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Nos quedamos acostados en su cama contemplando el techo, mi cabeza estaba sobre su pecho, escuchaba los latidos de su corazón, estábamos tan calmados.

—Sarah, cuando te conocí, quise decirte algo.

—¿Qué cosa?

—Siento que te conozco de otro lugar, otra vida, no sé cómo describirlo, pero tú complementaste algo que comenzaba a hacer falta, diste alegría a mi vida.

—Tú eres lo que realmente me hacía falta Álvaro, pero no me has dicho los motivos por los que me estás dejando.

—Me requieren en una misión militar, llamaron a soldados retirados para realizarla...

—¿Volverás?

—Te dije que tengo motivos para hacerlo.

—No los especificaste.

—Tú eres el principal, sé que nadie puede encargarse mejor de ti que yo, así que volveré por ti, te lo prometo.

Lo abracé más fuerte y como mis brazos me permitían, esa misión era un riesgo tenía un cincuenta por ciento de probabilidades de volver a mi lado y el otro cincuenta era dejarme sola, decidimos aprovechar lo que restaba del día jugando billar en su casa, pedir una pizza, ver unas películas; Álvaro estaba haciendo éste último día demasiado especial.

—¿Mañana tomarás un avión?

—Sí, pero es demasiado temprano para ti.

—No importa, quiero estar a tu lado hasta el último minuto, por favor.

—Está bien, así lo haremos, nena.

Terminamos la pizza junto con las películas, le dije a Álvaro que no quería irme a mi casa, sólo le mandé un mensaje a Héctor para avisarle que estaría fuera, volvimos a acostarnos en su cama, el tiempo comenzó a pasar tan rápido para mí que mis ojos comenzaron a aguadarse, tenía que contenerme, ser fuerte, cuando él estuviera en el avión podría llorar todo lo que quisiera.

—Todo saldrá bien, mis promesas las cumplo.

—Tienes que volver sano y salvo, por favor, no quiero perderte.

—No lo harás Sarah.

Álvaro me ayudó a conciliar el sueño, pero en cuanto sentí que había cerrado los ojos él me despertó para que comenzara a vestirme.

—Te dejé dormir lo más que pude, pero pronto nos tenemos que marchar.

—Ya voy.

Me levanté y me vestí lo más rápido que pude, necesitaba apurarme para que no se le hiciera tarde, en cuanto estuve lista él me dio un beso, había preparado café para que lo tomáramos en el camino. Al salir me percaté que él llevaba una maleta pequeña, eso me daba la esperanza de que era un viaje corto, pero no podía afirmar nada.

—¿Todo bien?

—Sí, es hora de ponerse en marcha.

Subimos al auto de mi papá y condujo hasta el aeropuerto, el trayecto fue tranquilo, me preguntó cosas personales porque quería tener todo presente y no olvidarme. Me quedé esperando en lo que él registraba su maleta, me reí porque me mandaba mensajes mientras hacía fila, era lindo tener esos detalles conmigo.

—Bueno, en unos minutos sale mi avión.

—Está bien, te iré a dejar a...

Mi voz perdía fuerza, un nudo se estaba formando en mi garganta, las ganas de llorar ya no las podía contener, él sólo me abrazó para despedirse, me besó profundamente y se marchó diciendo que el elemento de mi hermano vendría por mí, así que regresaría a casa segura.

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora