Capitulo 22

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Michelle llega de nuevo a la oficina donde trabaja Alan, el como cada mañana la espera en la puerta con un café preparado como a ella le gusta. Antes de subir a la oficina el guardia de seguridad del edificio llama su atención.

- Buenos días señorita Conelli. Mi esposa le manda este bizcocho para agradecerle lo que ha echo por nuestro hijo. - Dice el guardia sacando una pequeña bolsa de su mesa.

- Ha sido un placer Frank, dale las gracias a tu esposa de mi parte. Por cierto, ¿Cómo le va a el pequeño Samuel?

- Mucho mejor, ahora es capaz de concentrarse más en sus estudios gracias a su ayuda.

- Me alegro, es un gran chico. Tengo que irme, ya nos veremos.

Alan curioso de la familiaridad que tiene Michelle con el guardia de seguridad no puede evitar preguntarle de camino a los ascensores.

- No sabía que tenías tanta confianza con el guardia del edificio.

- ¡Ah, si, Frank! Hace unos días cuando iba a por unos cafés, escuche una conversación de él con su esposa. Su hijo tenía problemas y me ofrecí a ayudarles.

- ¡Eres increíble! - Dice sonriendo. - Me encanta la manera en como te desvives por ayudar a la gente.

- He aprendido del mejor, de mi padre.

Michelle Conelli, el padre de Michelle lleva jubilado aproximadamente un mes. Ha disfrutado de la compañía de su mujer July, y hasta se han dado el lujo de hacer un crucero. Nunca antes había podido dedicar a su matrimonio tanto tiempo, su trabajo como psiquiatra le robaba demasiado tiempo. Pero eso ya pertenece a su pasado, ya que su hija está a cargo de su consulta. Hace algunas semanas que lleva dándole vueltas a la cabeza a un asunto. Antes de jubilarse paso uno de sus casos más complicados, el de Alan, a uno de sus colegas, el psiquiatra Jhon Murray. Debido a la importancia de la fobia a tratar del paciente, suponía que su colega se pondría en contacto con él para saber algunos detalles más sobre el paciente, sin embargo no ha tenido ningún tipo de información sobre la terapia. Así Michelle decide llamar a su colega Jhon por teléfono.

- Buenos días Jhon, soy Michelle Conelli ¿Te cojo en mal momento?

- ¡No, para nada! ¿Que tal la vida de jubilado?

- Con demasiado tiempo libre. Verás, te llamaba por el caso del paciente que te pase hará un mes, ¿Recuerdas?

- Si, no creí importante llamarte por qué la verdad, el paciente está respondiendo muy bien a la terapia.

- ¡Eso es estupendo! Me alegra saberlo, llevaba nueve años tratándolo y no veía muchos progresos, pero con lo que me has dicho me quedo más tranquilo.

- ¿Nueve años tratando a un paciente con ludopatía? Sí que te paras con tus pacientes.

- ¿Cómo que un paciente con ludopatía? - Pregunta extrañado Michelle.

- Si, en el informe es lo que pone, y ha progresado bastante bien.

- Gracias Jhon, te dejo.

Michelle cuelga el teléfono, no entiende absolutamente nada. Cuando hablo con su hija le dejo bastante claro que el informe que debía mandar a su colega era el de Alan Smith, sin embargo Jhon está tratando a otro paciente. La única opción que se le viene a la cabeza es que su propia hija lo ha engañado para tratar a sus espaldas a Alan, cosa que no quiere ni imaginar. Deberá llegar al fondo de este asunto, pero para ello tendrá que esperar, por qué su esposa July entra en el cuarto.

- Cariño, tenemos que ir a encargar los trajes para la boda de Michelle. ¡Ay, estoy tan feliz de que se case!

- Si, yo también. Iré a desayunar y nos podremos ir.

Alan's PhobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora