"Naturaleza muerta"
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Miro las piernas de Calum extendidas sobre el césped. Los jeans negros se le ajustan perfectamente, tanto que me pregunto si hacía mucho esfuerzo para quitárselos y ponérselos.
— ¿En qué piensas?
Toca mi espalda para sacarme de mi trance. Ahí me doy cuenta de que llevamos minutos en silencio, solamente sintiendo al aire golpeando nuestros rostros.
— En todo y nada. –respondo tranquilamente.
— Bueno. –se recuesta sobre su espalda, soltando un suspiro ligero–. Creo que jamás había tenido un momento tan tranquilo en mucho tiempo. Mi casa es el lugar más estresante del mundo, justo como la escuela.
— Sabes que se pondrá mejor.
Me recuesto sobre mi lado derecho, apoyando mi codo en el césped y descansando mi cabeza en la palma de mi mano. Él se da cuenta de que lo observo, y ríe ante eso.
No necesito que se quite las gafas de sol para saber que se le han formado arrugas a los costados de los ojos.
Me gusta esa facción de él.
— Honestamente... –suspira otra vez–. Me da igual si las cosas se mejoran o no. Sólo paso dos días a la semana en casa. Los demás días los paso en casa de mi amigo Ashton.
— Deberías enfrentar tus problemas, Calum.
— Tú eres uno de mis problemas. –se levanta un poco para apoyar todo su peso sobre sus codos–. Tenemos qué llevar las cosas tranquilamente. Quiero besarte todo el tiempo y no puedo.
En ese momento me derrito, y no precisamente por el sol. Sus palabras me endulzan el oído de una manera rápida, sin hacer el mínimo esfuerzo.
Quiero evitar sonrojarme, pero cuando lo escucho reír sé que es muy tarde, mi rostro ya arde en color.
— Puedes hacerlo, pero no deberías. –quito mi mirada de él para conectarla al frente.
— ¿Has escuchado eso de "Haz las cosas en el momento y arrepiéntete después" o es una frase mía?
— No voy a caer. –niego divertida.
— El peor arrepentimiento es de las cosas que no nos animamos a hacer.
Es en ese preciso momento, ahí exactamente, donde Calum se convierte en el misterio más grande que he conocido en mis pocos años de vida. Me cuenta todo pero a la vez no me cuenta nada. En el momento en el que él comienza a jugar con mis dedos, sé que no es fundamental saber lo más básico y simple de una persona, sino lo que pasa por su mente
— Sabes que si necesitas hablar, estaré aquí. Quiero que tengas el sentimiento de saber que voy a escucharte. –paso mi mano por su cabello.
— Lo aprecio mucho, Conan, pero no es necesario. Estoy bien y nunca he estado mejor. –sonríe con esfuerzo–. Tal vez parece que me pierdo en el camino, pero me guía la intuición.*
Sonrío por sus palabras, por lo sabio que se ha visto diciéndolo. Sonrío por él.
Sigo sin saber mucho de él en el mes que llevamos escabulléndonos de las clases menos importantes. Un mes en el que hemos estado sentándonos bajo el mismo árbol con un tronco enorme, al cuál se le caen mucho las hojas. Minutos largos con nuestros meñiques entrelazándose como si fuéramos niños de preescolar que se avergüenzan de todo.
— Recuerdo que cuando era niño solía cortar las flores más bonitas del jardín para dárselas a mi madre. Ella las tomaba, pero nunca sonreía. Más tarde las miraba en el bote de basura y nunca comprendí la razón. –me mira con una sonrisa triste–. ¿Sabes por qué le molestaba tanto que hiciera eso?
— No, ¿por qué?
— Porque eran las flores de su jardín. –ríe sin gracia–. Creo que se mantiene viva por el jardín, no por mí. La naturaleza le recuerda a mi padre, y yo estaba arrancando la naturaleza de la tierra. Lo mismo le sucedió a mi padre. Ahora comprendo muchas cosas que no comprendía cuando era niño. –se pone de pie.
Decido levantarme para hacerle compañía. Lo miro meter la mano al bolsillo delantero de su pantalón para sacar una cajetilla de cigarros.
— ¿Fumas? –arrugo el ceño. Él sujeta el rollo entre sus labios para buscar un encendedor.
— No es algo de lo que estoy orgulloso. –dice después de dar una calada–. ¿Tú no fumas?
— No, detesto el olor.
— ¿En serio? –Calum me mira con las cejas juntas–. Bueno, yo te detesto a ti. –bromea ganándose un golpe de mi parte–. Sabes que jamás podría detestarte.
Da pasos hacia mí, pasos pequeños. Alza mi mentón para obligarme a verlo a los ojos. El olor a tabaco entra por mis narices y me es inevitable toser. Pienso que se ríe de mí, pero no es así.
— Dios, eres hermosa.
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— Hola.
— Oh no. –Sam cierra los ojos mientras le da una mordida a su emparedado. Me siento frente a él sin importancia–. ¿Qué?
— No regresaré a casa contigo hoy.
— ¿Otra vez? –suelta el emparedado–. ¿En dónde te estás metiendo, Conan?
Mi boca se entre abre para poder contestarla, pero algo más llama mi atención dentro de la cafetería. Calum.
El chico pasa a un lado de la mesa. Una sonrisa se escapa de mis labios pero él no devuelve el gesto, sino que camina fuera de la cafetería acompañado de sus amigos.
No quiero tomarme mucha importancia a su gesto, sólo regreso toda mi atención a Sam, quien le quita la cebolla a su sándwich con un gesto de disgusto.
— Saldré con una amiga. –miento.
— ¿Qué amiga? ¿Cómo se llama? ¿La conozco?
— Kacie. Va en mi clase. –suelto a la primera persona que viene a mi cabeza–. Es muy linda. Creo que iremos al centro comercial o algo por el estilo.
— Tal vez la conozca. Yo también iré al centro comercial con los chicos. Te veo ahí. –suspira–. Ya puedes irte.
Salgo de la cafetería con un puchero en el rostro.
Tener a Sam como hermano implica tener casi a un guardaespaldas, es como tener una garrapata de la cual es imposible deshacerse. Quiere saber absolutamente todo y formar parte de, cualidad que adoptó desde pequeño. Nunca se rinde hasta obtener lo que quiere.
Intento caminar pero unos brazos se envuelven en mi cintura. Es por el aroma que sé de quién se trata.
Suelto una carcajada mientras mis pies se alejan del suelo. El moreno sonríe en mi cuello para después soltarme. Deja un beso corto en mis labios y me mira con atención.
— ¿Ocurre algo? –ladea su cabeza–. ¿Por qué esa cara?
— Mi hermano sigue cuestionándose porqué paso tanto tiempo fuera de casa. No es nada. –él asiente.
— Algún día lo sabrá. –alza sus hombros sin importancia–. Me voy, tengo que llegar temprano a clase. Te esperaré en la salida, en mi auto.
— De acuerdo. –me acerco para besar su mejilla, pero él se aleja con rapidez.
— Espera, ya hay gente en el pasillo. –susurra–. Te veo más tarde.
— Bien.
Siento que no lo conozco cuando se aleja.
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*Gustavo Cerati
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Revenge [C.T.H]
Fanfiction"Jamás intentaste encontrar en mí más de dos propósitos, uno ni siquiera lo tenías contemplado; Desahogarte. Pero el que encabeza la lista y verdaderamente el único es el que más quema mis adentros, toda mi piel, rompe mi corazón por completo y resu...