Nuestro Secreto

Capítulo 7:

Me desperté pero christopher aún no, así que con mucho cuidado me levanté y me metí a bañar; luego de un rato me vestí prácticamente todo cubierto para que nadie vea mis marcas, igual uso el abrigo de nosotros, siempre por qué me gusta y en Miami en la mañana hace un poco de frío.

Tomé mi teléfono y decían las siete y media, me acerqué a Chris para despertarlo e irse a bañar. —chris— lo moví —christopher, son las ocho— lo moví rápidamente.

—¿¡Qué!?— se levantó apurado —¿Por qué no me levantaste temprano?— tomó una toalla y corrió al baño.

—Jajajaja. Son las siete y media, chris— me senté en el piso del baño.

—No te obligo a que entres por qué igual es tarde y tenemos que desayunar— me señaló.

—¡Cierto!— me levanté —te veo a abajo— salí.

—Joel! No te vallas!— gritó.

—Tengo hambre, nos vemos. Bañate rápido.

Tomé mi teléfono, la tarjeta y salí de la habitación. Christopher seguía gritando pero no le presté atención a sus locuras. Pasé a la habitación de alado pero de mis llamadas nadie abrió así que por lo visto todos ya bajaron.

—Joel! ¿Cuando rayos pensaban bajar?— preguntó Renato.

—Chris se está bañando— contesté como niño regañado

—Bueno. Baja, los demás los están esperando abajo.

—¿No vamos a desayunar?— pregunté mientras caminaba.

—Ya todos desayunaron.

—Chris y yo no— me crucé de brazos.

—Nadie tiene culpa de que no se levantaran. Ahora baja.

Molesto, me monté en el ascensor y esperé llegar a PB. Una chica se montó en el piso once y extrañamente me miró.

—¿Joel Pimentel?— rompió el silencio.

—Si, soy yo— contesté nervioso.

La chica era bonita... No, no. Era hermosa. Cabello negro intenso, ojos café, lunar justo en el mismo lugar que el de Chris (serca de los labios) los rulos de sus cabellos igualaban a los míos y sus labios gruesos de una textura lisa y formado de Corazón. Preciosa.

—Joel— pasó una mano frente a mi cara.

—Sí, si. Dime— cerré la boca para no parecer estúpido.

—No creí que fueras tan hermoso en persona. Sandra libero— me extendió su mano y rápidamente la tomé.

—Creo que no hace falta prensentrame... Pero por educación. Joel Pimentel— dije, con una sonrisa nerviosa.

Las puertas se abrieron y los dos salimos. —bueno Joe, fué un gusto verte en persona... Espero y no sea la última.

—Estare aquí por una semana, no creo que te desaparezcas— sonreí.

—No, no lo haré. ¿Nos vemos mañana?

—¿En el restaurante a las ocho? Yo invito el desayuno.

—Vale— besó mi mejilla y se fué.

—¡Dios! Es hermosa— susurré embobado.

—Hehe, ese eh mi amigo— richard interrumpió mi trance, pasando su brazo por mis hombros.

—Joelon! Ta picando— dijo con una sonrisa forzada. Sabía por qué estaba así.

—Es una fan, ya déjenme.— dije, bajo.