Capítulo 53

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-¿Me querés con limón y sal? –Pregunté en un suspiro.
–No sé... -Hizo una pausa para terminar la galleta. Lo cierto es que se la había devorado- Quizás no seamos del todo compatibles Hank... no veo ninguna forma de reparar nuestro conflicto de ideales.
–Tal vez... ¡Tal vez haga alusión a algo de lo que ambos podríamos salir ganando!
–Puede ser... -Musitó- Aunque yo no me arriesgaría a seguir hablando con un borracho el cual no entiende la diferencia entre defender a los "buenos" de testificar a favor de los "malos". Si me disculpas, voy a ir a hablar con el ru... -La interrumpí.
-¿Confías en mí?
-Evidentemente no... sino no te tendría resentimiento por lo que dijiste.
-¿Nunca te traicionó tu inconsciente? –Agregué poniéndole un poco de lógica al asunto.
–¡No suele hacerlo en tal magnitud; por eso es que deberías ir al psicólogo!
-¡MALDITA SEA Naomi, si supieras lo que hiciste por Phoenix te darías cuenta de que las cosas intrascendentes siempre valen la pena platicarse!
-Sí... -Respondió con los brazos y las piernas cruzadas.
–Generalmente, las chicas salen corriendo cuando les doy un último comentario de forma impulsiva.
-¡¿ACASO ME VEZ EN CONDICIONES DE CORRER, LA RE CALCADÍSIMA CONCHA DE TU HERMANA?! –Exclamó furiosa mientras el flujo se le impregnaba al jean roto.
Era divertido y a la vez interesante pensar en que curiosamente no tenía el control de la situación. Exactamente del mismo modo que con el caso por el cual se masturbaba con suma violencia.
-Y no sé por qué pero puede ser que tengas razón... aunque tampoco me parece que deberíamos hablarlo. Pues para mí la vehemencia con la que lo dijiste significaría que no estás del todo bien de la cabeza.
-¡¿Y vos sí?! -Respondí certero.
–A eso también le atinaste bastante...  pero yo opino que deberías hablarlo con alguien más.
-¿Y si te digo que me quiero suicidar? –Musité cuando sus ojos se abrieron de repente- ¡¿Estás segura de que no te pasa nada grave?! –Agregué asustado por su reacción.
–Es que... -Suspiró profundamente- Tampoco quiero dejarte solo si realmente estás sufriendo.
–Después hablamos... -Fue lo último que le dije antes de que agarrara su bolso y se dirigiera hacia Putín. 
Ese hecho marcó una ruptura en el desarrollo de mi existencia en este mundo. Nunca nada volvió a ser como antes. El sueño despierto de imaginármela en una situación parecida a la mía me ponía súper mal en serio. Pues yo sí me lo merecía en algún punto. Pero ella era demasiado buena como para que la vida se le tirara encima de repente.
Osea, el MALDITO universo estaría funcionando incorrectamente si la había lastimado de esa manera. En realidad, nadie se merecía atravesar algo tan crudo... aunque hay personas que cosechan lo que siembran y dudo mucho de que se haya sido su caso...
Bebí como todo un caballo... por esos desgraciados de cuatro patas se está acabando el agua en el planeta tierra...
Curiosamente, el alcohol me hizo menos efecto del habitual. Solo le dije a una moza que la quería invitar a "pasar la noche" en mi jacuzzi y me respondió que justo esta luna estaba ocupada. Pero bueno... por lo menos no me puse a hablar solo como solía hacerlo hace un par de semanas... Además, me comí un cigarrillo de otra mesa pensando que era un churro con dulce de leche -eso sí que no me había sucedido nunca antes-.
El punto es que Naomi apareció de repente cuando me preguntó si quería ir a su casa porque tenía que cuidar a su hermanita. Si bien Inés era una pilla de las que hay que escarbar para encontrar; al menos tenía más carácter que la mía –hermana menor-. Solo quería "poner el dedo en la llaga" y que lloráramos juntos. De hecho, eso era lo único que realmente extrañaba de los "viejos tiempos" donde Ingrid me hacía vivir extraordinaria y sublimemente; y sabía muy bien que NUNCA volvería a sentir lo mismo de una chica al menos en la faz de la tierra. Quizás sí haya oportunidades que solo se dan una vez en la vida... era una pena...
-Obvio tontita... -Le susurré en el oído- ¿Para que existimos en este mundo si no es para hablar las cosas?
-Tengo una amiga psicóloga que no opina lo mismo... -Respondió con ironía.
No nos animamos a emitir otro sonido. Caminamos a la par hasta frenar ante dos autos. El rojo era buenardo mientras que el azul más bien nefasto.
Al ver que sacaba una tarjeta abrí los ojos sorprendidos, no había nada que pudiera hacer mejor a una mujer perfecta que ser dueña de un Tesla Model 3.
Nos metimos en el coche cuando pisó el freno para encenderlo, juro que nunca había visto un cuero falso tan realista. Anduvimos por un largo rato en el cual el silencio fue moneda corriente... hasta que casi como por arte de magia una apreciación salió de mi boca...
–¿No sobran chicas tan geniales como vos en el universo, no? –Pregunté con naturalidad.
–Probablemente no... -Me disparó una mirada elegante- ¡Aunque tampoco creo que haya muchos escritores arrogantes! –Agregó divertida.
-¿Algún día vamos a platicar sobre eso? –Musité dejándome ganar por mi ELLO.
–No creo que sea necesario Hank... -Hubo un silencio que se interrumpía reiteradamente por el golpeteo del chasis al chocar contra las lomas de burro- Pero tal vez alguna noche nos dejemos llevar.
–Suena bien... -Respondí con un chiste malo.
No se rió... aunque yo me moría de ganas de que lo hiciera...                                                                

Un roto de los nefastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora