Broken Side

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18 de octubre de 1973. Otra vez. Y todo estaba saliendo a la perfección. Desde la parada de autobús, retrocedí una vez sobre mis pasos andados a lo largo de mi vida. Procuré anotar todos y cada uno de los detalles que podía recordar a cada momento de la primera vez. Hice esquemas y líneas temporales de todos los arquetipos, hasta conseguir rehacer todas mis decisiones iniciales. No descansé ni un segundo ni me dejé pestañear de más. No podía arriesgarme. Y allí me encontraba. En la camioneta de Roger, con toda la banda y Mary, camino del concierto en el que Queen sería el grupo telonero de Pink Floyd. Freddie volvía a ser mi mejor amigo. Todo estaba en su lugar. Sólo quedaba esperar al momento crucial que tendría lugar en escasas horas.

—Estoy de los nervios. ¿Seguro que es por esta carretera? A ver si llegamos tarde —Roger se mordisqueaba el labio superior mirando por encima de sus gafas de sol el próximo cartel de la calzada al que nos acercábamos.

—Por tus agonías estamos casi llegando a las 12 de la mañana, claro que no vamos a llegar tarde —se quejó Brian, sentado a mi lado, ahuecándose el pelo tras separar la cabeza de la ventana.

- Callaos, que Freddie se va a despertar y a ver de qué humor —murmuró John, señalando al mencionado sentado en el asiento del copiloto dormido sobre una chaqueta.

La advertencia no hizo mucho efecto, porque Roger continuaba musitando quejas y angustias por encima de Right Place Wrong Time de Dr. John en la radio de la furgoneta a un volumen arriesgado. Además Mary no pudo aguantar un estornudo agudo y estridente, que terminó por despertar a Freddie y asustarme a mí.

—Buenos días. ¿Tú crees que por aquí llegamos bien, Freddie? —Roger le dio un par de manotazos en el brazo señalando al frente en el camino.

Freddie le fulminó con ojos amodorrados y le ignoró. Brian en cambio volvió a reñirle por no dejar de agobiarse porque le estaba poniendo nervioso a él también, y comenzó una discusión absurda de las suyas en la que Deacon y Mercury también terminaron entrando a grito pelado. Tal y como ya había ocurrido la primera vez. Eso me calmó, porque quería decir que no había metido la pata. Sin embargo yo no podía evitar alejarme de la conversación, observando ausente con un pensamiento que me carcomía por dentro. Tenía una misión. Y no podía fallar. Sabía lo que tenía que hacer, y no era difícil. Tampoco fácil. No tenía que hacer nada, más que vigilar que lo que tenía que pasar, pasase.

Al fin llegamos al lugar, y Roger pudo respirar tranquilo e incluso silbar de serenidad mientras bajaba la batería de la camioneta.

—Venga, Suzzi. No te quedes ahí parada, querida —me dijo Freddie tirándome del brazo. Ese era un detalle que no había podido solucionar. El apodo que Freddie había usado alguna lejana vez para llamarme, Suzz, ya no existía. Pero era una nimiedad, y era la mínima de mis preocupaciones.

Le seguí detrás de todos hasta el backstage. No podía permitirme bajar la guardia. Y tampoco podía dejar que los demás pensaran que me ocurría algo. ¿Cómo iba a explicarlo sin mentir como una bellaca?

—¿Estáis nerviosos por tocar en el mismo escenario que Pink Floyd? —dije en tono medio burlón acelerando el paso para aproximarme al grupo. Tenía que actuar lo más casual posible.

—¿Nerviosos nosotros? —Freddie chasqueó la lengua con exageración y sonriéndome—. Son ellos los que deberían estar nerviosos.

La mañana fue rodada, nada fuera de lugar aconteció. Seguí las indicaciones que me había hecho en mi pequeño cuaderno de anotaciones. A las cuatro y cuarto, hora exacta, esperé a que Brian y John fueran a buscar algo para comer, y le pregunté a Mary si quería acompañarme a la cabina para llamar a Regina. De ese modo, Roger y Freddie se quedarían solos en el backstage.

KEEP YOURSELF ALIVE #3: Both Sides Now ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora