Capítulo 5

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Salí del baño y noté que Paul hablaba con Ella. Su novia estaba nerviosa y respondía sumisa; él levantaba la voz mientras ella lo obedecía:
-¡Esto parece una charla difícil! –pensé- ¡Aunque es cierto qué él cree que somos hermanos!
La chica que hace un par de minutos lloraba ahora yacía en el sillón. Una pelirroja cuyo rostro me resultó familiar, le acariciaba el pelo de una forma sensible. Luego le dijo que le iría a buscar algo de beber. Se levantó tan sorprendida y desafortunada al verme; pero igualmente caminó simulando no haberme visto: a las señoras les asombró que fuera con la vista baja, aunque no le preguntaron si estaba bien porque creyeron entenderla. Tragué saliva cuando me puse a escuchar de lo que hablaban:
-¿Se enteraron de lo que pasó en Blue Diamond? –dijo una que tenía alta cara de borracha.           –¡¿Qué sucedió?! –respondieron al unísono.     
–Mateo se CAGÓ A PIÑAS con un amigo del colegio, y Paula tuvo que ir a la cárcel con tal de que no se lo llevaran preso. Seguro tenía la nariz "blanca" y "con mucha nieve" como su madre. 
Acto seguido, todas ellas se rieron. Pero a mí me pareció una charla sin sentido; así que intenté ver sobre qué platicaban los hombres. 
–Para mí tiene que ponerlo a Martínez bien arriba, decirle al Kun que deje de dormir y que baje a presionar; y que ponga Lo Celso vivo para que hagan una dupla... –opinó uno de los hombres y se metió un queso fino (que no era Mar del Plata).          
–¡Eso! -exclamó otro desde la punta de la mesa- Porque al principio nadie generaba juego. Después vino Tagliafico y les ganamos el partido.
Básicamente se creían expertos de futbol: estaba claro que no era un tema muy interesante. De hecho, parecía una disputa ya que se peleaban por hablar. Así pues, se interrumpían con suma frecuencia:                                                                                                                                                                               Nadie dijo nada útil -ni bonito, ni curioso, ni siquiera emocionante-; y yo estaba seguro de que lo hacían con una cierta usualidad; es decir, que frecuentaban evitar a sus esposas.... 
Entonces se me ocurrió que -si lo intentaba, obviamente-: era factible que yo leyera los labios de la pelirroja. Y aunque el sillón estuviera alejado de la mesa, no sería algo fácil pero igual iba a intentarlo... No obstante (y en ese preciso momento), Hitler dejó el pucho y empezó a contar una anécdota:                 
–Era una noche fría en la ciudad de Quebec; la luna estaba sombría y un poco rojiza. Le pedí algo para tomar a mi asistente: ella volvió con una gélida copa de champagne. Por consiguiente, pensé que se burlaba de mí. Así que se lo tiré hacia al suelo furioso.... Ella me preguntó qué me pasaba y le respondí enojado. "¡HACE TREINTA GRADOS BAJO CERO, DEMONIOS! ¡¿QUERÉS QUE SE ME HIELEN LOS VEINTIÚN DEDOS O QUÉ...!?" Mi asistente se explayó con que los bares ya no estaba abiertos (obviamente porque la nieve así no lo permitía); que era lo primero que había visto al llegar a su casa; y que sentía que tenía un apuro demencial. Le respondí aún más enojado con esto: "¡Lo lamento Lucía pero estás despedida! ¡Cuándo te contraté no fuiste la única opción como este TRAGO DE MIERDA!". La pobre muchacha salió corriendo con cientos de lágrimas. Era evidente que no estaba del todo preparada....... -Miró a las chicas en el sillón y exclamó indignado: al parecer ellas estaban mirando Tick-Tocks- ¡Los celulares son tal los "succionadores" y los dildos: quizás por un rato sean de una gran utilidad, pero (después de todo) nada es bueno en exceso....! ¡Y mucho menos sirven para matar el aburrimiento; o por lo menos no para hacerse cargo de verdad...: porque hay millones de "aventuras" de carne y hueso allá afuera, esperando a que alguien se atreva a intentarlas!                                                                          Se levantaron y caminaron hasta la mesa sin hablar: algo cruel ya que este hombre no les podía dar órdenes. De todos modos, me quedé callado y aproveché que había una copa -llena hasta la mitad-; para beberla a fondo blanco y volver a mirarle ese PELAZO. Aunque las chicas se pusieron a hablar de cualquier cosa. Mientras que de un modo un poco particular: los adultos la observaban con notable disgusto.                                                                                                                               Ella ya había terminado su conversación con Paul: se notaba angustiada pero ahora no tanto. De todas formas, no tenía ningún rastro de él.                                                                                                           La distinguí mirando al horizonte (como toda una modelo) cuando una de las mujeres destruyó mis pensamientos.   
–Phoenix... -La hermosa pelirroja se dio vuelta. Un cigarrillo entre los labios encarnaba a su imagen- ¿Al final decidiste a qué te vas a dedicar? 
-¡Prostituirme en los moteles que hay en los "barrios negros"! ¿Qué opina usted señor Hart? –me preguntó.
-Emm.... ¿No sería un desperdicio de inteligencia?
En ese instante la mesera se encojió de hombros. Los hombres rieron mientras había un gran dolor de su parte.  
Llamé a Hart y ella me dijo que ya se había ido. Luego bebí unos tragos más y emprendí la retirada: 
Apenas llegué ya me lancé sobre mi cama. Acto seguido, me bajé unas cuanta cervezas... Luego me desnudé porque el calor y porque no tenía aire: los ventiladores no sirven ni pa' enfriársela a un adolescente en celo; -que toma "leche con vitaminas" con tal de que al fin le crezca-.  
Curiosamente no tardé mucho tiempo en dormirme. Pues yo ya no tenía fuerza ni al menos para escribir algo: (ni de recordar MIERDA del pasado aún sintiéndome un imbécil). Aunque no sea ni la primera ni la última vez. Hay gente peor que atraviesa situaciones funestas.... Se imaginan cosas e incluso pierden el control de su ser.......
Lo último que vi fue el Oporto que seguía el suelo. No tenía idea cómo iba a pagar la renta...





Un roto de los nefastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora