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Terminando nuestro desayuno me quedé con Christian, mi mamá tuvo que ir a su trabajo, regresamos a su casa, le pregunté por su amigo.

—Se llama Mario, él es quien ha estado para mí desde que me salí de casa de mis padres, él parece más mi hermano.

—Suena tan lindo, al menos tienes un amigo que te apoya.

—¿Tú estás sola?

—Sí, no hay nadie que tenga mi confianza, más que tú.

—¿Y tu mamá?

—No, sólo tú sabes todo.

Me besó y me llevó a su habitación, nos acostamos en la cama, platicamos un rato, luego un beso nos llevó a otra cosa, justo cuando iba a hacer de nuevo el amor, Mario llamó a la puerta.

—No te muevas de aquí.

—Claro.

Me quedé en la cama, pero como no podía estar tranquila me puse su playera y salí a una especie de balcón, observé todo lo que rodeaba al edificio, tenía vistas maravillosas.

—¿Te gusta lo que ves? —Preguntó a mi espalda Christian.

—Sí, y también me gusta lo que puedes hacer por mí.

Me atrajo hacia él, me levantó del suelo y nos aventamos a su cama, ahora lo único que podía preocuparnos era el tiempo que teníamos juntos.

—¿No vas a clases hoy?

—Sarah, por ti voy a faltar.

—¿Qué?

—Mario me cubrirá en el trabajo y en cuanto a la escuela, diré que me sentí mal.

Lo besé y continuamos con lo que estábamos haciendo, Christian volvía a enseñarme su experiencia, sus movimientos eran delicados y amorosos, supo hacerme sentir bien con lo que hicimos y con mi cuerpo principalmente. Nos quedamos acostados en su cama, platicamos de todo y nada, el tiempo con él no se sentía, era como si se detuviera todo a nuestro alrededor.

—¿Tienes planes para mañana?

—Debo ir a la escuela, no me agrada faltar.

—Bueno, mañana debo reponer el turno, pero prométeme una cosa.

—¿Cuál?

—Pase lo que pase, me llamarás si me necesitas, sin importar nada.

—Lo prometo Christian.

—Compraré un teléfono hoy y te daré el número, llamaré para que bloqueen el otro.

—Está bien.

Christian llamó a la compañía celular y pidió que bloquearan el equipo, de esa forma ya no podría ocuparlo Adam. Me quedé pensando en lo que pude vivir si me quedaba con Adam, me sentí fatal, quería llorar; no pude contenerme, todas mis emociones estaban a flor de piel.

—¿Qué pasa?, ¿te lastimé?

No podía hablar, mis palabras estaban atoradas, estaba bloqueada, quería decirle que nada era su culpa, que él único responsable era su hermano.

—No. —Fue lo único que salió de mi boca.

Christian me abrazó, intentó tranquilizarme, pero yo parecía fuente. Me levanté y decidí irme a casa, él intentó detenerme, me preguntaba si tenía la culpa o qué había hecho mal, no respondí nada, abordé un taxi y me dirigí al trabajo de mi mamá, nunca la molestaba ahí, pero necesitaba estar con ella; le llamé por teléfono para que pudiera pagar el taxi.

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora