|16| Confía en mí.

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Ryan

Ava, los niños y yo salimos de la iglesia juntos, como una familia y pensar que durante tanto tiempo me perdí de estos preciosos momentos. Llevo a Kim en mis brazos y ella no deja de abrazarme y darme besos, es un amor.

—Tengo hambre, mami —dice Ryan.

—¿Quieren ir a comer? —pregunto.

—Sí, vamos —empezamos a caminar hacia la panadería en donde trabaja Ava.

Mientras caminamos trato de tomar la mano de Ava, pero la aparta, río y lo vuelvo a intentar, pero vuelve a apartarla, yo no me doy por vencido y lo intento una vez más.

—No Ryan —dice entre dientes y río.

—¿Ahora que hice? —pregunta el pequeño Ryan y río aún más.

—No es a ti mi amor, es a tu papá —asiente y sigue caminando—. Ya déjame en paz Ryan —cuando estoy a punto de hablar soy interrumpido.

—Vaya, no es mentira que ya saliste de prisión, pero no buscas a los amigos —es uno de los que decían ser mis amigos.

—Yo no tengo amigos —intento seguir caminando, pero vuelve a hablar.

—¿Quieres jugar a la familia feliz? —me detengo—. Ese juego no te va durar, tu naturaleza es otra —sonrío.

—Lo que sea que yo haga o quiera hacer no es problema tuyo ni de nadie.

Seguimos caminando y ésta vez no nos detenemos hasta que llegamos a la panadería y luego de conocer al jefe de Ava, disfrutamos de un rico desayuno en familia.

•••

Caigo al piso por quinta vez y cierro los ojos un momento por los fuertes rayos de sol que me golpean en la cara, a lo lejos escucho la risa de Ken, he estado tratando de domar a este caballo toda la mañana, pero desgraciadamente no he avanzado nada. Lo único que he logrado son moretones en todo el cuerpo.

—¿Vas a esperar que el caballo te pase por encima? —pregunta Ken, hasta ese momento reacciono y me pongo de pie.

—Ya no siento la espalda —pongo mis manos en la espalda y me estiro.

—Creo que eso será todo por hoy, no quiero tener que llamar una ambulancia —bufo.

—Sí, creo que sí —me agacho y tomo mi gorra que anteriormente había quedado en el polvoriento suelo—. Pero nos vemos mañana —nos damos la mano.

Subo a la camioneta y conduzco de regreso a casa, me urge tomar un baño, alguna pastilla para el dolor y descansar. Cuando llego a la casa bajo de la camioneta y me quito la camisa, en cuanto lo hago me doy cuenta de cuanto polvo traía de toda mis caídas por la nube del mismo que sale de ésta.

Subo los dos escalones para llegar al porche y me quedo quieto al escuchar varias voces en la casa. ¿Mi papá tiene visita? Entro a la casa y me sorprendo al ver quienes son.

—Hola, papá —el pequeño Ryan se lanza a mis brazos y cuando lo cargo siento como me duele todo.

—Hola, pequeño —le doy un beso y lo pongo en el piso—. Luego te vuelvo a cargar, estoy sucio —desarreglo su cabello y asiente.

—Veo que no te fue bien —mi papá ríe.

—Para nada, fui la burla de Ken —dejo caer mis hombros—. ¿Cómo estás Ava? —le pregunto con una sonrisa.

—Bien, pero tú no te ves nada bien —niego—. Tienes varios moretones —me veo y sí, tengo más de los que pensé, de seguro por algunas rocas pequeñas que sentía que se clavaban en mi piel.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora