Capítulo 18

30 1 0
                                    

Caminamos sin decir nada por unos minutos hasta que me acordé del comediante negro y frené en seco de repente.
-¿Qué tal si vamos al bar del otro día para ver los chistes, de paso podríamos jugar la revancha del pool?
-Ahora tengo sueño... -La miré de brazos cruzados- Si no duermo bien me pongo de mal humor.
-¿Segura? –Pregunté por si acaso y asintió con la cabeza- ¿No hay ninguna probabilidad de que cambies de opinión? 
-¡POR EL AMOR DE DIOS HANK! ¡NI QUE TE FUERA A ABANDONAR COMO TODOS LOS DEMÁS!       
Hubo un silencio. Eso último me había tomado completamente desprevenido; y yo no era una persona que se desenvolvía bien en las situaciones inesperadas. Pero no me ofendía. De hecho, me servía para plantear un punto clave en el desarrollo de nuestra relación.
Así que suspiré profundamente para luego exclamar sin miedo a recibir un "no" como respuesta.
–"¿Pinky promise?"*
-¡¿Cómo se te ocurre pensar que podría dejarte?! –Rodó sus ojos- ¡Cómo sea! ¡Hagámoslo rápido!
Juntamos nuestros meñiques mientras las personas de la calle nos observaban divertidas. En algún punto tenían razón, era más esperable que lo hiciera una niña de cinco años.
Ella se fue y decidí ir por mi cuenta. Hacía mucho frío, aunque a mí este me agradaba porque siempre venía acompañado de buenos recuerdos: Una salida en los viejos tiempos, un asado en la casa de Maxi o un partido de futbol en las torres cuando tenía siete años y era estúpido e inocente... pero feliz...
Todos de noche, porque en ese momento del día es cuando el viento está más congelado. La mayoría imprecisos gracias a una cerveza, o una copa de vino, o un tequila, o una botella de ginebra... quizás todo eso junto...
El negro no estaba en el escenario, ni ningún comediante que realmente valiera la pena.
Me arrepentí por no haber invitado a Putín... seguro se estaba colando un pepino o alguna otra práctica de HOMOSEXUALES...
Entonces, decidí volver a mi departamento ya que eran las últimas horas que me quedaban para dormir en un colchón de verdad. Si bien yo no era alguien dependiente ni nada parecido, extrañaba un poco al MALPARIDO de Gustavo Santoro.
A la mañana siguiente me deboré seis flanes y medio cuando cuando alguien me llamó. Fui a atender con cierto entusiasmo suponiendo que se trataba de él. Pero no, era Hart diciéndome que iríamos a la universidad de Phoenix para ayudarla con sus tareas. Lo que no tenía ningún sentido, sino podríamos entrar.
Me cambié la remera por la primera que encontré en el suelo y me pegué una ducha rápida antes de que sonara el timbre. Entonces, me llevé puesta una botella y me fui de culo al piso. Estaba seguro de que las había recogido todas. 
-¡Si no abrís la puerta en cinco minutos me voy a enojar! ¡En la fiesta comprobaste que soy tan fuerte como una pantera! 
-¿¡YA TE DIJE QUÉ TE ODIO, NO?! 
-¡Yo también te quiero! -Rodé los ojos- ¡Ahora CERRÁ EL CULO y apúrate, la pelirroja nos está esperando abajo! 
Descendimos por las escaleras a pesar de que alguien estuviera cansado.
Había dos autos, uno a cada lado de Phoenix. El sedán era bueno mientras que el SUV más bien mediocre. Obviamente supuse que a ella le pertencía el barato, pero me llevé una sorpresa al verla saltando hacía el Camaro Cabrio (descapotable), e introduciendo la llave para luego pisar el acelerador. Sonaba muy PADRINO. Era tan blanco que la luz del sol se reflejaba sobre el capot, tanto que el ano se me abrió bruscamente cuando exclamé sorprendido. 
-¡¿Cómo CARAJO hiciste para pagar este auto?! 
-Todavía me faltan quince cuotas, ni siquiera terminé de vaciarme los bolsillos.
–Te vas a quedar pobre y tus hijos van a comer cartón... ¡No sé por qué, pero eso me recuerda a Argentina! 
-¡Y vos te vas a quedar completamente solo, nadie va a reclamar tus cenizas cuando mueras! 
-Decime algo que no sepa... -Musité.
-¿Qué? -Preguntó Ella.
-¡NADA! 
Hubo un silencio. Nos subimos al coche y partimos rumbo a la universidad. Phoenix me miraba sintiendo pena, pero a mí no me importaba una GARCHA su opinión. Así que me puse cómodo en la butaca y prendí la calefacción. Hacía mucho frío.
El viaje no fue muy largo. Aunque sí un poco estresante porque la adolescente estaba demasiado nerviosa. Llegamos y le pedí hablar en privado. Caminamos hasta la esquina donde no al parecer no había nadie y miré hacia ambos lados para asegurarme de que no hubiera moros en la costa. Luego, fui lo menos directo posible. 
-¿Qué tal si le "sacás veneno a la serpiente"? –Frunció el ceño confundida- "Tocás el arpa"- Permaneció extrañada- "Saludás a tu amiguito" "Explorás la cueva de las rat... -Me interrumpió.
-¡No entiendo a que te referís Hank, tenés que ser más específico! 
Lo representé con mis dedos con tal de que captara el mensaje oculto. Los transeúntes que pasaban por allí me miraban mal, pero sinceramente no me importaba demasiado.
-¡Ya entendí! -Suspiró- ¡Supongo que podría intentarlo!
-¿Escuché mal o dijiste "Supongo que podría intentarlo"?
-Sí, eso es exactamente lo que salió de mi boca... ¿Te parece raro?
-¡¿Nunca te col... -Me interrumpió.
-¡Nunca! ¡Ahora andá con Ella a tomar algo, tengo que entrar a la universidad!
Se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Yo no lo podía creer, me llamaba muchísimo la atención.
Nos sentamos en una mesa a esperar hasta que Phoenix terminara su jornada escolar. Pero los lugares para sentarse eran una MIERDA, así que volvimos al auto y decidí ir a dar una vuelta para comprobar si era cierto que aceleraba de cero a cien Km/h en cuatro segundos aproximadamente.

   

____________________________________

Aclaraciónes:

Pinky promise: (Traducido del inglés)
Jurar el meñique, o hacer una promesa meñique, es tocar los meñiques de dos personas para indicar que se ha hecho una promesa.
                                                                                                                                                    

Un roto de los nefastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora