Desperté alrededor de las dos de la tarde, mi cuerpo se sentía más relajado y descansado, mi papá había preparado algo de comer y mi hermano se había puesto a buscar algo, ambos me habían dejado sola en la casa.
Comí algo para no estar con el estómago vacío, ahora tenía que cuidarme más, debía preocuparme por la vida de un ser que se estaba formando dentro de mí, después de comer un poco me di un baño, decidí salir de casa, no quería estar encerrada. Dejé una nota avisando que saldría a caminar, tomé mis llaves y mi bolsa con dinero y celular por cualquier cosa para que no tuviera ningún problema, decidí ir al centro para despejar lo más que se pudiera mi mente. Al poco tiempo mi celular comenzó a sonar, el número no lo tenía registrado, así que no respondí, pero insistió varias veces hasta que atendí la llamada.
—¿Bueno?
—Sarah.
—Me asustaste Héctor, ¿por qué no me llamaste de tu número?
—Me quedé sin batería, pero me urgía hablar contigo.
—¿De qué?
—Debemos contratarte un guardaespaldas.
Quería reírme, pero la seriedad de mi hermano no me permitía hacerlo, le pedí que lo habláramos en casa, colgamos y seguí con mi recorrido por las calles del centro, tomé un jugo para pasar el rato, compré una tartaleta, estaba disfrutando un poco de mi soledad, de una u otra forma así iba a estar el resto de mi vida.
Regrese a casa alrededor de las siete de la noche, mi hermano y mi papá ya me estaban esperando en la casa, tenían hambre, pero me esperaban para que cenáramos los tres. Dejé mis cosas en la percha y fui directo al comedor, Héctor pidió que sirvieran la comida.
—Papá, con lo que se suscitó en México, pensé que lo mejor sería que Sarah tenga un guardaespaldas.
—Héctor, te dije que lo hablaríamos.
—Eso estamos haciendo.
—¡Me refería entre nosotros!
—Sarah, tu hermano tiene razón, no sabemos cómo pueda reaccionar ese joven.
—Papá, es algo exagerado y además es un gasto que no sé si podamos costear.
—Tu seguridad y la de mi futuro nieto están de por medio, nuestra economía es buena Sarah, no te preocupes por ello.
—No conocemos a nadie que trabaje en ello para confiarle mi vida, además, no es algo que yo quiera.
—Sarah, no es cuestión de querer, te arriesgas a que ese joven cobre venganza, lo gritó fuerte y claro.
—Pero un guardaespaldas es demasiado, por favor, no quiero.
—Sarah, no será sometido a votación.
Me levanté de la mesa y me fui directo a mi habitación, eso me había molestado demasiado, ni siquiera podía decidir sobre mi seguridad, subieron la comida a mi habitación y comí sola, al menos podía comer tranquila. Prendí la computadora para ver una película para distraer mi mente, comencé a ver la película y continué cenando, seguía haciendo mi rutina, como si nada pasara.
******
La semana transcurrió, ignoré a mi papá y a mi hermano, salí la mayor parte del día para nada más llegar a dormir, se había vuelto parte de mi rutina, ellos intentaban acercarse, pero preferí alejarlos, no querían aceptar mi opinión, pues tampoco iba a dejar que me hablaran.
Hoy había elegido una cafetería céntrica, quería ir a un museo, empaparme de arte y después iría a mi cita con el médico, entré a un local pequeño, era pintoresco, hogareño y bueno me sentía cómoda, era un lugar que frecuentaba cuando quería escapar de mi casa. Cuando me senté en una mesa del fondo, un tipo alto, musculoso, ojos café claro casi miel, una piel un poco bronceada, tenía unos treinta por mucho, no podía negar que era atractivo, pero me sorprendió que se tomara el atrevimiento de sentarse frente a mí.
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¿Sólo yo?
Teen FictionYo no soy la típica chica de buen cuerpo o con las proporciones adecuadas y deseadas por muchos, yo soy una chica con imperfecciones, un poco de sobrepeso, tímida y un tanto antisocial, pero así es la realidad, nadie es como en los libros. No tengo...