Capitulo 8

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Alan sale del restaurante con Michelle para ir a su apartamento y llama a un taxi.

- ¡Espera! ¿No tienes coche? - Pregunta sorprendida Michelle.

- No.

- Que raro, pensé que al ser un fotógrafo de una empresa tan importante tendrías un buen coche.

- Tengo una moto, pero solo la uso los fines de semana, me siento libre cuando la conduzco.

Alan y Michelle se meten en el taxi, durante todo el camino van conversando, tienen más gustos en común de lo que se habían imaginado. Enseguida llegan al apartamento situado en Times Square, un precioso edificio con vistas al mar y al lago, y que está apenas a dos kilómetros del Madison Square Garden. Cuando Alan abre la puerta de su apartamento lo primero que Michelle ve es la foto de su madre, una bella mujer de pelo largo y rizado que sonríe feliz.

- ¡Guau, tu madre era una mujer muy bella!

- Gracias.

- Sabes, te pareces mucho a ella...

- ¡Si, ya!

- No, en serio, tienes sus mismos ojos, el mismo color de pelo, y hasta su sonrisa.

- ¿Te apetece tomar algo? ¿Un café, un refresco?

- Me apetece un sándwich.

- ¿Un sándwich? - Pregunta Alan extrañado.

- Si, es que me he quedado con hambre de la comida, y como me quedé dormida no he desayunado apenas.

Alan no puede evitar reírse.

- Anda, siéntate en el sofá mientras yo te preparo un sándwich.

Michelle se dirige a la sala, la verdad es que Alan no tiene muchos muebles en su apartamento. Un pequeño sofá una mesita pequeña y un estante lleno de libros y algún que otro álbum de fotos.

- ¡Alan! ¿Puedo ver alguno de estos álbumes? - Grita Michelle para que Alan lo oiga desde la cocina.

- ¡Claro, el álbum de mi madre es el de flores!

Michelle coge el álbum, y además coge otro de los álbumes que había allí, y se sienta en el sofá a ojearlos. Cuando lo abre contempla las fotos de la madre de Alan, en la mayoría está vestida con un traje de balet, parece que la madre de Alan fuese una bailarina. En ese momento Alan aparece con una bandeja con un pequeño sándwich cortado en triángulo y una bebida fría.

- Alan, ¿Tu madre era bailarina?

- Si, se llamaba Olivia, era bailarina profesional, y de las buenas. Así fue como conoció a mi padre, fue a ver una obra de balet en la que ella salía y se quedó prendado de ella, desde entonces siempre la esperaba en su camerino con un ramo de flores.

- ¡Oh , que mono!

- Era una mujer muy cariñosa, pero yo de pequeño era un poco travieso, y le hacía pasar momentos muy difíciles...

- ¿En serio? No lo pareces.

- Pero ella siempre lo convertía en un recuerdo bonito. - Alan sonríe nostálgico. - Recuerdo que una vez en el parvulario la profesora la llamo y le dijo que me castigaron por haberle mentido a la profesora. Ella me llevo a casa, saco una pequeña caja del armario y me dijo, "Ten, esta caja es la caja de las mentiras, cuando sientas ganas de decir una mentira, abre está cajita y gritala dentro en voz alta, luego cierrala rápidamente. Así la mentira se quedará aquí encerrada y solo podrás decir la verdad. Y no te preocupes por qué la caja se llene de mentiras, es mágica, en cuanto la cierres la caja hará que la mentira desaparezca." Me asombró tanto lo que me dijo, yo esperaba que me castigase al igual que lo hicieron en el parvulario, pero ella me enseñó una importante lección, la importancia de decir siempre la verdad.

Alan's PhobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora