Capítulo 54

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Llegamos a su casa en un silencio absoluto. Me dolía la cabeza a pesar de que la tenía cerca. La recordé riendo y sentí un rico calor en pecho. MALDITA SEA. Solo quería que lo hiciera de una vez así me dejaba de castigar el SUPERYÓ. Pues lo que había sucedido con Ingrid le resultaba algo "malo".
La abogada volvió a pisar el freno cuando bajamos del auto. El viento frío nos golpeaba con fuerza de pies a cabeza. Aunque nadie musitó ni siquiera una queja. Solo caminamos como si fuéramos dos mundos distintos; aislados el uno del otro; ya que cada universo se perdía solitariamente en sus pensamientos.
Introdujo la llave mientras una dulce y diabólica voz se oía a lo lejos, no hacía falta saber factorizar polinomios de quinto grado para adivinar de quien se trataba.
Naomi dio un profundo antes de...
-¡¿Hank?! -Se escuchó un grito agudo desde el otro lado de la puerta- ¡¿Y a vos quién CARAJO te invitó?!
-Tu hermana es mi... -Fui interrumpido.
-¡¿Novia?! -Preguntó la hija de Samael.
-No exactamen... -Me volvió a interrumpir.
-¡¿O acaso son amantes?! -Agregó dejándonos atónitos a ambos.
-¿Dónde escuchaste ese término? -Musitó la sexóloga para luego pegarse en la frente con la palma de la mano.
-Lucifer, la serie.
-Eso explica mucho... -Susurré para mí mismo logrando que ambas me observaran con cara de confundidas.
-¡No vas a mirar la tele nunca más! -Exclamó con disciplina- ¡Y sos insoportable con las malas palabras! -Agregó sorprendiéndonos a ambos- ¡Ahora vas a ir a tu cuarto y hacer la tarea de matemática sin chistar!
-¡Pero es muy aburrido! -Respondió luego de abrir la puerta.
-¡Que me llamen de la escuela para hablar sobre tu mala conducta es aburrido; si no movés el CULO ahora mismo te voy a dar un chirlo tan fuerte que no vas a poder CAGAR por un par de semanas!
La niña se alejó llorando de repente. Sin embargo, la mujer de los cachetitos de bebé bufó con bastante ira en vez de ir a consolarla. Por consiguiente, nos sentamos en el sillón cuando me dijo que traería unos "batidos verdes" para tomar.
A mí no me sobraban las ganas de probar lo que fuera que contuviera tal machacado. Pues no me gustaban ni siquiera los de DURAZNO de una "experta en el sexo"; o dicho más directamente, prefería la cerveza porque me alejaba de la realidad.
Seguramente tendría cosas como brócoli, apio, pepino, espinaca, kiwi, berros, etc... o por lo menos eso es lo que suponía en ese momento...
Al final apareció con una antigua jarra de jugo entre sus manos inquietas; la misma cuyo machacado de durazno yo le había buscado justo antes de ver como una adolescente caía desmayada sobre la cocina.
Agarré el vaso y le pedí a Alá que me protegiera del sabor de esa MALDITA BAZOFIA. Luego, me tragué todo el sumo a fondo blanco. Curiosamente, era mucho más rico de lo que yo me hubiera podido imaginar.
-¡Está buenísimo Naomi! -Exclamé sorprendido.
-¡Me alegro de que te guste! -Respondió ahora sí tan efusiva como siempre- ¡Si fueras más abierto a probar cosas nuevas te sorprenderías de todo lo que la naturaleza nos ofrece sin pedir nada a cambio!
-Sí... -Musité- Es imposible que te pase algo malo siempre y cuando tengas ganas de explorar este maravilloso universo y voluntad suficiente como para querer aprender un poco más de este.
-Excepto que los demás te maltraten. ¿No? -Preguntó en un suspiro.
-Para mí lo más importante es que nos conocimos de casualidad... el presente y lo que sí podemos cambiar del futuro... -Cité a mi padre en eso último.
-En ese sentido todas las situaciones duras por las que pasamos nos llevan siempre a algo bueno. ¿No?
-No sé... -Hubo un silencio mientras los rayos y la tormenta se volvían a hacer presentes- ¡Pero sí soy consciente de que es mejor estar loco y ver unicornios; que cuerdo y observar lo absurda e insignificante que es nuestra existencia en este mundo!
Apoyé mi vaso en una mesa ratona que estaba delante de nosotros. Irónicamente, la lluvia me daba ganas de llorar... y ella no era para nada la excepción...
-Se llamaba Augusto. Tenía catorce años y recién iba a la secundaria. Si bien no le sobraban los amigos; pasaba todos los días leyendo libros de astronomía... -Recordé a Putín- Quería ser el primer hombre en pisar el planeta rojo... -Bajó la mirada- Un día lo vi masturbándose en su habitación como ya era habitual a esas alturas. Aparentemente, una de sus profesoras lo había rechazado por regalarle una pulsera de doce hilos hecha a mano... creo que ni yo podría realizar tal accesorio... -Se rió como solo ella podía. De todos modos, lo cierto es que no me hizo sentir tan bien como suponía- Lo encontré lastimándose y le grité para que parara. Él me pidió que me fuera cuando se cortó profundamente el brazo por error. Normalmente me hubiera desmayado al ver tanta san... -La interrumpí.
-¿Y cuándo estás en "esos días del mes"? -Pregunté divertido.
-¡¿Por qué DEMONIOS alguien en su sano juicio haría una broma subida de todo en el medio de una conversación seria?! -Contestó sorprendida.
-Lo aprendí de mi padre... -Musité- ¿Te molesta?
-¡Más que grano en el CULO! -Exclamó furiosa- ¡Y evidentemente no estás del todo bien de la cabeza!
-¡Me parece que ya pasamos por esto Nao! ¡Ahora proseguí con la historia del suicidio de tu hijo en vez de continuar rompiéndome las PELOTAS!
-Entonces bajé por las escaleras y llamé a una ambulancia... -Hubo un silencio extraño- Cuando volví a su cuarto su cuerpo yacía sin vida.
La abracé de costado y ella se dejó caer sobre mis piernas. Le empecé a entrelazar los rulos sobre mis dedos una y otra vez cuando me interrumpió.
-¡Eso sí que no lo tenés permitido! ¡Mi pelo es algo sagrado!
Cambiamos de posición a la inversa; es decir, ahora yo estaba recostado sobre su vientre. Hizo lo mismo conmigo aunque a mí no me molestaba para nada. De hecho, era bastante placentero.
-Mucho mejor... -Sonrío con perversión- ¿Te puedo hacer una pregunta medio rara?
-¡Lo qué sea que me preguntes te lo voy a responder con suma honestidad tonta!
-¿Qué te gusta hacerte a vos mismo? -Sentí que alguien me apuñalaba en la sien- ¡Eso también habla de quién sos!
-¡Pero qué conste que vos me lo vas decir después estúpida!
-No vale repetir la pregunta.
-Creéme cuando te digo que sé miles de formas distintas de dártelo a entender.
-¡¿Por qué MIERDA sos tan bruto Hank; no lo entiendo?!
-¡¿Y a vos por qué VERGA te gusta ayudar a los más necesitados, MALDITA SEA!
-¡Porque me hace feliz!
-¡Y nefasta!
-¡Por lo menos no soy un amargado que dice malas palabras, LA RE CONCHA DE TU HERMANA!
-¡Cuándo estoy solo en mi casa me ######! *censurado*
-Suena divertido... -Rodé los ojos al notar que todo era una actuación para hacerme confesar uno de mis peores pecados- A mí me gusta usar un jengibre... -Agregó como si fuera lo más normal del universo.
-¡¿QUÉ CARAJO?! -Respondí confundido- ¡ESO SE LE PONE A LA LIMONADA, NO AL "AGUA DE VULVA"!
-¡Sos un tarado! -Exclamó divertida- ¿Qué tal si vamos a un lugar más pri... -Se dio la vuelta. Inés nos observaba con una cara de traumada que era un poema- Decime que esto es una pesadilla bro... -Musitó impertérrita.

Un roto de los nefastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora