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Había terminado de cenar, la pasta tenía un muy buen sabor, halague la cena, me despedí de Álvaro porque mi cuerpo me pedía descansar; él subió para cerciorarse que todo estuviera bien y no hubiera ningún inconveniente, decidí dejar la puerta abierta porque tenía miedo de que algo sucediera.

—Todo está bien, me retiro y cualquier cosa tiene mi número.

—Gracias de nuevo.

Intenté conciliar el sueño, y tardé bastante porque al cerrar mis ojos, recordaba lo que me había pasado, miré el reloj la última vez y señalaba que eran casi las cuatro de la madrugada. Sentí que apenas había cerrado mis ojos cuando sonó mi alarma, me levanté bastante perezosa, busqué mi uniforme de repuesto, me cambié, todos mis movimientos parecían los de un robot programado.

Bajé al comedor, mi padre se sorprendió al verme con mi uniforme, me revisé de inmediato para ver si no lo tenía mal puesto o algo más.

—¿Qué tiene el uniforme?

—Nada, pensé que te tomarías al menos uno o dos días para quedarte en casa y descansar.

—Tendría problemas con algunos profesores, así que lo mejor será que asista a clases, de todos modos Santos me acompañara, ¿no?

—Sí, pero estarías mejor en casa, lo que sucedió ayer...

—Estaré bien, lo prometo.

Tanto mi papá como mi hermano no me creyeron, tal vez tenían razón, pero de momento lo que podría hacerme sentir normal serían las clases, un poco de horror de mis compañeros; tomé algo de fruta y salí de la casa, afuera me estaba esperando Álvaro, fue atento, evitó hablar del tema, nos pusimos en marcha.

—¿No olvida nada?

—No, tengo todo lo que necesito.

El trayecto fue silencioso, me sentí tranquila mientras él me acompañaba, noté que tenía algo que decir, pero no lo expresaba, en cuanto puse un pie en la escuela quise que la tierra me tragara, ahí estaba Daniel, de inmediato me coloqué detrás de Álvaro para que él no se acercara a mí. 

—¿Qué hace aquí?

—No tengo idea, pero me haré cargo, no te preocupes. 

Entré directamente, Álvaro se encargó de Daniel, mi cuerpo temblaba demasiado, me dirigí a mi salón, quería que las cosas intentarán seguir un curso normal a pesar de ese infortunio; cuando entré a mi salón recibí un mensaje de mi hermano para darme ánimos. 

Mis primeras clases fueron tranquilas, fui a mi descanso para consumir algunos alimentos, busqué a Álvaro porque necesitaba hablar con él, saber qué había pasado con Daniel y qué iba a proceder en estos momentos. 

—¿Va todo bien?

—Es lo mismo que iba a preguntarte. 

—Me encargué de la situación, y tú deberías enfocarte en tus clases, es lo que deberías hacer. 

—¿Está todo bien?, te noto raro. 

—Estoy bien Sarah, no te preocupes por mí, sólo enfócate en tus clases. 

—¿Qué sucede?, algo no está bien contigo, y lo sé porque llevo suficiente tiempo conociéndote para saber que te molesta algo. 

—No me molesta nada, vas a llegar tarde a clase, vamos a tu salón. 

Torcí la boca y caminé hacia el salón, me molestaba que empezara a actuar de esa forma, no tenía idea de su comportamiento, pero lo mejor era que ambos tomáramos un poco de aire y espacio; una vez dentro de mi salón él se aseguró que no corriera peligro, se alejó un para ir por un café, aproveché ese momento para salir con mis cosas, aún no llegaba el profesor, caminé con bastante prisa, parecía que estaba corriendo. 

¿Sólo yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora