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"El inicio del final"

☂︎︎

CONAN   KRASINSKI

— ¿Pasarán la hora de descanso juntos?

Mi hermano y yo nos miramos al mismo tiempo ante la pregunta de nuestra madre. Mis ojos se blanquean en sólo dos segundos al igual que los de él, yo no dudo sobre mi respuesta.

— No. –decimos al unísono.

— ¿Por qué no? Ustedes dos son inseparables.

— Éramos inseparables... en la secundaria. –responde Sam–. Ya tengo mi propio grupo de amigos. –deja caer su mochila sobre sus piernas.

Hago un gesto para darle la razón, acto que se basa en asentir levemente mientras mis labios forman una línea recta. Nadie en el interior del auto se percata de mis movimientos.

Inclino un poco mi cabeza para darle un vistazo al camino. Por el local de muebles de bazar sé que estamos a una cuadra de la universidad, aquello provoca que las palmas de mis manos suden y, con ello, los nervios poco a poco comiencen a apoderarse de mí. 

Tanto mi hermano mayor como yo habíamos optado por seguir estudiando en Sidney en lugar de ir a la Universidad de Melbourne como tuvimos planeado en algún momento de nuestras vidas. Ninguno de los dos encontraba reconfortante alejarnos de mamá cuando no hay nadie más cerca. No tenemos familiares en Australia y, a pesar de que nuestra madre nos pidió que siguiéramos nuestros sueños, fue Sam quien optó por quedarse en la ciudad que nos había visto crecer. Yo sigo sus pasos.

Me aseguro de que mi cartera y mis audífonos se encuentren en uno de los compartimentos de mi mochila azul y comienzo a prepararme mentalmente para ser lanzada a la "vida salvaje".

— Tu hermana necesitará un tour por la escuela.

— No soy una niña de seis años, estaré bien. –intento calmarla un poco.

— No eres una niña de seis años pero tienes la estatura de una. –el chico intenta burlarse sin ser escuchado pero es obvio que lo oímos, por lo que se gana un golpe de mi parte–. ¿Por qué siempre quieres solucionar todo a golpes?

— ¿Por qué siempre haces que quiera solucionar todo a golpes? 

— Agradece que no eres un chico porque estaría golpeándote ahora mismo.

— Ya pueden bajarse.

Ambos volteamos a ver a nuestra madre como si recién nos diéramos cuenta de su presencia. Los dos nos compadecemos de su rostro de cansancio y decidimos no pelear más, al menos no frente a ella. Es obvio que la irritamos. Sam y yo chocamos todo el tiempo y nuestra activad favorita es discutir, pero también podemos pasar horas juntos y ver cualquier película que ya hayamos visto más de treinta veces. 

Somos como todos los hermanos, nos queremos al final del día y mataríamos por el otro.

— Nos vemos más tarde. –Sam se despide de mamá y se baja del auto.

— Gracias por traernos. –sonrío–. Te quiero.

— Suerte. Y, Conan, llámame por cualquier cosa. –me corresponde el gesto.

Deposito un beso en su mejilla e imito los pasos de mi hermano, bajo del auto y me quedo de pie en la acera justo a un lado suyo. En cuanto cierro la puerta mamá arranca el auto y se  va. 

 Ambos soltamos un suspiro al mismo tiempo como si estuviésemos sincronizados.

Puedo sentir la tensión en el ambiente. Es como si hubieran partículas de estrés flotando en el aire, las cuáles sé que existen y pronto me acostumbraré a respirar. Muestro mi interés en otro factor, el ruido. Hay demasiado para mi gusto, pero Sam parece estar ya acostumbrado a él.

Revenge  [C.T.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora