Capítulo 11: Capital 4

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Con ese golpe que le propiné en la cara debo conformarme.

Escribo un mensaje a mi mayordomo con la marca de la televisión, para que se la lleve está rota y finalmente la reemplace por una nueva.

Visualizo que mi última clase del día de hoy, es de introducción a la medicina.

Al llegar a la casa de medicina donde se encuentra mi curso, veo caminando por los pasillos a Haru, con cara de pocos amigos.

—Mira a quien me acabo de encontrar, ¿se puede saber por qué no me llamaste? —Me cuestiona y toma una posición en su cuerpo como si yo fuera un empleado de ella.

—Saliste corriendo, nunca dije que te llamaría... Además, se me perdió tu número —Debo mentirle porque realmente fui yo el cual votó su número, pero como se ve muy enojada es mejor calmarla.

—Dame tu celular —Me rio por dentro, parece que me hablara mi jefa.

—¿En verdad no esperarás a que te lo entregue, cierto? —Se le están aguando los ojos, como una niña cuando le niegan un dulce.

—Espera no vayas a llorar, ahora mismo te lo paso —Lo saco rápido de mi bolsillo, pues una vergüenza sería si todos los estudiantes aquí cerca se den cuenta de que puse a llorar una niña como esta.

—Me puedes llamar hoy después de las 9 en la noche —No puedo con esta pequeña adolescente, es muy controladora.

—Entendido ¿Algo más se le ofrece mi pequeña niña? —Antes de que Haru pueda responderme, iban pasando dos chicas al parecer amigas de ella y la más alta dice:

—Increíble Haru ¿Y ese es tu novio?, lo tenías bien escondido —No lo creo, pero resultaría divertido tener una chica tan infantil delante de mí, desnuda cuanta lujuria provocaría, por cierto, casi se me olvidaba lo del lunar.

—Así es también me acaba de pasar su número de celular para coordinar a qué hora besarnos en una habitación a oscuras, pero no se lo digan a nadie más, es un secreto —Las dos amigas quedan petrificadas mirando hacia donde se encontraba Haru, y al yo voltear mi cara lentamente la observo a ella estar toda roja como un tomate, con los ojos cerrados.

No debí bromear de esa manera, ahora no abre los ojos y lo mantiene cerrados con fuerza.

Lo cierto la veo muy linda toda roja, como una muñeca en su caja, no puede negar que es una niña y temas como estos la avergüenzan, pero me causa un poco de risa su reacción la cual no me esperaba.

Me fijo que unas de sus amigas, le dice en voz baja a la otra: «dejad tranquila a Haru», y así obedecen sin decir una palabra más, se van por su camino.

—Haru ya puedes abrir los ojos, están los suficientemente lejos de ti tus amigas —Estoy confundido al ver a Haru igual que una pequeña tortuga, cuando se encierra en su caparazón al asustarle algo.

—Lo siento Alberto por molestarte de esa manera.

Luego se va como un robot programado para más adelante estar chocando con una puerta, me pongo una mano en la cara.

Dios santo, esta chica terminará matándose ella misma y no sé ¿Por qué se disculpó? No es ninguna molestia.

No lo puedo creer se me hace tarde para llegar al curso.

Así empieza mi primera clase en la casa de medicina, yo llegando tarde.

En resumen, solo explica que la magia de las sanadoras es pura, no mantiene contaminación alguna de dañar a los demás, pues las otras magias crean conjuros o hechizos solo para lastimar a las personas en cambio los de medicina solo estudian magia con intención de ayudar a las personas, entre otras tonterías explicó la maestra con su tiempo de clases.

Black GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora