|9| Más que a nada.

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Ava

Aún no puedo creer lo que pasó, aún no me explico cómo el pequeño Ryan encontró una foto de Ryan, se suponía que había escondido esas fotos en lo más profundo de mi closet. Estoy de rodillas y empiezo a buscar la caja en donde se encuentra el álbum de fotos. Encuentro la caja y está abierta, saco el álbum y empiezo a revisarlo, falta una foto, una donde salimos Ryan y yo con nuestro hijo de apenas dos meses de nacido.

En esa foto ambos nos vemos muy felices, es de mis favoritas y ahora no está, pero sé quién la tiene.

—¡Ryan! —grito para que pueda escucharme ya que está en la sala.

—¡Aquí estoy, mami! —se lanza sobre mi espalda.

—Ryan, ¿dónde está la foto? —señaló la hoja vacía del álbum. Él baja la mirada—. ¿Dónde está?

—Allá —señala la salida. Ambos nos ponemos de pie y me guía a su habitación—. Aquí —saca la foto de su libro para colorear.

Hace un puchero y pasa su bracito por su cara, en ese momento me doy cuenta que mi hijo está llorando. No me gusta que llore.

—¿Por qué estás llorando? —le pregunto.

—Porque me gusta esa foto con mi papá, yo no sabía que tenía un papá.

Cuando Ryan se fue nuestro hijo era muy pequeño y aunque al principio lloraba por él, con el tiempo lo fue olvidando y le di gracias a Dios por eso, estos años no habrían sido nada fácil sino lo hubiera hecho.

—Mami —veo a mi niño que limpia las lágrimas de su mejilla con las mangas de su suéter—, ¿yo soy ese bebé? —veo la foto.

—Sí mi amor, ese eres tú en los brazos de tu padre —sonríe un poco.

—Lo siento por haber visto la foto —baja la mirada a sus manitos que están entrelazadas sobre su pancita—, el otro día encontré la caja, vi todas esas fotos de mi papá y tú, pero esa me gustó mucho.

—Lo sé —levanto su carita y hago que me vea—, también es ni favorita —bajo la mirada a la foto—. Vamos a hacer algo, voy a sacar una copia de la foto para que tú la puedas tener, ¿te parece?

—Sí mami, por favor —da saltitos—. Quiero la foto de mi papá.

—Está bien, ahora por la tarde le diré a Audri que vaya —asiente.

—Mami —lo veo—. ¿Puedo ver a mi papá?

Aún no he tomado una decisión, pero ahora que Ryan me hace esa pregunta, me doy cuenta que tendré que tomarla lo más pronto posible, pero a como el mismo Ryan lo dijo, será a como yo diga y cuando yo diga.

—Aún no mi amor —suspira—. ¿Por qué ese suspiro? —halo su mejilla, pero esta vez no sonríe como siempre.

—Porque ahora tengo un papá y no puedo llevarlo al festival —deja caer sus hombros.

Había olvidado esa estupidez. Creo que debo permitir que mi pequeño hijo pueda cumplir su sueño de ir con su papá al festival.

—Tranquilo, te prometo que él irá contigo —sus ojitos se abren ampliamente y brillan de felicidad.

—¡Gracias mami! —me abraza fuerte y yo sonrío muy feliz al saber que mi hijo lo está—. Pero...

—¿Qué pasa?

—Hay que hacer algo bonito —levanta sus manos.

—¿Algo bonito? —frunzo el ceño—. ¿Un dibujo tal vez?

—No. Los otros niños dicen que van a hacer magia y a bailar y otras cosas.

—¡Oh! —bajo la mirada al piso—. ¿Y qué quieres hacer tú? —se encoje de hombros.

—No sé, sólo me gusta pintar, ver Toy Story, ver animales, las plantas, los cuentos —su carita una vez más se pone triste—. No puedo hacer nada.

—Ya verás que sí —doy un golpecito en su nariz—. Aún hay tiempo y ya encontraremos algo, así que no te pongas triste —asiente.

—Mami —Kim viene hacia nosotros con pasos lentos.

—Princesa —cuando está cerca abro los brazos y se lanza a ellos—. Los amo, mis niños —también abrazo a Ryan—. Los amo más que a nada.

•••

—Aún no puedo creer que te hayas encontrado a Ryan en la iglesia. Iglesia y Ryan no van, ¡por Dios! —grita Audri y río. Ayer por la noche la llamé y le pedí que viniera para contarle algo y pues vino a primera hora—. No lo sé Ava, pero ese Ryan parece falso.

Ruedo los ojos. Estoy segura que físicamente es el mismo Ryan, bueno, más guapo que antes, pero después de escucharlo hablar ayer, no sé si interiormente lo sea.

—Recuerdo que las pocas veces que pisó una iglesia fue porque tú prácticamente lo llevaste con correa.

—El punto acá no es que Ryan fue a la iglesia o no, el punto es que ahora mi hijo está vuelto loco con el asunto de que tiene un papá.

—Me di cuenta, cuando llegué en lugar de decirme hola, me dijo tengo un papá.

—¿Lo ves? —asiente—. Le prometí que podría ir con su papá a la estupidez que organizaron ustedes.

—¡Ya te dije que yo no fui! —me grita—. Deja de culparme ya, me haces sentir mal —hace un puchero.

—Bien, el festival ese.

—Ahora sí.

—Y ahora yo no sé que hacer, tengo miedo de no cumplirle la promesa a mi hijo, no sé si Ryan haría algo así, como participar en un festival y hacer algo "especial" —formo comillas con mis dedos.

—Sólo hablando con él lo sabrás —muerde la manzana.

—¿Es en serio, tú dándome ese consejo? —la señaló.

—Ryan no es santo de mi devoción y si pudiera le daría unos buenos golpes bajos por imbécil, pero amiga, tú fuiste la idiota que le prometió eso al niño, ahora cumple tu promesa y para eso deberás hablar con el otro idiota y ponerte de acuerdo con él.

Dejo caer mi cabeza en la mesa. Audri tiene razón, soy una idiota.

—Lo sé, pero no quiero hablar con él —levanto la cabeza—. No quiero verlo.

—Por que está más bueno que antes, ¿no? —echo mi cabeza hacia atrás.

—En parte, pero en realidad es porque estoy segura que lo golpearía hasta dejarlo inconsciente y sangrando en el piso.

—Y luego correrías a llevarlo al hospital —la veo mal—. Te conozco, eres demasiado estúpida —abro mi boca indignada—. Lo mismo era cuando te dejaba sola por días y decías que cuando volviera lo ibas a dejar, pero luego volvía todo golpeado y corrías a curarle las heridas.

Tiene toda la razón, fui demasiado estúpida con Ryan y no quiero volver a cometer el mismo error, por esa razón no quiero verlo, me da miedo que aún me dominen los impulsos de idiotez.

—Te doy un consejo, pídele a Max su número y llámalo, así no tendrás que verlo —la veo con una sonrisa.

—Es una gran idea, así me evitaré verlo.

—Lo sé, aparte de linda, genio —sonríe con arrogancia.

—Y con una autoestima por los cielos.

—¿Ah sí? —asiento—. La próxima vez que necesites desahogarte, no vendré y dejaré que te ahogues con tus chismes —reí—. ¡Ryan, Kim, ya vámonos que se nos hace tarde!

Mi mejor amiga es muy idiota, pero definitivamente no sé que haría sin ella. Amo a esta estúpida con todo mi ser.

La familia que necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora