Me desperté a las nueve de la mañana, el otro lado de la cama estaba vacío, me levanté y fui directo a buscar a mi esposo, necesitaba saber que estaba bien o que al menos había pensado un poco lo que habíamos hablado; recorrí toda la casa, pero a los únicos que encontré fue a la escolta.
—No vino en toda la noche.
—Gracias.
Ni siquiera había puesto un pie en la casa, contuve mis lágrimas porque ya había llorado lo suficiente, abrí el refrigerador para servirme algo para desayunar, no tenía apetito, pero no podía dejar de comer; desayuné ligeramente, me enfoque en distraerme en lo que llegaba Daniel.
Las horas pasaban y él no llegaba, mi preocupación se incrementaba, acariciaba mi estómago y le hablaba a mi bebé para decirle que su papá pronto vendría, que todo estaría bien.
—¿Se le ofrece algo señora?
—¿Se ha comunicado con ustedes?
—No, pero nuestro deber es cuidarla, aunque él esté ausente.
—Gracias.
Comprendí que a él le había afectado más de lo que me podía imaginar; mi celular sonó y me emocioné al pensar que podía ser Daniel, pero no era así.
—Buen día hermosa, ¿cómo amaneció mi hija?
—Ya te dije que no es tu hija, así que deja de molestar.
—¿Tu marido está en casa?
—¿Qué mierda quieres?
—Alguien amaneció de malas, eso no es bueno para mi hija, deberías tomar clases de yoga, creo que cerca de tu casa hay unas, ¿quieres que las tomemos juntos para que forme parte de la vida de mi hija?
—¡No eres el padre!
Le colgué y aventé mi teléfono, tenía ganas de mandar todo a la mierda, desaparecer como lo estaba haciendo Daniel, volvió a sonar mi maldito teléfono, revisé antes de responder, noté que era mi cliente Piedro, me sorprendió que me llamara tan pronto.
—Hola Piedro, ¿pasa algo?
—Hola señorita Mendizabal, hablaba para el asunto de ayer.
—¿Tienes novedades?
—Así es, pero es mejor decirle en persona, no quiero inconvenientes.
—Perfecto, te veo donde siempre, en una hora.
Me despedí, subí a darme una ducha, tal vez un baño me reconforte un poco; terminando de vestirme una escolta subió a mi habitación.
—Señora, ¿saldrá?
—Sí, hay información de mi caso, necesito salir.
—La escoltaremos.
—Está bien, ¿se ha comunicado?
—No, tampoco se ha presentado en la comandancia.
Eso era raro, salimos de la casa, la cerré con el código y nos dirigimos vara ver a Piedro, nos reuníamos en su casa, era una fortaleza, tenía guardias de sobra, era un lugar donde no corría peligro; en cuanto puse un pie en su casa me recibió de forma calurosa, sabía que su abogada no estaba bien.
—¿Quieres un poco de té?
—Por favor.
Nos sentamos en la terraza, la vista era espectacular, pero en esta ocasión no causaba las mismas sensaciones, esta vez me daba igual si el cielo se veía hermoso o no.
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¿Sólo yo?
Teen FictionYo no soy la típica chica de buen cuerpo o con las proporciones adecuadas y deseadas por muchos, yo soy una chica con imperfecciones, un poco de sobrepeso, tímida y un tanto antisocial, pero así es la realidad, nadie es como en los libros. No tengo...