12

60 4 0
                                    

Regrese a la habitación, Christian estaba hablando con su novia, le mencionaba que la amaba y que en un rato estaría con ella, tenía un asunto pendiente. Me lastimaban sus palabras, tomé mis cosas en silencio y salí de la habitación, Adam me estaba esperando en los elevadores, me abrazó en el momento en que me vió, agradecí que no mencionara nada durante el tiempo en el elevador.

—¿A tu casa?

—No, no quiero que mi papá me vea así, por favor, llévame a cualquier lugar.

Bajamos a la recepción y le pidió a un botones que le trajera el auto, esperamos poco para que sucediera. Abordamos el auto y nos fuimos, Adam se encargó del camino, mi mente seguía pensando en Christian, en cómo nos engañábamos.

—¿Asistirás a su boda?

—Contigo.

—¿Segura?

—Lo estoy Adam.

Llegamos a su casa, era completamente diferente a la que un día fui, además que el sitio no era el mismo, bajamos del auto y entramos directo a su habitación, me abrazó para pedirme que soltara todo, me olvidara de lo que estaba sucediendo y sobretodo que no me sintiera culpable.

—Yo, lamento haberte dejado.

—Quien se debe disculpar soy yo.

—No, yo tuve demasiado miedo, hice cosas que no debía, me adelanté en ciertos aspectos.

—Lo sé, lo noté cuando él te protegió de más en tu casa, aunque sé que yo estaba como loco en esos momentos.

—Tú colapsaste por lo que habíamos hecho, lo sabías y no lo dijiste.

Me giró para verme de frente, sus ojos me observaban demasiado, era intenso, se acercó y me besó, sentir nuevamente sus labios me hizo sentir un torbellino en mi corazón,  comenzó lento y después sentí cómo su cuerpo experimentado y conocedor me recorría. Me levantó y me llevó a la cama, me arrojó, sus movimientos eran un poco salvajes, pero me hacían sentir demasiado bien.

Me siguió besando hasta que tuvimos relaciones, la forma en cómo lo había hecho me hizo olvidar lo que sucedía. Nos quedamos en su cama abrazados, si Adam hubiera sido así siempre, yo nunca me habría ido y jamás me hubiera enamorado de su hermano; pasado un rato en silencio nos quedamos dormidos.

Desperté porque Adam me llevó el desayuno a la cama, había preparado fruta y huevos, se veía demasiado apetecible, desayunamos en la cama.

—¿Qué te apetece hacer hoy?

—No sé, mi mente anda en blanco.

—Salgamos a una cita, te iré a dejar a tu casa para que te arregles y a las seis pasaré por ti para tener esa cita.

—Está bien, estaré lista a esa hora.

Nos estuvimos besando durante un rato, como si fuéramos unos adolescentes, nos tocamos a momentos y después optamos por vestirnos porque no saldríamos si seguíamos ese camino. Me llevó hasta mi casa y me entregó con mi hermano, le inventó una historia, aunque sabía que Héctor no la había creído.

—¿Todo bien?

—Sí, ¿pasó algo?

—Christian vino a buscarte hace una hora más o menos, pero se fue porque lo recibí yo.

—¿Y papá?

—Busca en qué ocuparse, necesita distraer su mente, creo que quiere quedarse aquí.

—No, nos regresamos a casa, no voy a quedarme aquí.

—Pero papá cree que serás feliz aquí, además tienes todo lo que deseas.

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora