Ava
Cada vez que llego a la estética y estoy entre las arpías de Norma y Rebecca, me doy cuenta que mi trabajo en la panadería es el cielo, no porque el trabajo sea complicado, sino porque ellas son unas víboras. Siempre se la pasan hablando mal de todo el mundo, incluso a veces hablan mal de mí y en mi presencia, no me imagino lo que dirán a mis espaldas.
Recojo el cabello que le acaban de cortar a una clienta y lo echo en el cesto de la basura, cuando se va y quedo sola con las víboras, empiezo a trapear el piso, pero mi labor es interrumpida por un comentario mal intencionado.
—Y dicen que el drogadicto de Ryan ya está suelto.
Si hay algo que odio, es que hablen así de Ryan, porque sea como sea es una persona, el padre de mis hijos y el único hombre en mi vida y al que he amado.
—Sí, eso dicen —Norma me ve—. ¿Es cierto eso Ava?
—¿Y a ustedes qué les importa lo que pase o deje de pasar con Ryan? —las veo y ambas comparten miradas.
—Ay querida, relájate, es sólo una pregunta —Rebecca se encoje de hombros.
—No me gustan para nada sus preguntas —sigo trapeando y cuando termino, llevo el trapeador donde están las demás cosas de aseo.
—Lo defiende con tanto amor, lo peor del caso es que dicen que él ni siquiera la ha buscado porque se enamoró de su abogada —aprieto los puños al escuchar eso.
—Yo escuché que ha vuelto a sus andanzas y se sigue drogando como antes.
—Pobre Ava, que lástima me da, aún tiene esperanzas de formar una familia feliz con el delincuente ese.
Estoy echa una furia y no pienso quedarme callada después de todo lo que han dicho, salgo del diminuto cuarto y ambas me ven.
—¿Cuál es su maldito problema con Ryan? —ninguna dice nada—. ¿Acaso les gusta, esa es su insistencia en querer saber de él? Desde ya les digo que nunca les haría caso.
—La única que quiere a un drogadicto eres tú —dice Norma con una sonrisa de suficiencia.
—Al menos yo... —la campanilla de la entrada me interrumpe y al ver quien entra me sorprendo—. Ryan, ¿qué haces aquí y dónde están los niños?
—Vine a buscarte, según entiendo ya es tu hora de salida y por los niños no te preocupes, están en la camioneta, no quisieron bajar porque están viendo Cars. ¿Entonces qué, nos vamos? Papá quiere que cenemos con él.
—Claro vámonos —tomo mi bolso y voy hasta donde está Ryan—. ¡Ah! —me giro y veo las víboras—. No se dejen llevar por los chismes y si les gusta Ryan, lo siento por ustedes, pero él ya tiene a alguien en su vida —entrelazo mi mano con la de Ryan y puedo sentir su mirada sobre mí—. Adiós.
Arrastro a Ryan hasta la salida y hasta que estamos lejos de la vista de esas dos suelto su mano.
—¿Qué fue eso y por qué temblabas? —me pregunta.
—Luego te explico, ahora sólo vámonos —subimos a su camioneta y durante el camino a su casa no hace preguntas y yo me dedico a hablar con mis hijos.
•••
Después de la cena los niños van con Max a buscar luciérnagas y yo me quedo a solas con Ryan. Ambos nos sentamos en el porche para poder ver a los niños y aparte disfrutar del aire fresco.
—¿Ya me vas a decir qué fue lo que pasó ahora? —veo a Ryan—. Te juro que no lo entendí y estoy confundido —se pasa una mano por el pelo—. ¿Me vas a dar una oportunidad? —pregunta con esperanza.
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La familia que necesito
Romance«La familia es suficiente razón para ser fuerte» Saga Bebés y Amores #1