lo había pasado en grande con ella. Cuando Roger hacía las mismas bromas de mal gusto que la dejaban sin oxígeno de tanto reír, y las lágrimas de la risa se mezclaban con una tristeza inexplicable que la invadía. Cuando Brian, en un momento más calmado de la noche, le habló sobre los geniales conciertos que habían tenido y la increíble experiencia que estaba suponiendo pese al trabajo duro, siendo ella presa de la culpa por no haber estado ahí en cada momento para verles tocar. Cuando Freddie le había reñido repentinamente por haber desaparecido, con una expresión de enorme tristeza pero júbilo por tenerla delante de él de nuevo, sintiendo un pinchazo en el corazón oyendo cada palabra exagerada y amanerada que salía por su boca. Cuando Amanda y ella habían tenido una sorprendente ronda de chupitos sin descanso que las había dejado exhaustas, sintiendo rencor hacia sí misma por las veces que la había intentado despreciar sin éxito alguno por la dulzura que emanaba la chica. Cuando los vio a los dos, felices, y se estranguló el alma para conseguir sentir satisfacción al verlos dichosos juntos.

Y ese fue el día que más veces quiso llorar en toda su vida. Llorar de pena, llorar de rabia, llorar de felicidad, llorar por amor. Se dio cuenta de que no entendía nada del amor.



KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora