Capítulo 46

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Suspiré de alivio cuando el té de jengibre ya estaba listo. Me lo bebí a fondo blanco suponiendo que los diversos ácidos que contiene me penetrarían las "heridas emocionales" a través de un efecto instantáneo. Sorprendentemente, al principio solo sentí una fuerte picazón en el TESTÍCULO izquierdo. Aunque no me lo rasqué porque Ella me había dicho que tocarse en casa ajena era de mala educación.
Naomi me preguntó si estaba mejor y negué con la cabeza. De todos modos, el simple hecho de tenerla cerca por sí mismo ya me desestresaba casi tanto como cascármela. Solo quería que se sacara un chiste de lo más profundo del CULO y se riera; pues no había otra mujer que lo hiciera de una forma tan sublime como ella. Evidentemente tenía un don que era bastante –bastante- épico; no obstante, tampoco me apabullaba el hecho de que hubiera una chica genuinamente bondadosa en Las Vegas... el problema son los gráficos de "probabilidad de CAZAFORTUNAS"...
-¿Hace mucho tiempo que te duele la cabeza? –Preguntó la abogada tomándome de sorpresa.
–Para que te hagas una idea, de chiquito tenía desmayos... probé con todo tipo de remedios pero no hubo caso.
-¿Estás completamente seguro de eso último?
-¡Me refiero a los industriales, obviamente!
-Sí... -Musitó- ¿Sabías que la ganancia neta de __  son aproximadamente 1000 dólares por hora?
-¡Maldita sea, esos CULIADOS generan cómo 5040 IPhone X por mes!
-¡Es qué en serio son 5040 IPhone X por mes! –Exclamó con una furia visceral- Bueno... en realidad depende de la versión que te quieras comprar... -Ahí ya me sentía un poco mejor- ¡El punto es que se aprovechan de un montón de PELOTUDOS con tal de estafarlos una y otra vez!
-Decime una empresa multinacional que no haga eso... -Respondí agregándole lógica al asunto.
La sexóloga no dijo nada más. Solo se dio la vuelta mientras las gotas seguían cayendo detrás de la ventana y se alejó con rapidez. Por en un efímero momento, percibí esa magia que tanto la caracterizaba. Al parecer provenía de sus POMPIS extraordinarias -en vez del pelo largo y ondulado cómo suponía desde un principio-.
Sin embargo, estaba clarísimo que la suerte de obsesión que tenía con este era destacable; y si bien el dolor disminuyó por un par de minutos, luego volvió pero al ver su cabello se redujo notablemente.
Era imposible sentirme mal cerca de ella. Por consiguiente, quería llorar aunque no podía a pesar de la tormenta. La lluvia seguía cayendo cada vez con más fuerza... y yo reflexionando sobre la causa de que me hiciera sentir de tal manera...
–¡Hank! ¡Hank! ¡Hank! –Escuché una voz desde arriba- ¡Hace cinco horas que estás durmiendo en el sillón!
Me refregué los ojos cuando noté que se trataba de la vaquera. Miré alrededor esperando divisar a Nao pero no hubo caso.
Al parecer ya había dejado de llover hace rato. Aunque como se sobreentenderá el jardín estaba empapado.
Le pregunté a la jugadora de póquer donde estaba mi amiga sin obtener ninguna respuesta. Por ende, revisé el celular y me di cuenta de que tenía un mensaje de Gustavo. Al parecer quería que nos juntáramos a tomar algo. Yo le respondí que conocía un bar magnífico; el cual estaba dirigido por un rusito homosexual.
Ella me miró con una especie de ansiedad diabólica. Si bien fruncí mi ceño porque no entendía que le pasaba, decidí callar suponiendo que era cosa de los "días posteriores" o que tenía el ciclo irregular; no obstante, me levanté dispuesto a buscar a la abogada cuando la vi trabajando en su despacho.
Oí un fuerte bufido y me acerqué para ver que le sucedía. Luego, se escuchó el golpe de un puño sobre una mesa de madera.
-¿Estás bien? –Pregunté sin reirme.
–¡¿Cuántos meses hace que no nos vemos?! ¡Pensé que estabas en coma! –Respondió tan efusiva como siempre.
–Por lo menos no me descargo con un pobre objeto... -Susurré serio.     
–No pienso responder a eso... -Exclamó con cara de enojada- Aunque te agradecería de corazón que me trajeras un jengibre.
-¿Para sazonar la limonada?
-¡NO, PARA METÉRMELO BIEN HASTA EL FONDO DE LA CONCHA! –Me encogí de hombros- ¡AHORA EMPEZÁ A CAMINAR DE UNA MALDITA VEZ! ¡¿O ACASO QUERÉS QUE TE DESGARRE EL TESTÍCULO IZQUIERDO?
Por más que me picara ese HUEVO. Decidí tomármelo como una pregunta retórica.
Salí de la sala bastante impactado por su reacción. Luego, volví a la cocina y me acordé de la chica cuyo cuerpo estaba profundamente adormecido por el alcohol. Abrí la heladera y tomé una batata pequeña. Evidentemente, yo no era alguien que acostumbrara a ingerir tal tipo de especias. Por consiguiente, la volví a apoyar para luego agarrar algo con una forma mucho más irregular.
Okis me miró con un curioso rostro de confusión. Pero de todas maneras, volví al despacho de Naomi y le entregué lo que me había pedido. La de los cachetitos de bebé sonrío al comprobar que no era una batata u otra hortaliza parecida.
Se veía arrepentida por haberme levantado la voz. Así que intenté decir algo aunque ella se me anticipó.
–Perdón... -Dijo cabizbaja- A veces me pongo nerviosa y me paso de la raya.
–El hecho de que tengas tanto carácter me parece algo extraordinariamente bello... -Musité por lo bajo- Ahora bien... creo que deberías encontrar un modo de canalizar tu ansiedad en vez de gritarle a los demás o descargarte con los muebles... ¡La mesa no tiene la culpa de nada!
-...
-No entendí la referencia.
-...
-¡¿Vas a emitir algún sonido o te vas a quedar callada hasta que se me acabe la paciencia y me valla de tu casa?!
-Generalmente me masturbo con suma violencia. ¡Pero hoy hay un IMBÉCIL que se durmió en el sillón!
-¡¿Se supone que eso no duele?! -Pregunté atónito.
-¡Ni que usara una fusta! –Abrí los ojos como platos- ¡¿Qué te pasa bro?! ¡¿Acaso conocés a una chica que lo hace?!                                                                                                                                                 

Un roto de los nefastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora