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Daniel me despertó con un beso en la mejilla, ronronee un poco porque tenía pereza, y porque quería que me consintiera un poco más con sus caricias, sus muestras de afecto eran tan sinceras me hacían sentir demasiado especial.

—Debemos desayunar y alistarnos para ver al médico.

—Aún hay tiempo.

—Sí, pero tengo un poco de trabajo y quiero que estés bien, además debes ir a casa de tu papá por tu teléfono y debemos buscar la casa que quieres.

—¿No puedes faltar?

Sé que su trabajo es demasiado importante, aunque él es el jefe, pero tenía esa pequeña esperanza.

—Está bien, pediré que me cubran y cualquier cosa me llamen al celular.

—¿En serio?

—Sí, vamos que ya está el desayuno.

Me levanté de la cama y nos dirigimos hacia el comedor, él ya tenía preparado todo el desayuno, sólo debía sentarme y comer, platicamos muy poco, estaba centrado haciendo las llamadas pertinentes para poder ausentarse en su trabajo, cada vez que su camisa se abría podía ver las cicatrices que tenía en su cuerpo, recordaba lo que hablamos y perdía un poco el apetito, me sentía mal porque tal vez pudo evitarlas o eran un castigo por algo que él hacía.

Mi cabeza seguía dando vueltas al tema, era algo que odiaba de mí, que no podía dejar pasar las cosas, me obsesionaba con las cosas, siempre quería saber todo, aunque la verdad me lastimara. Colgó el teléfono y le solté la pregunta.

—¿Por qué no me quieres hablar acerca de tus cicatrices?

—Porque no es algo bueno y tampoco algo de lo que me agrade hablar.

—¿Siempre vas a evadir el tema?

—No lo evado, te digo que no quiero hablar del tema, es sencillo.

—Es que no te entiendo, primero me explicas unas cosas, como tu verdadera profesión, pero no quieres hablar de lo que eras, me siento un poco traicionada.

Me levanté de la silla, fui al baño y me di una ducha rápida, salí rápido, todo lo comencé a hacer bastante molesta, demasiado veloz. Tomé mi bolso, salí justo cuando él había atendido una llamada, quería decirme algo, pero no tuvo la oportunidad de hacerlo, iba a ir a mi consulta sola, a casa de mi padre por mi teléfono y a buscar la casa que yo quiero. No me importa si Daniel se enoja o algo por el estilo, no estoy de humor para preocuparme por esas cosas.

Abordé un taxi, le proporcione la dirección de casa de mi padre, necesitaba ir por mi teléfono, el trayecto duró aproximadamente unos veinticinco minutos, había un poco de tráfico, pensé en la noche anterior con Daniel, él me había revelado su verdadera profesión, pero tenía miedo de decirme la verdad acerca de las cicatrices en su cuerpo.

Llegué a casa de mi padre, entré y no hice ruido, quería darle la sorpresa de que estaba ahí, aunque fuese por un pequeño rato, busqué a mi papá en su habitación, pero escuché un poco de ruido en su biblioteca, me acerqué para escuchar mejor, no quise interrumpirlo; lamentablemente su llamada me rompió el corazón en mil pedazos, había sido traicionada por mi familia y por Daniel, todo el tiempo me habían visto la cara, escuché el resto de su llamada para estar segura y después poder marcharme para hacer las cosas pertinentes.

—Se marchó sin decir nada, lo más probable es que vaya a su casa.

—Está bien, la estaré esperando.

—Gracias por recibirla en tu casa.

—Le dije que la cuidaría, además es mi trabajo.

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora