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"El silencio es mi mejor respuesta"

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Siempre hay un momento en el que eso de "Sólo vives una vez" no puede tener más sentido. Y en este momento, donde nuestros corazones laten uno con el otro, encaja de la manera perfecta.

Lo siento separarse de mí. Sus ojos se mantienen cerrados mientras yo intento descifrar qué ha pasado. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, aunque no sé si estoy arrepentida.

— ¿Está mal que haya querido hacer eso desde que te conocí? –cuestiona sin esperar mi respuesta–. Vamos, te llevaré a tu casa.

La ropa se adhiere a nosotros con perfección gracias a la humedad de nuestros cuerpos. Mis jeans están más ajustados de lo normal, la camisa de Calum también, pero a él parece no importarle.

Caminamos de vuelta a su auto y nos montamos sin decir nada. Suspira antes de encender el motor y salir en dirección a la carretera.

— ¿Puedes decirme por dónde ir?

— Claro. –asiento.

Su celular empieza a sonar, por lo que él retira una mano del volante para buscarlo. Le da miradas rápidas a la carretera mientras levanta todo en busca de su aparato, pero no puede encontrarlo.

— ¿No está en tu pantalón? –palmeo debajo del asiento–. Olvídalo, aquí está.

Le extiendo el celular después de leer accidentalmente el identificador de llamadas. Mis ojos captan un nombre femenino, pero no le tomo mucha importancia.

— Hey, hola. –contesta–. Sí, todo bajo control.

Desvío mi mirada de él para encender mi celular. Es ahí donde me doy cuenta de que tengo dos llamadas perdidas de Sam, una de Jimothy y otra de mamá.

El segundo me ha inundado de mensajes preguntándome si estoy bien y por qué no contesto. Una sonrisa se forma en mis labios mientras escribo una respuesta para intentar tranquilizarlo.

Cuando guardo mi celular, Calum termina la llamada aún con la sonrisa en el rostro. Siento ganas de hacer una pregunta, pero mi cerebro se toma mucho tiempo en formularla, por lo que digo lo más sencillo que viene a mi cabeza.

— ¿Todo está bien?

— Todo está perfecto. –asiente–. Por cierto, sé que tienes un hermano. ¿Es sobre protector contigo?

— Respecto a chicos, lo es. En realidad no tiene mucho de qué preocuparse.

Le doy una pequeña indirecta de que no soy un imán para ellos. Él parece captarla, por lo que asiente.

— No lo he dicho apropiadamente, Conan, pero eres como ese premio dentro de una caja roja. Me interesas. No sé si estamos yendo rápido si tomamos en cuenta que te conozco desde hace como dos días, esperaré el tiempo que sea necesario.

— Creo que sí es algo rápido. Sé muy poco sobre ti al igual que tú de mí. –juego nerviosamente con mis manos–. Ve por este camino y da vuelta en el primer semáforo. –indico.

— Y yo honestamente creo que el tiempo lo dirá todo. No tengo una doble vida, no oculto nada. Pero cada que tengas una pregunta, yo tendré la respuesta.

No respondo.

Le doy indicaciones de dónde ir, mayormente me encuentro sumida en mis pensamientos. Estoy esperando despertar de aquel sueño que se siente irreal pero a la vez tan real, pero que sobre todo se siente bien.

Lo miro sin temor de que él se dé cuenta que lo estoy observando descaradamente. Analizo las gotas de agua que siguen desprendiéndose por su cabello hasta resbalarse por sus sienes. La punta de su nariz tiene una gota que estaba a punto de caer, y cae.

Sonrío.

— ¿Qué es tan divertido? –golpea el volante con su dedo pulgar y sonríe conmigo.

— Nada. Nada lo es.

Poco a poco nuestros rostros se vuelven neutros, ya no hay mucho de que reír y preferimos regular nuestras respiraciones.

— ¿Tu hermano está en casa? –pregunta cuando entramos al vecindario.

— Debería estarlo. –alzo mis hombros–. Mi casa es esa de color blanco con el tejado marrón.

— Te dejaré aquí. –detiene el auto cinco casas atrás–. No quiero causarte problemas con él. –sonríe cálidamente, apagando el motor del auto.

Nos miramos aún con una sonrisa. Él ríe tanto que sus ojos se cierran y se le forman arrugas en gran parte del rostro. Se inclina un poco sobre mí y lleva su mano izquierda a mi barbilla para acortar la distancia y besar mi mejilla esta vez.

— Eres muy linda. –murmura.

Supongo que ya es tiempo de regresar a casa. Las llamadas perdidas de Sam y mamá no pueden significar muchas cosas buenas. Pienso en el regaño que me darán y se me eriza la piel en un dos por tres.

— ¿Nos vemos mañana? –tomo mi mochila y la coloco sobre mis piernas.

— Nada me gustaría más. –mueve la cabeza.

— Entonces hasta luego. –esta vez soy yo quien besa su mejilla.

Bajo de su auto y camino de manera tranquila hasta mi casa, haciendo mi intento por no tropezarme.

Abro la puerta con una sonrisa. Sam está en la sala junto a mi madre, ambos mirándome como si hubiera dicho algo que no debía. Por la forma en que están, no dudo que llevan rato esperándome solamente a mí. Sus ojos echan rayos láser y estos quieren perforarme.

— Conan, ¿por qué estás mojada? –habla mi hermano con el ceño fruncido–. ¿Con quién estabas?

— No estaba con nadie, ¿de acuerdo?

— Tenías que estar aquí en casa hace tres horas. Llegas tarde y además mojada. ¿En qué te metiste? –mamá se levanta del sillón y espera por mi respuesta.

— No sabía que tenía horarios para estar en casa, mamá. No hice nada malo, solamente estuve por ahí.

— ¿Haciendo qué y con quién? –Sam cruza sus brazos.

— Jimothy, estuve con Jimothy. –miento–. Estuvimos en un lago pasando el rato.

— Hablé con ése chico y me dijo que no habían hecho planes juntos. Haré esta pregunta una vez más y quiero la verdad. –Sam da un paso hacia mí–. ¿Con quién estabas?

— No es de tu incumbencia.

Tal vez algo dentro de mí lo sabía, por eso me quedé callada.

Revenge  [C.T.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora