|12| No voy a caer.

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Han pasado cuatro días desde ese día que almorzamos con Ryan, desde entonces no lo hemos vuelto a ver, el pequeño Ryan me ha preguntado y yo no sé que responderle. Creo que ha vuelto a fallar, incluso antes de decirle que lo dejaría estar cerca de los niños, Ryan nunca va a cambiar.

Me paso una mano por la cara, agarro mi taza de café y bebo un trago. Hoy es mi día libre y lo pienso invertir en la preparación de la fiesta de mi hijo, que es el sábado, ayer terminé con las invitaciones que Audri seguramente ya repartió en la escuela hoy. Escucho el timbre sonar, veo mi reloj, quizás sean Audri y los niños, me levanto del taburete y voy a abrir la puerta, al hacerlo me sorprendo

—¿Ryan? —levanta la mirada y sonríe.

—Hola.

—¿Cómo llegaste aquí? —se acomoda la gorra.

—Papá me dio la dirección, traje algo para los niños —señala la camioneta detrás de él—. ¿Puedo llevarlo a dentro?

—Ah, claro —asiento. Él va a la camioneta y de esta baja un columpio sencillo y luego otro en forma de caballo—. Woau —digo sorprendida al ver ese último columpio—. Max se lució con ese caballo.

—No fue mi papá.

—¿Entonces? —frunzo el ceño. Me hago a un lado y él pasa con los columpios.

—¿En dónde los debo poner? —me pregunta y señalo la puerta que da al patio, la cual abro para que él pueda pasar—. Realmente este ya está viejo —dice al ver el antiguo columpio de Ryan.

—Sí, por eso ya no dejo que lo use —me cruzo de brazos y recuesto mi espalda a la pared.

—Es lo mejor, porque habría podido caer —quita las cuerdas del viejo columpio y empieza a poner las del nuevo—. ¿El de Kim también lo pongo aquí? —señala el árbol.

—Um —lo pienso por un momento—, sí claro —recuerdo que no respondió mi pregunta anterior—. ¿Quién hizo el columpio de Kim?

—Yo —me quedo sorprendida—. También el de el pequeño Ryan.

—No sabía que podías hacer eso, es más, tenía entendido que nunca dejaste que tu papá te enseñara —deja de hacer lo que hacía y me ve, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Lo aprendí en prisión —estoy muy sorprendida—. Debía aprovechar el tiempo en algo, ¿no? —sonríe y sigue poniendo los columpios.

Durante años Max quizo enseñarle la carpintería, pero decía que eso no era para él, que él quería algo más y ahora es muy bueno en ello y me alegra mucho. Hace años no era bueno en nada o mejor dicho, no hacía nada.

—Ya quedaron —dice señalando los columpios.

—Están muy lindos —me acerco a él—. Estoy segura que los niños los amaran.

—Eso espero —se quita la gorra, se arregla el cabello y luego se la vuelve a poner—. ¿Y cómo están los niños?

—Muy bien, aunque Ryan estuvo preguntando por ti.

—De eso quería hablar —me cruzo de brazos y pongo una expresión seria—. Te conozco muy bien y sé que de seguro pensaste que me había ido o algo por el estilo, pero en realidad estos días estuve tramitando mi licencia de conducir y trabajando en...

—No tienes porque darme tantas explicaciones —aunque me gusta que lo haga porque así me puedo asegurar que mis hijos no saldrán lastimados.

—Sólo no quiero que vayas a pensar mal de mí, en serio no tengo intensión de irme o hacer algo malo que me devuelvan a prisión —baja la mirada.

—Me alegra escuchar eso, por los niños, no quiero que los ilusiones y luego te vayas rompiéndoles el corazón.

—¿Y tú? —frunzo el ceño—. ¿Te rompería el corazón que me fuera? —sonrío.

—No Ryan, ya me lo rompiste una vez y te aseguro que eso no va a volver a pasar —baja la mirada.

—Ava, ¿será que...?

—¡Hola mami! —el pequeño Ryan sale corriendo de la casa y se abraza a mis piernas.

—Hola mi amor —lo cargo y lleno de besos su carita.

—Mami —Audri viene hacia mí con Kim en sus brazos.

—Princesa —también la cargo—. Los extrañe mucho —les doy besos a ambos.

—¿Papá? —pregunta mi hijo sorprendido al ver a su padre.

—Hola pequeño —el pequeño extiende sus brazos hacia su padre y él lo carga.

—¿Dónde estabas? —mi hijo lo ve con algo de tristeza—. Pensé que ya no te iba a ver y que ya no iba a tener un papá —Ryan niega.

—No, yo no me voy a ir y siempre vas a tener un papá —lo abraza fuerte.

—Pa —veo a Kim que ríe mostrando sus pequeños dientes—. Mami, pa —señala a Ryan.

Eso me toma muy por sorpresa y no sólo a mí, también a Ryan que me ve entre asustado y emocionado. Lo más probable es que tenga miedo de como voy a reaccionar, pero ni siquiera yo sé como hacerlo.

—Creo que lo mejor será dejarlos —veo a Audri—. Nos vemos después —agita su mano y huye de la tensa escena.

Muy inteligente de su parte.

—Ava —veo a Ryan—. ¿Puedo cargarla? —miro a mi hija y luego a él.

—Pa —estira sus bracitos hacia Ryan—. Pa.

—Está bien —se la doy y él la carga emocionado luego de poner al pequeño Ryan en el piso.

—Hola princesa —ella ríe y se abraza a su cuello. Ryan igual que la vez anterior tiene los ojos llenos de lágrimas, pero esta vez está sonriendo—. Eres la princesa más bella de este mundo.

—Un columpio nuevo —dice mi hijo al verlo—. Mami, mi abuelo me hizo mi columpio nuevo, ¿y ese caballo?

—Ese es de Kim y no lo hizo tu abuelo, lo hizo tu papá.

—¿Te gusta? —le pregunta Ryan.

—Sí —lo abraza de las piernas—. Quiero jugar.

Me acerco a él y lo ayudo a subir, de inmediato empieza a columpiarse y yo sonrío al verlo feliz. Ryan sube a Kim a su caballo y ella se ve toda emocionada, él se encarga de mecerla mientras ella ríe.

No se como Ryan lo está logrando si nunca estuvo con ellos, pero se está ganando su cariño y los está haciendo feliz, ¿y quién soy yo para evitarles esa felicidad a mis hijos? Lo mejor será confiar en Ryan y dejar que esté cerca de ellos, porque realmente creo que se lo está ganando.

—Ryan —él está muerto de risa mientras juega con los niños, pero me ve—. Sí —le digo y frunce el ceño.

—¿Sí qué? —pregunta mientras deja de mecer a Kim para prestarme toda su atención a mí.

—Sí puedes estar cerca de los niños —su cara es de sorpresa total, pero luego cambia a una de felicidad.

Se acerca a mí y me abraza, el gesto me toma tanto por sorpresa que no sé que hacer. Sus fuertes brazos, mucho más fuertes que antes, rodean mi cuerpo por completo, pues muy grande, puedo sentir el olor de su perfume, su calor y su aliento en mi cuello. Estoy paralizada, aún no supero a este hombre, pensé que sí, pero me equivoqué.

—Gracias —dice cuando se separa de mí y asiento.

Él vuelve a jugar con los niños mientras yo sólo me quedo parada ahí, viéndolo y deseando que vuelva a abrazarme, deseando volver a sentir sus brazos, su olor y... Cierro los ojos y tomo una larga respiración.

Debo ser fuerte, ahora nada será fácil para Ryan y por más que deseé abrazarlo y demás, no lo voy a hacer. No voy a caer antes sus encantos, tendrá que hacer muchos méritos para que llegue a confiar lo suficiente en él.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora