Fifty-Eighth Side

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El tren parecía ir a cámara lenta empujado por el propio viento, pues las estrellas se sentían estáticas, clavadas al cielo. Suzzanne habría creído que realmente el vagón no se movía si no bajaba la vista del firmamento y pasaba los ojos por los veloces árboles que se alejaban. La oscura noche veraniega envolvía el calmado paisaje, y pudiendo haber sido aquella imagen una balsa de aceite para los ojos cansados de Suzzanne, no era más que un espejismo de una apagada realidad.

Se pasó ambas manos por la cabeza para apartarse el pelo de la cara, y se lo recogió con una goma. Llevó la vista al reloj de su muñeca, hallando que no eran más de las nueve y media. Se preguntaba si Collin ya habría vuelto a casa y estaría esperándola. Le apetecía verle.

Decidió apoyar la cabeza en la ventana para mirar al exterior, recordando a través de los arbustos borrosos aquella tediosa tarde que no la dejaría dormir. La primera vez que veía a Freddie en casi tres años.

No había ido como esperaba, pero tampoco había sido lo peor que podía imaginar. Freddie estaba alterado, por su llegada o porque así se encontraba normalmente. Ya no podía saber con certeza cómo estaba Freddie en un día normal. O quizás ya no sabía nada de Freddie. Apenas hablaron de nada importante, mucho menos del suceso de 1980. Suzzanne podía ver que había cambiado, y que había cierta frialdad en el ambiente. Estuvo a punto de preguntarle o de mencionar algo sobre Amanda, pero no tuvo fuerzas. No era el mejor momento.

Al cabo de un rato aparecieron amigos de Freddie por allí, realmente había más gente en la casa desde el primer momento incluso si no irrumpieron en la sala en la que estaban. Ella tuvo una mala sensación al respecto, pero tampoco dijo nada. Pese a tener la garganta seca, no habló más de una frase completa para cuando se estaban yendo. No sabía qué decir. El tiempo había pasado causando estragos tan lento y tan deprisa a la vez, como una película muda y en blanco y negro. La cabeza le daba vueltas sólo por tratar de recordar un momento específico de la tarde. Se sentía como una mera espectadora de la vida, observando impotente cómo todo cambiaba a su alrededor sin poder tomar partido. Sin poder arreglar los errores cometidos. Sin poder cambiar nada. Y de nuevo se encontraba pensado en lo mismo de siempre. No podía cambiar absolutamente nada. Y todo estaba tan mal. Se quedó dormida frunciendo el ceño para sí misma, apretando los puños contra sus piernas.





[...]





—Collin, ¿puedes cogerlo tú? —el teléfono sonaba en la sala de estar, pero Suzzanne estaba ocupada amarrándose unas deportivas sentada en el filo de la cama.

—¡Voy! —el muchacho en la habitación contigua descolgó el aparato—. ¿Diga?... Ah, ¡Evelyne! ¡Hola!

La pelirroja alzó la vista en dirección a la puerta abierta del dormitorio.

—Sí, ¡igualmente! Nosotros también, sí. Claro, te la paso —dijo Collin al teléfono, para acto seguido asomarse en la distancia a la altura de la puerta y ver a Suzzanne. Le sonrió con una pequeña mueca—. Suzzanne, para ti.

Ella terminó de hacer el lazo en el zapato derecho y se levantó, caminando hacia el teléfono con una expresión indescifrable. Al llegar hasta Collin éste le pasó el auricular y se alejó hasta el cuarto, probablemente para darle su espacio. Suzzanne cogió aire y se puso el teléfono en su oreja.

—¿Sí? —preguntó aún sabiendo quién era.

Hola, Suzzanne —al otro lado hablaba Evelyne, ni tan efusiva como siempre había sido ni tan cariñosa. A Suzzanne le dolió un poco, echando en falta los calurosos saludos de Evelyne de antaño—. Espero no molestar, sé que es un poco temprano.

—Para nada, no te preocupes por eso —se apoyó en el mueble donde descansaba el teléfono. Pensaba en qué decir, en qué tema de conversación sería apropiado.

¿... Cómo estáis? —la muchacha al otro lado se le adelantó.

—Bien, estamos bien —respondió con los dedos enrollando el cable de un lado a otro—... ¿Y tú?

Bien, bien... Te llamo porque... Bueno, Roger me dijo que os visteis ayer —dijo Evelyne a tirones—. Así que pensé: "tal vez podríamos vernos también...".

Las palabras de Evelyne, aunque forzadas no menos nobles, devolvieron a Suzzanne a otro tiempo durante pocos segundos. Un tiempo en el que aquella conversación no habría sido tan gélida. Las piernas se le doblaron y acabó sentada en el suelo con la espalda contra el mueble. Enseguida reaccionó con un carraspeo nervioso.

—Me... Me parece —de nuevo tosió sin necesidad, casi como si quisiera escupir lo que iba a decir—... Me parece bien, supongo. Si quieres, podríamos...

¿En serio? —respondió rápidamente Evelyne, casi sin dar crédito. Siguió en un tono más desenfadado, pero no mucho más intenso—. Genial, Suzzi. Me alegra mucho oír eso... De verdad.

—¿Cuándo... quieres que nos veamos? —Suzzanne apenas tuvo tiempo para terminar la frase.

Hoy mismo. Si puedes, claro —dejó escapar una risilla leve al final—. Podría ir yo allí si lo prefieres, no me importa.

—Ah, pues... Hoy está bien, sí —se pasó la mano libre por la nuca mirando al techo.

Perfecto. ¿Me paso esta tarde por allí? —Evelyne parecía estar a punto de salir de casa y correr hacia Liverpool como si fuera la tienda de la esquina, pensó Suzzanne.

—Vale, estupendo —la pelirroja asintió para sí misma—. Hasta esta tarde.

Hasta luego, Suzzi —se despidió Evelyne justo antes de que Suzzanne colgara.

Seguía en el suelo, con la mirada perdida en algún punto entre las ventanas que daban al jardín y las partículas flotantes del ambiente que podían verse con la luz. Y sin querer, empezó a llorar.





KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora