Seguí hablando con Álvaro, terminó su cena, lavó sus trastes y seguimos con nuestra conversación, él me dio un panorama más extenso de mi familia, la empresa de mi papá y lo que conllevaría vivir en esa casa; me contó acerca de su familia, un poco de sus gustos, técnicamente estábamos entablando una relación de confianza y podría decirse que de amistad, le conté acerca de mi mamá, un poco de lo que recordé de México; mientras estaba recargada en la encimera de la isla de la cocina Álvaro mencionaba algunos detalles acerca de la casa, mis ojos comenzaban a cerrarse, aunque mi mente quería mantenerme despierta, mi cuerpo ya no quería estar despierto más tiempo, mis ojos se cerraron por completo, me quedé dormida en la cocina escuchando una historia acerca de la casa.
Desperté en mi habitación, no sabía en qué momento había llegado aquí, intenté recordarlo, pero era en vano hacerlo; escuché que llamaban a mi puerta, sin pensarlo dije que pasarán, ni siquiera pregunté quién era.
—Buen día Sarah. —Era Álvaro, se veía tan fresco como si hubiera dormido sus horas reglamentarias, estaba con su traje y una camisa negra, se veía guapo, pero me llamó la atención que él estuviera a las seis treinta en mi habitación.
—¿Hay algo por hacer?
—Tienes una reunión en el colegio que tu papá eligió, sólo es para un recorrido.
—¿A qué hora es la cita?
—Ocho y media.
—Gracias, comenzaré a alistarme.
¿Por qué él vino a despertarme y no mi papá o Héctor?, él no tenía que cumplir con esas funciones, no era mi niñero ni nada por el estilo; me levanté de la cama, me quité el vestido que traía puesto y busqué algo adecuado para la reunión, opté por un pantalón negro con una blusa lisa color rosa, mis zapatos de piso negros, un suéter negro porque sentí frío, un maquillaje ligero para no incomodar a nadie. Decidí deshacer mi trenza y llevar mi cabello suelto, quería un poco de libertad en ello; busqué mi bolso de mano para llevar mi celular, ya que era lo único que necesitaba.
Bajé a la cocina porque quería una fruta, en cuanto entré todo el servicio detuvo su desayuno, de inmediato me querían atender, pero yo podía atenderme sola.
—¿Qué le sirvo señorita?
—Yo puedo hacerlo, sigan en lo que estaban por favor.
—No, por favor, yo le sirvo.
—Sólo voy a tomar una fruta, ya debo marcharme.
Tomé una manzana y un plátano, salí de la cocina para que ellos pudieran seguir desayunando, no quería que pausaran más tiempo sólo porque yo estaba ahí, mi familia ni siquiera estaba levantada, era la única que estaba despierta.
—¿Lista?
—¿Me enseñarías a manejar?
—¿Ahorita?
—Cuando tengas tiempo libre, aunque tampoco quiero abusar de ello.
—En cuanto termine su cita, veremos.
Llegué a mi cita puntual, la escuela era bastante grande, los alumnos me observaron en cuanto puse un pie ahí, no me agradó la sensación, sin embargo la cita ya estaba programada; iniciamos el recorrido con las oficinas principales, algunos salones de clases, la biblioteca, aulas de cómputo, no sé si me intentaban convencerme o era una carta de presentación para que me quedara ahí. Álvaro noto mi incomodidad, y hasta cierto punto un grado de estrés, mi papá quería darme lo mejor, pero esta escuela era para niños mimados, que tenían todo con sólo abrir la boca, yo no quería vivir algo así.
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¿Sólo yo?
Teen FictionYo no soy la típica chica de buen cuerpo o con las proporciones adecuadas y deseadas por muchos, yo soy una chica con imperfecciones, un poco de sobrepeso, tímida y un tanto antisocial, pero así es la realidad, nadie es como en los libros. No tengo...