|25| Hasta el infinito.

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Por la mañana me llamó Malcom, el del centro de rehabilitación, para invitarme a una reunión con algunos jóvenes, me dijo que sólo quería que los conociera, así que acepté ir, por supuesto acompañado de Ava. Durante el desayuno le conté a Ava y ella feliz estuvo de acuerdo con acompañarme, luego de llevarlos a la casa para que se cambiaran, los llevé a Ava al trabajo y a los niños a la guardería.

-¿Y estás listo para eso? -me pregunta Bryan.

-Estoy nervioso, pero quiero hacerlo, así que perderé el nervio cuando llegue el momento -sigo cortando la madera que necesito para un nuevo trabajo.

-Entonces te deseo mucha suerte, porque no creo que eso sea nada fácil.

-Pues yo tampoco -Bryan toma la pistola de clavos y dispara uno-. ¿Puedes dejar de hacer eso? -niega-. Es peligroso.

-No lo creo -dispara otro y de no ser porque me agacho me da en la cabeza-. Te dije que era peligroso -dice con descaro y lo veo indignado.

-Dame eso -le quito la pistola y la dejo en un su lugar-. Ya madura -le digo y sigo trabajando.

•••

Le ayudo a bajar del auto a Ava y me quedo parado un rato pensando en qué hacer allá a dentro.

-Hey, tranquilo -A toma mi mano y me da un apretón-. No tienes que hablar sino quieres.

-Lo sé, pero -bufo-. Aún así estoy nervioso -sonríe y me abraza.

-No tienes por qué estarlo. Así que vamos -me toma de la mano y entramos al lugar.

En el centro de la sala hay un grupo de chicos formando un círculo, entre ellos está Malcom, que al verme sonríe y se pone de pie.

-Muchachos, ¿recuerden que les dije que hoy tendríamos visitas? -algunos asienten, otros dicen sí-. Aquí está, él es Ryan -todos nos ven.

Realmente son muy jóvenes, a puesto a que la mayoría ni siquiera están cerca de ser mayores de edad. Cuando yo empecé con las drogas tenía diecisiete años, me perdí de mucho por esos malditos vicios.

-Hola -saludo y nos acercamos.

-¿Tú eres Ava, supongo? -pregunta Malcom y ella asiente-. Es un gusto conocerte.

-Igual -dice ella y se dan la mano.

-Siéntense -nos dice Malcom y nos sentamos haciéndonos miembros del grupo-. A penas íbamos a empezar. Marc -un chico se acomoda en su lugar.

-Hoy cumplo dos semanas sin consumir drogas ni alcohol -todos aplauden y nosotros dos también-. No, no, no merezco ese aplauso, porque hoy también tuve ganas de volver a consumir y... estuve apunto de hacerlo, tuve unas pastillas en mi mano y estuve a punto de tomarlas -todos se quedan callados-. Creo que no vale la pena que me sigan ayudando...

-No se trata de cuántas veces caes -le digo y todas las miradas se concentran en mí-, se trata de cuántas te levantas. Yo caí muchas veces, más de las que me levanté, toqué fondo, perdí a mí familia, estuve tres años en prisión, pero ahora aquí estoy, tratando de recuperar el tiempo perdido con mis hijos e intentando reconquistar al amor de mi vida.

Veo a Ava y tomo su mano.

-No tienes que darte por vencido, tienes que seguir luchando, debes ser fuerte, hay muchas cosas buenas por las cuales ser fuerte -veo a Ava-. Mi motivación son mi familia -los veo-, sólo deben pensar en esas personas que aman y en cuantas cosas les gustaría hacer con ellos, cuantos momento les gustaría disfrutar a su lado. Yo mientras estaba en prisión sólo pensaba en volver a ver a mi hijo, en volver a ver a mi papá y a Ava y principalmente, día y noche pensaba en conocer a ese bebé que rechacé alguna vez.

Bajo la mirada. Apesar de todo, aún sigo arrepintiéndome por lo que hice con Kim.

-Decidí que saldría pronto de ahí, así que en lugar de buscar problemas, cómo siempre hacía, aprendí la carpintería, me porte bien y pude salir antes, ahora estoy disfrutando de cosas que jamás imaginé. Tengo a mis hijos conmigo, ambos me aman y cada vez que los veo sonreír, cada vez que me dicen te amo papá juro que me siento fuera de este mundo. Un te amo de mi hijos, un abrazo de ellos me eleva más que cualquier droga. Mi familia son todo lo que necesito y cada día que paso a su lado, me siento orgulloso de mí mismo.

Todos aplauden y yo sonrío un poco, Ava me abraza y yo escondo mi cara en el hueco de su cuello.

-Eso estuvo bien, más que bien -me dice y sonrío.

-Pero no es fácil -veo a otro de los chicos-. La abstinencia no es fácil, la mayor parte del tiempo en lo único que pienso es en consumir algo. Dices que tu familia te motiva, tus hijos, pero tú los tienes contigo, pero yo no puedo ver a mi hija, su madre se la llevó.

-Con mucha más razón debes mantenerte sobrio, para poder recuperar a tu hija. Cuando salí de prisión Ava no quería que me acercara a los niños -veo a Ava y ella asiente.

-¿Podrías decirles por qué no querías que los viera y por qué luego cambiaste de opinión? -le pregunta Malcom.

-Claro -Ava asiente-. Cuando supe que Ryan había salido de prisión, mi mayor miedo era que siguiera siendo el mismo de antes o que quisiera quitarme a mis hijos, pero luego cada día que pasaba me demostraba que realmente había cambiado y que quería estar con los niños y por supuesto, ellos con él. Así que lo dejé acercarse a ellos y de nuevo con cada cosa que hacía, me demostró que si ama a los niños y que está dispuesto a no cometer los mismos errores por ellos.

-Y por ti -tomo su mano, la llevo a mis labios y deposito un beso en ella.

-El mejor consejo que te puedo dar -dice viendo al chico-, es que le demuestres a la madre de tu hija que has cambiado, pero que antes cambies de verdad. Porque te aseguro que si yo viera a Ryan queriendo tomar de nuevo o queriendo consumir drogas, definitivamente lo alejaría de los niños porque no querría que vieran a su padre así, aparte sería un muy mal ejemplo. Así que antes de buscarla, lucha contra esas ganas de consumir algo.

-Gracias por tu consejo -sonríe-. Lo haré, primero voy a concentrarme en otras cosas y luego las buscaré -Ava le devuelve una sonrisa y puedo notar que está más tranquilo ahora.

-Bueno, eso es todo por hoy -dice Malcom y todos se ponen de pie-. Fue un placer tenerlos aquí -nos dice a nosotros.

-Al contrario, fue muy bueno venir y te aseguro que esperaré con ansias la próxima vez.

-Pues, puedes venir cuando quieras.

-Lo haré seguido entonces -río-. Nos vemos otro día -nos damos la mano.

-Adiós Ava.

-Adiós -la tomó de la mano y salimos del centro, nos encontramos a algunos de los chicos y nos dicen adiós-. Me gustó mucho esto -dice Ava cuando vamos en camino a casa de mi papá para traer a los niños.

-A mí también. Y ahora estoy más seguro de querer ayudar a esos chicos, pero, también te necesito a ti, juntos hacemos un gran equipo, ¿no crees? -sonríe.

-Así parece -me estaciono frente a la casa.

Papá y los niños están a fuera atrapando luciérnagas, como siempre, bajamos de la camioneta y nos acercamos a ellos.

-Papá, mamá -Ryan viene hacia nosotros y lo cargo.

-¡Hey! ¿Cuántas luciérnagas has atrapado? -le pregunto mientras acomodo su cabello.

-Ninguna -hace un puchero-. Kim sí tiene dos.

-Yo tengo -dice Kim, Ava la carga y nos muestra sus luciérnagas.

-Están hermosas mi amor, pero debes dejarlas libres -Kim asiente a lo que dice su mamá, quién le ayuda a abrir el frasco y dejan libres a las luciérnagas.

Veo a Ava y a Kim y sonrío, me alegra tanto tener a mis dos chicas hermosas conmigo. Ryan me toma de ambas mejillas y me hace verlo. También me alegra tener a mi niño conmigo.

-¿Te digo un secreto? -me pregunta en un susurro y asiento-. Eres el mejor papá del mundo y te amo -enreda sus brazos en mi cuello y lo aprieto más contra mí.

-Tú eres el mejor hijo del mundo y te amo hasta el infinito y más allá -asiente con una sonrisa y vuelve a abrazarme.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora