|17| Mis cartas.

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Por la mañana mientras trabajaba en el taller, recibí una llamada de Ava, para preguntar si podía quedarme con los niños, ya que ambos están refriados, ella tenía que ir a trabajar y Audri tampoco podía quedarse porque estaba en la escuela. Y pues yo no dudé en decirle qué sí y de inmediato fui a la casa para cuidar de mis hijos. Desde que llegué ninguno de los dos ha querido despegarse de mí.

Mientras trato de lavar los platos del almuerzo, cargo a Kim y Ryan viene detrás de mí haciendo puchero. Admiro a Ava y a todas las mamás, por poder hacer todo en la casa, cuidar a los niños, trabajar y demás; yo siento que ya estoy enloqueciendo, pero no me voy a dar por vencido, voy a cuidar de los dos. Aparte es lo menos que puedo hacer después de todos los años que no estuve.

—Siéntate aquí mi princesa —dejo a Kim en la encimera y sigo lavando los platos—. Ryan, no me jales el pantalón —bajo la mirada y sigue haciendo pucheros.

—Papá —estira sus brazos.

—Ven aquí —lo cargo y lo siento al lado de su hermana—. Quedense quietos —seco los platos y los pongo en su lugar—. Vámonos a la sala —los cargo y los llevo a la sala, me siento con ellos en el sillón y pongo una película y ambos se distraen.

Mi celular empieza a sonar, lo tomo de la mesa y contesto.

—Bueno.

—Hola Ryan, soy Nico y quería saber si ya tienes mi mueble.

—Sí ya está listo.

—¿Será que podrías traerlo hoy? Lo que pasa es que mi hija viene de visita y me gustaría tenerlo.

Veo a los niños, ambos abrazados a mí.

—Sí, deme una hora y se lo llevo.

—Por favor Ryan.

—Sí, tranquilo —cuelgo.

Tengo que llevar ese mueble hoy y para poder hacerlo, debo llevarme a los niños conmigo, el problema es que no tengo los asientos, bueno, Kim tiene una sillita y creo que esa servirá.

—Niños, vamos a salir.

•••

Lo logramos, fuimos a la casa por el mueble, lo llevamos a la casa de su dueño y luego de que me pagara, llevé a los niños a una pastelería para comer.

—Estaba rico, papá —dice Ryan cuando termina su pastel.

—Dito —Kim soba su pancita.

Mi celular empieza a sonar, lo saco de mi bolsillo y veo que es Ava.

—Ryan, hasta que por fin contestas, ¿dónde están mis hijos? —se escucha molesta.

—Tranquila, los traje a comer pastel, pero ya vamos a la casa.

—Rápido —cuelga.

—Bien, vámonos, su mamá nos está esperando.

Llamo a la mesera, pido una torta de chocolate para llevar y la cuenta, en cuanto me lleva todo pago y salgo con los niños, los subo a la camioneta y conduzco de regreso a la casa. Me preocupa que Ava esté molesta conmigo, por como me habló creo que sí, espero que no quiera alejarme de los niños por esto.

Llegamos a la casa, bajo a los niños y antes de tocar el timbre Ava abre.

—Mis niños —abraza a ambos y los besa—. ¿Están bien?

—Sí mami.

—Ava, ¿acaso piensas que les voy a hacer algo? —pregunto indignado por su drama.

—Papá nos cuidó —dice Ryan.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora