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Pasada una semana me había acostumbrado al hostal, me encargué del aspecto económico, Rosa había optado por pagarme un sueldo, de ahí sólo restaba lo que costaba la habitación porque yo había insistido en pagarla, aunque no era lo que realmente costaba el alquiler; ella me había cambiado a una más grande para que pudiera acomodar las cosas que fuera a comprar para mi bebé, en cuanto tuviera más dinero.

—¿Cuándo irás al médico?

—Mañana agende una cita con el médico para ver qué me dice.

—Todo va a salir bien, tú tranquila hija, además se ve que eres una buena niña.

—Espero que sí.

Realmente no era una buena niña, no tenía idea de la paternidad de mi bebé, había tenido relaciones en la misma semana con dos personas diferentes, cualquiera podía ser el padre, reaccioné porque alguien había llegado al hostal, era un hombre bien parecido, por mucho tenía treinta años, muy elegante, tenía rasgos de intelectual, podría decir que un abogado.

—Bienvenido, ¿en qué le puedo ayudar?

—¿Está Rosa?

—Hijo, bienvenido, te presento a Sarah, es una chica que me ayuda en la parte administrativa.

—Me alegra saber que alguien te ayuda, ¿Sarah?

—Nada, ¿quieres comer algo?

—Venía a invitarte, pero si estás ocupada...

—No, Rosa puede marcharse, yo me encargaré.

—Mejor ustedes se van a comer, después compran algunas cosas que necesito para el hostal y regresan a comer el postre que está haciéndose en el horno.

Rosa nos sacó del hostal y yo no tenía absolutamente nada, ni siquiera un suéter por si me daba frío porque el día estaba nublado. El hijo de Rosa me observó y sonrió apenado por la ocurrencia de su mamá.

—Yo puedo ir a comprar las cosas que necesitamos y si quieres nos podemos poner de acuerdo con la hora para que Rosa piense que hicimos lo que nos pidió.

—No te preocupes, ella está de casamentera, otra vez.

—Lo siento, yo no quiero importunar, ni nada.

—Por favor háblame de tú, me haces sentir demasiado grande.

—Perdón, es la costumbre.

Me escoltó al auto como buen caballero, tenía una camioneta, bastante lujosa y pretenciosa, sentí que era un declarativo de su estatus socioeconómico, cuando él abordó el lado del piloto, soltó la bomba que no esperaba.

—Tú eres la chica que están buscando en las noticias, por eso me calló.

—Yo... Puedo explicarlo de alguna forma.

—Bueno, si mi mamá te está ayudando es por algo, confío en su buen criterio.

—Ella está enterada de todo, sabe por qué me buscan y el por qué no quiero que me encuentren.

—¿Tienes una pareja que abusa de ti?, sabes que puedes proceder legalmente contra él.

—No es nada de eso, sólo que mis padres no están de acuerdo en que tenga a mi bebé, me fui de casa y ahora me buscan, eso es un resumen más práctico.

—Vaya, ¿y el padre?

—Sin padre, sólo mi bebé y yo.

—Perdón, no quise ser indiscreto, es sólo...

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora