Prólogo

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-Tienes que abortar -me quedo helada ante sus palabras.

-¿De qué hablas? Es nuestro hijo -logro decir aún con el nudo que tengo en la garganta.

-Ya tenemos suficientes responsabilidades y gastos con el pequeño Ryan para tener otro, así que abórtalo o no cuentes conmigo -dice de forma tan fría que mi dolor en ese momento se convierte en furia.

-¿Contar contigo? -pregunto con la mandíbula apretada-. Tú aquí no haces nada y no aportas en nada, lo único que haces es emborracharte y drogarte con tus supuestos amigos que cuando tienes problemas no están, todos desaparecen y la única -recalco lo último- que siempre está para arreglar tus problemas soy yo.

Él se queda callado pues sabe que es la verdad.

-Tú ni siquiera trabajas -continúo-, yo soy la que paga todo, yo soy la que cuida a Ryan Jr. ¡Todo lo hago yo! -grito con lágrimas en los ojos.

-Tienes razón -asiente.

-Por supuesto que la tengo -mis mandíbula tiembla de furia-. ¿Sabes qué? -me ve-. Vete del departamento, porque este también lo pago yo -su boca se abre.

-Pero yo no tengo a donde ir...

-No me interesa -en realidad sí, pero ya estoy cansada-. No quieres a nuestro hijo, vete, porque no lo voy a matar sólo porque tú así lo quieres y él va a vivir aquí, en cambio tú no. Ambos no pueden estar en un mismo lugar, así que te tienes que ir ya.

Me cruzo de brazos, pues estos empiezan a temblar y no quiero que lo note.

-Bien -baja la mirada-. Ya que yo no te sirvo para nada creo que es lo mejor que puedo hacer -puedo ver que sus ojos están llenos de lágrimas-. Voy por mis cosas -se va a la habitación.

El niño empieza a llorar en su cuna, así que voy hacia él, lo cargo en mis brazos, lo pego a mi pecho y trato de calmarlo.

-Ya me voy -lo veo y tiene un pequeño bolso en sus manos. El niño lo ve y estira sus brazos para que su papá lo cargue, a pesar de todo él lo ama-. No pequeño, yo ya me voy -acaricia la cabeza del niño-. Adiós pequeño.

Aparto la mirada pues mi corazón empieza a estrujarse y las ganas de decirle que no se vaya empiezan a intentar dominarme.

-Ava -no lo veo-, siempre te voy a amar -cierro los ojos y las lágrimas corren por mis mejillas.

-Ya vete Ryan -no lo veo, pero escucho sus pasos hacia la salida.

La puerta se abre y segundos después se cierra, así como este ciclo en mi vida.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora