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Regresamos al departamento, estaba agotada física y mentalmente, mi hermano sabía que estaba bien, pero ver a Álvaro había dolido, él me trataba como su empleadora.

—Vamos, es hora de que descanses, fueron suficientes emociones el día de hoy.

—Sí, fue mucho.

Caminé despacio hasta la habitación, me quité el vestido para colocarme la pijama, me desmaquillé, lavé los dientes y me disponía a dormir, sin embargo mis sentimientos afloraron en ese instante, lloré por Héctor, él no tenía la culpa de nada de lo que estaba decidiendo.
Scott me acurrucó en la cama, hasta que lograra tranquilizarme, sus brazos reconfortaban un poco mi corazón, terminé por quedarme dormida en su pecho, era lo mejor que podía hacer.

Por la mañana nos despertamos con unos fuertes golpes en la puerta principal, me asusté porque no sabía lo que estaba pasando, Scott me pidió que no saliera, él salió en calzoncillos para ver lo que pasaba, no sabía en qué momento se había desvestido.

—No vayas...

—Tranquila, veré qué pasa.

No quería que corriera peligro inútilmente, me levante y fui con él, cuando abrió la puerta vi de nuevo a mi hermano junto con Álvaro; no tenía ni la menor idea de cómo habían conseguido la dirección.

—¿Qué hacen aquí?

—Vine a hablar contigo. —Héctor era el único que me dirigía la palabra.

—¿Quieres hablar con ellos?

—Sí, después de eso se marcharán.

Scott se hizo a un lado, para que ellos pasaran, me dio un beso en la frente y se retiró para cambiarse, yo fui a la habitación por un suéter, la temperatura había descendido un poco.

—¿Segura que quieres hacer esto?

—No, pero debo hacerlo o seguirán viniendo.

—Está bien, me daré una ducha y me marcharé al trabajo, te llamo después para saber qué pasó.

—Gracias.

Salí de la habitación, mi hermano me abrazó, al separarse puso sus manos sobre mi redondeado estómago.

—¿Es mi hijo?

—No, es de Scott. —No podía responderle con la verdad, porque ni yo sabía quién era el padre.

Álvaro se molestó con mi respuesta, pero no iba a correr el riesgo de que si él era el padre quisiera hacer algo.

—Sarah, debes recapacitar, volver a casa, estar con los que te queremos.

—No, no puedo dejar a mi esposo y tener a nuestro bebé lejos de él.

—¿Te estás escuchando?, ese tipo que no conoces de nada ahora es tu esposo, no sé por qué te casaste, ni por qué te embarazaste a esta edad, eso no es lo que tenías planeado.

—Álvaro, tú ya no tienes nada que ver en mi vida, te lo dije cuando me marché, necesitaba tierra de por medio, necesitaba superarte y darme cuenta que no eras el indicado para mí y tampoco Christian, ahora soy feliz, tengo a alguien que me quiere de verdad, que me apoya y con quien voy a formar una familia.

—¿Una familia?, ni siquiera tu propia familia lo conoce, nunca supo sus intenciones.

—Me fui porque su decisión estaba tomada, no iba a poner en riesgo a nuestro bebé, y mis padres son los responsables de que me haya ido.

—¿Es cuestión económica lo que haces?

Mi hermano me había tomado en curva con esa pregunta, jamás vi el interés económico en Scott.

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora